Capítulo siete - Idénticos y tan diferentes.

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Encarando aquel espacio, repleto de sociabilidad y desosiego, aún le parecía irreal el hecho de ella estar allí. La mera verdad, los últimos acontecimientos eran impropios de su persona, así pues ya nada podría llegar a sorprenderle. La última novedad, había sido la más chocante de todas. Pensar... Que no sólo había un "Jack" merodeando por el mundo, hacia de aquel, el descubrimiento más loco que pudiera haber descubierto. Menos mal... Que al menos, sólo Jack y ella compartían su poder, pues si otro más lo poseyera no lo vería tan único como había creído desde que era una niña. Y es que... La mera verdad, deseaba que sólo ellos lo compartieran. Aquel Jack; Aleixandre. Era alguien carente de su agrado. Si tenía que optar por una opción, podía decir con toda claridad, que era grande el desagrado que sentía por aquella mirada repleta de convicción y del pensar de poder dominar a cualquier que se cruzará en su camino. Ni en sus remotos sueños, estaba en su idea el desposarse con tal individuo. Si tenía que optar...
-¿Te encuentras bien, hermana? - Pregunto una voz conocida muy preocupada y Elsa se vio sorprendida por la mera distancia entre ellas.
-Ana... - Murmuró ella sintiendo cierto calor cubriendo su rostro - Me encuentro perfectamente... - Inevitablemente tuvo el instinto de desviar la mirada y su acompañante pelirroja le siguió con la mirada, haciendo que sus hombros se tensaran.
-Ya veo - Ana sonrió alegremente viendo una griega en Elsa, llamada oportunidad - Quise venir para comer contigo y de paso presentarte a mis amigos.
"De nuevo ella estaba..."
-Ana, te dije que... - A Elsa casi se le dislocó la mandíbula cuando cierto sujeto indeseado se paro justo a su lado - ¿Tu amigo? - interrogó deseando que no fuera así.
-¡Así es! - Exclamó ella parándose detrás de su amigo y posó las manos sobre sus hombros - Aleixandre, Elsa mi hermana. Elsa, Aleixandre.
-Ya nos conocemos - sonrió él muy cretino haciendo cuestión de tenderle la mano a la princesa, que le miró con suma indiferencia - Es un placer volver a verla.
"A mi ninguno" pensó ella a la vez que esbozaba una perfecta sonrisa, que ocultaba el desagrado que sentía por él.
-Propio - Dejo que este besará el dorso de su mano - Lamento si - puso la mano sobre sus labios mostrando arrepentimiento - Fue descortés la forma en que abandone la fiesta.
Obviamente estaba poco; nada arrepentida de su ida y de la forma en que le había dejado allí, con su risa idiota y su padre seguro, esperando una respuesta. Cosa que, seguramente se llevó con su ida. Un no rotundo, era supuesto que entendiera eso.
¡Te lo mereces! Sonrió Elsa para sus adentros.
-Oh, no tiene importancia - Respondió él con aquella sonrisa tan perturbante - Fue culpa de mi padre, por no leer la situación. Yo, me disculpo por si pudo molestarla.
Aquella era una batalla absurda, de dar la razón, sólo para verse el más caballero del lugar. Sólo que Elsa no estaba con paciencia para aquel tipo de juego, que como había podido comprobar a él le encantaba jugar. Así que por ello únicamente asintió.
Tras abrir los párpados con cierta delicadeza, vio con cierto asombro a su hermana, frente a ella sentada en una silla y con la comida ya preparada para comer sobre su pupitre, a lo que ella respondió con ceño fruncido.
-Vamos, comamos Aleixandre - La invito ella tan ricamente.
"Oye..."
Y vio con resignación como el individuo hacía cuestión de sentarse a su lado, absteniéndose de cercanías a su supuesta privacidad. "En esto si que se parecen estos hermanos" Pensó rodando los ojos con suma pereza.
Sin protestas, tomó su caja de comida de su maletín y tras ponerlo sobre la mesa, recordó la promesa que había hecho con Jack y con seguramente el mal humor que la recibiría mañana, aunque por ello, no hizo ningún esfuerzo para salir de aquella situación, pues... Sólo pensar en los acontecimientos de ayer,a Elsa le temblaban las rodillas y sus mejillas comenzaban a ganas calor. Como si fueran cercanos, ella se había lanzado en sus brazos, mostrándose indefensa... Cosa que ni con su hermana había hecho.
<<Estás muy linda>> Aquellas palabras seguidas de una cálida risa, hicieron que a la joven princesa se le fuera la mano y vertiera accidentalmente su caja de comida y todo se vio tirado por el suelo. "Mi atún..." Se lamento soltando un largo suspiro.
Aquel jovenzuelo de cabellera blanca cuán nieve, había tenido la sensatez de inmiscuirse en su serena cabeza y había comenzado a picarle el corazón. El uso de su innata razón, estaba perdiendo ciertas facultades.
-No se preocupe, princesa - Le tendió su caja de comida, haciendo cuestión de modelar toda su dentadura - Puede tomar de mi comida, Anna, mi cocinera, hace siempre de más.
Elsa levantó la mano e hizo cuestión de negar. "Antes muerta a comer de tu comida".
-Le agradezco, pero no necesariamente tengo hambre.
Ana empujo su caja hasta el frente de Elsa y esbozo una sonrisa esquimal, a la vez que tendía su tenedor con un pedazo de atún y patata cocida.
-Toma del mio, hermana. A nosotras, también siempre se sobrepasan con la comida.
Lo más lógico, habría sigo negarse y crear aquella distancia entre ellas, más está vez su estómago hablo con anticipo y la llevó a tomar del tenedor, el suculento atún, que junto a la patata se deshizo en su boca.
Dio después, con la sonrisa despampanante de Ana, brillante más que nunca y en una risa tan tierna como ella misma, hizo cuestión de tenderle más comida, la que Elsa esta vez no tomó.
-¿Tu no comes? - interrogó queriendo volver a aquella actitud frívola y distante.
-Comeré después - Insistió tambaleando ligeramente el tenedor - Toma, hermana.
Elsa torció la nariz, un tanto incómoda con aquella situación tan impropia de ella y después frunció el ceño cuando vio al acompañante masculino, riéndose tras su mano.
-Es usted adorable, princesa Elsa - comentó abiertamente haciendo la obsoleta sensatez de tomarle de la mano, regalando en su dorso, un pequeño beso.
-No comprendo el porque - apartó la mano controlándose para no ser brusca - Pensé, que tomo el mundo me tomaba por una princesa arisca y antisocial.
-Eso sólo hace de si, alguien más adorable.
Hubo un choque de miradas, choque que Ana rompió por la mitad, levantándose para llamar ambas atenciones.
-¿Has escuchado del talento innato de Aleixandre con el piano? - interrogó juntando las manos - ¡Es todo un genio!
Elsa negó con la cabeza, pensando en que era más que obvio desconocer dicho talento, pues por muy bien que pudiera tocar, no quisiera escucharle, pues aquella "grandeza" era un revoltijo para su delicado estómago. "Y pensar que quisieran que me casara con él..."
-Exageras, Ana - Cerro él sus ojos, haciendo fina su sonrisa - Aún me queda mucho para aprender. Aún soy un diamante sin pulir.
"Y modesto... Es que lo tienes todo" pensó Elsa desviando la cabeza para poder rodar los ojos y suspirar con indignación. ¿Pasar su tiempo de comer con dicho sujeto? ¡Era preferible soportar las boberías de Jack!
El temita, parecía terminar con aquella modestia impertinente, pero Ana hizo el ademán de seguir halagándolo y Elsa pudo ver, como la nariz se le empinaba en plan Pinocho. Aquel era, él típico noble que está podrido de tanta grandeza. Era él típico que sólo por llevar ropa cara, se creía más que cualquier humilde.
Aunque, al menos con aquel ritmo de conversación, nada de más surgiría de aquella amarga boca, cuán apestosa cabeza.
-El otro día, me subí en un bote y rodee el lago. Era tan bello bajo la puesta de sol.
Elsa se vio sacada de contexto y pestañeo confusa, viendo los ojos cautivados de su hermana, quien enmarcaba su rostro entre sus manos y su acompañante sonreía viéndola, hasta que el rabillo de su ojo captó a la frívola princesa y tuvo un toque distinto. Uno que decía claramente, que una idea con intenciones malas, habían sucumbido su cabeza y pensaba emplearla para afligir a la joven princesa.
-Podríamos ir - sugirió.
-Yo...
-¡Genial! - se adelantó Ana tomando las manos de su hermana entre las suyas, irrandiando de la emoción - ¡Vayamos, hermana!
"¿Qué?..." a Elsa se le contrajo el estómago, cautiva por aquellos ojos repletos de puro dulzor. ¿Cuánto había negado a ellos? Pensó bajando la mirada. Una vez más...
-Yo lo...
-¡Hmm!
Un golpe hizo eco en toda la sala y todas las miradas allí presentes, curiosas se centraron en la misma posición. Los tres individuos cercanos, se quedaron inertes ante aquellos ojos azules que destellaban por donde quiér y en aquellas mejillas rojas propias del severo enfado que representaban las venas enmarcadas en la frente del individuo.
A Elsa se le formo un nudo en la garganta, cuando pudo comprobar asombro en la mirada de su hermana, la cual se había sobresaltado y terminado en una posición un tanto graciosa.
-¡Me lo prometió! - exclamó Jack, el nuevo individuo, con la molestia presentada propia de un infante.
-Oh... - Ana bajo las manos, pestañeado incrédula ante aquella aparición y centro después su mirada en la de su hermana, quien se mostraba un tanto ruborizada - ¿Quién es hermana? - interrogó con sumo interés.
Elsa bajo la mirada, como una criminal admitiendo su crimen y mantuvo por unos instantes la rigidez en su hombros, hasta que Jack hizo el advenimiento de tomarle de la muñeca y a Elsa se le dilataron las pupilas, recordando una vez más cuán patética se había mostrado.
-¿Quién? - optó por la indiferencia, desviando la mirada - No se a que te refieres...
A Jack le llenó de indignación aquella actitud y tomó la actitud de pararse sobre el pupitre de la rubia, gacho y le tomó de la nariz.
Ana se asomó, viendo la intensa escena, abriendo su boca en un "O".
-Comprendo... - Movió la cabeza Aleixandre parándose al lado de la pareja - Es por ello que me miraba así ayer...
Ambos hermanos cruzaron miradas y el albino de un salto retrocedió, aterrizando a la perfección en el suelo.
-¿Se puede saber que haces aquí? - Le asesino con la mirada el joven moreno.
Elsa, se quedó un tanto incierta por aquella hostilidad lanzada a su propio hermano y espero; más bien deseó que Jack se revelará y clavara una puñalada verbal que acabará con aquella grotesca mirada. Más, en ves de ello, lo que recibió fue el silencio y la resignación del albino, quien apenas apretó su dentadura y abandonó la sala, como hijo que obedece a su padre.
Aquello fue... Algo realmente desagradable de presenciar.

Elsa & Jack Frost - Apiádate de mí [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora