Capítulo dieciocho - Los gritos hundidos en las llamas

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"Sabía bien... Que aquel cautiverio era un mejor lugar..."
Los gritos, perturbaron la audición de Elsa, quien se cubrió los oídos en busca de alguna paz y sosiego en aquel infierno, en el cual las llamas se hacían presentes, destrozando el hogar de varias personas, como también... Ellas mismas. Las espaldas, se encontraban y hacían el ambiente, más perturbante del que era.
Jack, esquivo un par de ataques a manos de arqueros y surco los cielos, donde la paz era más posible de hallar... Pero aún lejos del alcance de los humanos, estos se dedicaron a lanzarles flechas, por lo que sin más remedio tuvo que alejarse rápidamente, hasta pararse sobre lo alto de una torre. Se habían alejado de la zona de más guerra y allí sólo se escuchaba los susurros del viento. Que... Sintió Elsa que buscaban también sosiego. El viento... Sólo deseaba surcar la maleza, pura y acariciar el lomo de los animales. Incluso este ser invisible, odiaba a los humanos... ¿Quién no los odiaría? Si incluso Elsa, que era uno de ellos... Los odiaba de verdad. No hacían... Ninguna falta en este planeta.
Jack sacudió su ropa en busca de oxígeno y ardiendo de calor por los nervios. Estaba sudando y apenas podía respirar correctamente. Sus ojos, se fijaban en las bastas llamas que estaban algo a los lejos. Sus ojos dictaban desesperación como también rabia por no poder hacer nada. Intervenir... Sólo sería lanzarse al suicidio. Elsa dudo, que Jack quisiera matar a alguien de nuevo.
Quien dice... Que después de matar al primero es más fácil, esta muy equivocado. En el caso de Jack... No era así.

-Menos mal... Pudimos escapar. Ahora solo tenemos que encontrar a tu hermana e irnos lejos de aquí - dijo Jack volviendo la mirada a su acompañante.
-¿Y mi pueblo? - interrogó Elsa.
Sólo podía estar bien loca como para preocuparse aún por ellos...
-Se las apañaran de alguna manera... - Esquivo Jack el asunto deseando poder sacarla de allí sin que pusiera resistencia - En la guerra, sólo se puede pensar en la vida de uno mismo y de los que más quieres.
-Los niños no tienen culpa de esto - Dijo con rabia, negándose a huir de forma cobarde - Tengo que...
-¡Basta! - grito cansado de la persuasión de Elsa en preocuparse por los demás - Elsa...  ¡Nadie esta pensando en ti ahora mismo! ¿Crees que a alguno de esos le importa si su reina esta viva?
A Elsa se le encogió el corazón. Sabía... Cuanta razón había en las palabras de Jack. A nadie, le importaba en lo más mínimo su sufrimiento. Sólo le sonreían... Porque como a su reina le tenían que sonreír. Era alguien importante y podría llevarles a un futuro prometedor. Había tratado con gente así toda su vida y debería estar consciente de que ayudarles les era bien indiferente.
Debería huir y tan solo cubrir a las dos personas que más quería. Pero...
Levantó la mirada e imagino a las pobres criaturas, corriendo en desesperación, rogando por sus vidas a un asesino que les amenazaba. Hacían todo su empeño, en derramar lágrimas y rogar por sus vidas, pero... Sin ninguna pizca de piedad eran cruelmente asesinados... Y en peor casos antes agredidos sexual o físicamente. También las mujeres, buenas... Muchachas que nunca habían hecho nada de malo. Allí había gente buena... Gente que merecía ser salvada...
-¿Y los niños, Jack? - pregunto con los ojos cubiertos de lágrimas - Piensa en su sufrimiento... En las pobres chicas a manos de salvajes... ¿De verdad esta bien abandonarlos?
Jack apretó la dentadura con rabia e indignación. Sabía mejor que nadie que no estaba bien. Que estaba lejos de ser lo correcto... Pero si quería mantener a Elsa, la mujer que amaba, a salvo, esa era la mejor opción. La única que debería ser tomada. Ya la había abandonado antes en manos de las  despiadadas manos de su maldito hermano... ¿Dejar que sufriera de nuevo? ¡No podría soportarlo!
-Elsa... Será mejor que... ¡Elsa!
En su distracción, Elsa había abandonado la torre, utilizando sus poderes para hacer una especie de tobogán de hielo y bajar rápidamente el alto el edificio, manteniendo con firmeza su mirada en la guerra, la cual estaba frente a sus narices y era obvio que no podía negar. Cerrar los ojos, haría de ella una persona horrible y vivir con él recuerdo de saber que había podido hacer algo, estaba lejos de sus posibilidades.

Jack voló tras la joven, viéndola con fijación. Podía bien obligarla a desistir. A huir por la fuerza. Pero lo que menos quería era que ella le llegará a odiar por eso... Así pues, la protegería. Aunque tuviera que matar a miles de personas con fin de mantenerla a salvo.

Al adentrarse en territorio peligroso. Las llamas hicieron cuestión de sofocar el rostro de la rubia, la cual cubrió con sus manos en busca de algún alivio. Los gritos agudizaban en sus orejas y sin más tiempo a perder, comenzó a hacer uso de sus poderes. Sin el miedo que había tenido en su vida. Sin ningún temor a que pudiera descontrolarse. Con su poder, apagaba el fuego y hacia atrás a los enemigos. La verdad... Tenía miedo de quitarle la vida a quien quiera que fuera.
De pronto, estalló una bomba y Elsa cayó con fiereza al suelo. Jack, acudió rápidamente a su ayuda y en esa distracción, ambos fueron sorprendido por el ataque de un soldado, quien haciendo presente su espada en algo dio un tajo.
Elsa cerro los ojos como defensa propia de su cuerpo y los abrió poco después, no sintiendo ningún dolor pero si temiendo que Jack hubiera salido mal herido del ataque.
Un líquido rojo, salpicó en el suelo y Elsa se llevó las manos a la boca horrorizada, siendo testigo de un asesinato. Jack, había atravesado al individuo con un puñal de hielo y estaba cubierto de la prueba que a sus manos se había perdido una vida.
Fue tanta la impresión, que Elsa demoró ciertos instantes a reaccionar.
-Se que no es bueno que diga esto - comentó Jack seriamente ,- Pero tienes que acostumbrarte a esto, Elsa. No estoy orgulloso de esto, pero... - bajo la mirada - Si quieres salvar a tu hermana y también a los de tu pueblo... Esta es la única opción.
-Lo se... - murmuró Elsa convencida pero también temerosa. Su corazón iba a mil...
Poco después corrían por el lugar, atacando a los soldados y salvando a algunos ciudadanos. Otros... No llegaban a tiempo y, o estaban muertos... O no llegaban a tiempo a salvarlos...

-¿Dónde estará el imbécil de mi hermano? - interrogó Jack con cierta rabia subido al tejado de una casa.
Elsa sacudió la cabeza. Lo menos que le importaba era saber dónde estaba ese idiota. Aunque seguramente Jack hacia esa pregunta imaginando que probablemente se hallaba escondido, en cuanto varias personas padecían en aquella masacre.

Cerca de tres horas después, cierta paz había llegado a aquella zona y Elsa se hallaba junto a Jack y los demás en un refugio bajo tierra, donde trataban de descansar y curar a los heridos.
Era una tortura escuchar los sollozos de los niños o demás personas, que lamentaban la pérdida de familiares. Elsa había hecho lo que había podido, aunque sentía que aquello no habían sido suficiente...
-Elsa... - Jack se agachó a su lado y posó la mano sobre las de la afligida - Lo hiciste muy bien... Has salvado a muchas personas. Me equivoqué... Seguramente te estarán agradecidos de por vida. Yo lo estaría...
Elsa esbozo una pequeña sonrisa. Era bueno siempre contar con la compañía del albino, que aún en situaciones horribles como aquella la hacían ni que fuera, esbozar una sonrisa vaga e insignificante.
Se levantó y dirigió la mirada los demás.
-Ustedes permanezcan aquí, no salgan bajo ninguna circunstancia ni abran la puerta a nadie - Hablo bien alto y a continuación se dirigió a la salida.
-No, reina Elsa - se interpuso un anciano el cual parecía preocupada y completamente desacuerdo con la idea - No debe salir. Usted no...
-Estaré bien - comentó segura - Tengo a Jack acompañándome y además... - hizo uso de su poder, el cual observaron todos impresionados - No soy ninguna persona normal...
Por primera vez había mostrado su poder. Pensó que tendría miedo, pero no tuvo ningún reparo en mostrárselo. Quizás la situación le había ayudado o quizás... La presencia de Jack y el apoyo que le había brindado.

Nuevamente sus pies se desplazaban por el  desgarrado lugar, donde aún el humo, junto a la destrucción, hacían de aquel lugar una verdadera pesadilla. Era bueno que al menos la masacre hubiera parado... Pero el reino era inmenso y no era sólo el de Hector, el suyo..  Probablemente también estuviera bajo la presión de armas y varias personas estuvieran padeciendo en aquel momento.
-Quiero salvar a mi hermana - hablo Elsa fijando su mirada en la de Jack - Esa es mi prioridad.
-Si, esa también es la mía - asintió - Tengo que proteger a mi futura cuñada. - Le guiñó el ojo.
La rubia correspondió a la tontería de Jack con una ilustre sonrisa y poco después se vio elevada nuevamente, en brazos de su albino y a camino de su reino, el cual estaba algo lejos de allí. Y Elsa sintió que por culpa de su ansiedad, parecería que demorarían mucho más.
Aquello parecía una eternidad...
Era tanto el ajetreo, que Elsa no había tenido ni tiempo en pensar ni preocuparse por lo horror que había vivido ni en privarse de ser tocada por Jack, a quien le preocupaba que pudiera contagiar su suciedad.

Ahora surcaban los cielos, grises como el paisaje que se deslumbraba bajo a sus pies. En efecto, la guerra se hacia presente y aún a metros del suelo, Elsa podía sentir, que los gritos agudizaban en sus oídos y la atormentaban.

Elsa & Jack Frost - Apiádate de mí [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora