Capitulo Siete

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Mi instinto reaccionó antes que mi corazón pudiese hacerlo. Era la única cirujana en el área, tenía que actuar de inmediato:
- ¡Llevémosla a máxima urgencia! ¡Ahora! - dije ayudando a llevar la camilla - ¡Lee! – grité llamando a Taemin. Alcancé a mirar cómo se ponía de pie de inmediato - ¡Trae el ultra sonógrafo portátil, ahora! – llevamos a Jessica a toda velocidad hacia la puerta que daba la entrada a la máxima urgencia, la pasamos rápidamente a la camilla y ya empezaba a notarse como su respiración se debilitaba. El paramédico no dejaba de darle soporte con bolsa y máscara. Las enfermeras le tomaron los signos vitales de nuevo
- Presión 80/60, cardíaca de 120, respiración de 34, Doctora Kwon – dijo una de las enfermeras para que la mirara
- Un litro de salino y dos bolsas de O negativo. Laringoscopio y tubo número 7.5 – dije mirando a una de las auxiliares. La otra enfermera trajo inmediatamente las bolsas de salino y  de sangre y las pasó por las dos venas que Jessica ya tenía tomadas. Su presión subió momentáneamente a 100/70. Era el momento. La auxiliar me entregó el tubo y el laringoscopio – 50 de meperidina, 15 de midazolam y 2 de vencuronio – otra de las enfermeras vino enseguida con lo que había pedido. Me coloqué junto al paramédico que ventilaba a mi novia y le indique a la enfermera que le administrara el medicamento. Al momento de hacerlo, mi niña dejó de luchar y con el corazón hecho pedazos le dije en silencio “Lo siento cariño”, mientras introducía el laringoscopio en su boca y ensartaba el tubo que iba a permitirle respirar mejor. Verifiqué que estuviera bien colocado con mi estetoscopio, mientras veía como Lee se acercaba con el ultra sonógrafo portátil a toda velocidad. Con una mirada le indiqué que tomara el puesto del paramédico en la bolsa de ventilación. Encendí el aparato a toda prisa y llené de gel conductor el abdomen de mi niña. Le eché un rápido vistazo a la región renal del lado izquierdo. Gracias al cielo, ni bazo ni riñón izquierdo estaban dañados, ni pericardio tampoco. Pero el lado derecho era otra historia: una línea gruesa hipoecoica rodeaba su riñón derecho. Sangre – Vamos a llevarla a quirófano para laparotomía ¡ya! ¡Mellisa, pide puesto en pabellón de urgencias ahora mismo! – le grité a una de las enfermeras. Miré hacia los monitores. A pesar de la sangre y el salino, su presión había bajado de nuevo a 90/50. Sino la llevábamos a quirófano podía morir ahí mismo.

- ¡Doctora Kwon! ¡Que la lleven ya! – me respondió Mellisa en el acto, por lo que le desprendimos del monitor y corrimos de inmediato a sala
¡Lee! ¡Tú entras conmigo! – dije gritándole a Taemin que solo afirmó con la cabeza
- ¿Quién es el cirujano? – preguntó el anestesiólogo que la recibió en recepción
- Yo – dije muy segura de mi misma – Tú prepararla que ya entro – dije quitándome la bata y corriendo a los vestidores. Arrojé mis cosas al piso y me cambié de inmediato. Me puse mi gorro de Patricio Estrella y las boteras y entré casi corriendo a lavarme en la sala donde iba a operarla. Estaba en modo automático, en ese momento era un paciente más que podía perder en cualquier momento. No podía pensar con claridad, solo reaccionar lo más rápido que podía. Me coloqué la mascarilla y me lavé las manos a toda velocidad, hasta pude sentir como escocía un poco el cepillo sobre mis brazos. Entré en la sala y la instrumentista puso en mis manos un trapo estéril para que me secase - ¿Cómo va? – dije dirigiéndome al anestesiólogo    
- Apenas 89/60, pero le he puesto más sangre y albúmina hace unos minutos. ¿Empezamos?
- Si – le respondí mientras me ayudaban a colocarme la ropa de sala. Vi por el rabillo del ojo como otra enfermera ayudaba a Taemin a hacer lo mismo – vete al lado izquierdo – le ordené, obedeciéndome en el acto. Las enfermeras ya tenían el área lista. La instrumentista me entregó el bisturí y el cauterio – Empecemos – dije realizando el primer corte sobre la línea de los rectos abdominales y me detuve hasta llegar a pocos centímetros de su cicatriz umbilical. Taemin me miró sorprendido mientras me ayudaba a secar la sangre
- Empezamos a las diez y catorce – dijo la enfermera tomando notas
- ¿No va a ir más abajo, Doctora Kwon?
- No, la lesión no compromete estructuras de los cuadrantes inferiores. Seca – dije separando la fascia y llegando hasta la pared muscular de los rectos. La separé con el cauterio y le indiqué a Taemín que tomara los separadores que le entregaba la enfermera. Lee los tomó con sus manos y separó las estructuras ejerciendo la fuerza necesaria. Metí mi mano apartando delicadamente su lóbulo hepático izquierdo y observando un sangrado activo a través del parénquima. Busqué con mi mano derecha la probable fuente del sangrado y no podía encontrarla. Parecía ser una lesión de Fang de tipo II, una lesión no muy extensa, pero si profunda que podía comprometer la vena supra hepática derecha – Vamos a hacerle una Pringle. Pinza Debakey – dije mirando a la instrumentista. Me entregó el frio instrumento a los pocos segundos en mi mano derecha, mientras con la izquierda trataba de encontrar la lesión y Taemin apartaba delicadamente el hígado con su mano enguantada para darme una mejor vista. La encontré a pocos centímetros del drenaje de la suprahepática derecha y coloqué la pinza de inmediato. El sangrado cesó a los pocos segundos. Mi respiración estaba agitada, mi mente se puso en blanco en esos momentos. Miré su hermoso y ahora pálido rostro con el tubo en la boca y con los ojos cerrados con esparadrapo. Luego miré al monitor. La presión había subido un poco, pero el hígado no iba a aguantar mucho tiempo con la pinza quitándole sangre. Drenamos un pequeño hematoma que se había acumulado en el retroperitoneo y que representaba un problema. Ya habían pasado unos minutos con el clamp – Malla de ácido policocólico y aguja con monofilamento – recibí el portagujas y la malla a los pocos segundos colocándola sobre la lesión y suturando sobre ella – Más luz – ordené, haciendo que Taemin enfocara la luz hacia donde la necesitaba. Pude ver la lesión, pero no sabía por donde empezar. Me detuve un momento para pensar, pero en ese momento las alarmas de los monitores sonaron
- Yuri, 70/50 de presión y para abajo – dijo el anestesiólogo. Mi cerebro volvió a encenderse. Empecé a suturar en el sitio de la lesión haciendo una venorrafia primaria, colocando la malla y asegurándola al momento – 60/40 – volvió a decir el anestesiólogo llamando mi atención - “No te vayas cariño” pensé mientras aseguraba las últimas puntadas, colocando mi dedo para hacer hemostasia y retirando la pinza. De repente, las alarmas dejaron de sonar – Tenemos presión, 90/60, cardíaca de 100
- Medio litro de gelafuscine – dije con la respiración y el corazón agitados sin querer apartar el dedo de la vena. De repente vi como subía, de 95/60 y luego de 100/60, para terminar en 110/70. Aparté de mi dedo de la vena y procedí a la revisión de las demás estructuras. Tanto intestino como bazo y demás se encontraban perfectamente perfundidos. Esperamos. Después de unos minutos, la presión, la frecuencia cardiaca y el sangrado se habían estabilizado. Procedí a cerrar capa por capa con la mayor precisión y fuerza posible, pero al llegar a la piel me detuve un poco. No quería que mi hermosa novia llevara una horrible cicatriz de por vida, así que me tardé más de lo usual realizándole puntos de sutura internos, para que su delicada piel no quedara marcada por el nylon ni por la aguja. Taemin me miraba sorprendido una vez más. Cuando realicé la última puntada, lo miré fijamente a los ojos- Hora, por favor
- Son las once y cuarenta y cinco – respondió la enfermera. Me asusté y volví a verla.  ¿Tanto tiempo había pasado?. Sin mirar a Taemin le di las instrucciones del post quirúgico
- Pide una cama en UCI, ordena analítica química completa: hígado, riñón, lactato, gasometría, también radiografía de tórax, hemograma completo y haz el reporte. Que le cumplan los antibióticos antes de llevarle a UCI y también una unidad más de O negativo. También pide tira rápida para VIH, VRDL, y hepatitis b, c y e. Te lo firmaré luego – miré nuevamente el rostro de Jessica y vi que el sonrojo habitual de sus mejillas había vuelto a colorear su cara. Me quité la ropa de sala y la aventé a la basura junto con los guantes. Arranqué la mascarilla de un tirón, haciéndome un corte en la mejilla y entré mareada en el lavabo. Me recosté contra el armario de metal de sala y me deslicé lentamente hasta dejarme caer en el piso de bruces. Me quité bruscamente el gorro de tela rosa con el que me había recogido el pelo y lo mordí fuertemente para que no se escuchasen mi llanto ni mis gritos. La vida de la mujer que amo había estado entre mis manos y por poco la pierdo. Me sentía como muerta. Dejé que las lágrimas marcaran mi rostro y que el dolor quedara atorado entre mis dientes y la tela.

{YulSic} RoxanneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora