Capítulo nueve - Bajo esa barrera hostil

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¿Qué te sucede? Quizás no era la pregunta más propia del momento, pero la preocupación que se reflejaban en sus ojos, había trasmitido que le importaba de verdad. Que de verdad se preocupaba por él. ¡De verdad lo hacía! Quizás no estuviera bien preocuparse por alguien a quien apenas conocía, pero lo hacía y aquella vez no hizo cuestión de ocultarlo, le mostró abiertamente toda su preocupación. Incluso se abstuvo de mantenerse distante y posó la mano sobre la pálida y fría del albino, que entre lágrimas se forzó a esbozar una pequeña sonrisa. Poco después negó con la cabeza, a la que vez que limpiaba sus lágrimas en la manga púrpura de su suéter.
-Estoy bien - Eran las palabras obvias que Elsa se esperaba.
-Obvio que no - Le miró con detenimiento - Puedes decirme, Jack.
Le estaba abriendo su corazón, sin ninguna barrera. Incluso le permitiría que le abrazara, que hundiera su rostro en su pecho y sollozara como un niño. Elsa estaba dispuesta a ocultar aquel acontecimiento de todo el mundo. Lo mantendría en secreto, sin embargo... Jack, se mostró un tanto frío con ella y una vez más negó.
-De verdad lo estoy - Volvió a repetir como si eso la convenciera y luego se forzó nuevamente a sonreír. Poco después, estaba haciendo su pícara sonrisa acercándose a la princesa sólo para molestarla, sólo que Elsa se mantuvo neutra de expresiones y el albino acabo por suspirar resignado.
Poco después, abandonó ella su castillo y regresó a su hogar, sin Ana que se había quedado hablando con su supuesto amigo.
Si Jack no quería hablar con ella, era porque en definitiva no confiaba en ella. Era normal puesto que no se conocían, sólo que en su íntimo se había hecho a la idea de que existía cierto lazo especial entro ellos, en definitiva, estaba equivocada. No tenía ni idea del porque, pero estaba muy decepcionada.
Aquella tarde, se dejó de papeleo y salió a dar un paseo a lomos de su caballo blanco como la nieve que gozaba de ilustre belleza que brillaba a los cuatro vientos. Elsa amaba a su compañero y no era sólo por su distinguida belleza, sino por lo cariñoso que era con ella. Casi no tenía tiempo, pero le encantaba poder salir de vez en cuando a lomos de su mejor amigo, caminando a la orilla del lago y viendo con cierto vacío, el paisaje inexplorado allí a lo lejos. Es cierto, ser princesa supone ser prisionera de un reino.
En sus intentos por sentirse más liberada, Jack vagaba su cabeza y supo que si no hacia algo, lo tendría rondando en su cabeza por a saber por cuánto tiempo y eso en definitiva no podía ser. Ese albino alocado no tendría tal privilegió.
A la mañana de dos días después, Elsa dejo a su cabellera en libertad, posándose a su antojo sobre sus hombros y cambio un poco el maquillaje a un tono azulado. Luego salió de la habitación y se dirigió a la de Ana, quien salía en aquel momento lista para tomarse el desayuno e irse a clases. La verdad se sorprendió al ver de buena mañana a su hermana allí cerca.
-Ana, ¿Podrías organizar algo divertido para esta tarde? - Le hablo con algo de cierta pena.
La pelirroja parpadeo incrédula ante la petición de su hermana, no obstante no tardó en sonreír despampanante y asintió sin fin de veces.
-¡Por supuesto! - Exclamó con ojos brillantes y rebosantes de emoción.
Elsa agradeció un tanto ruborizado y se retiró antes al comedor. Ana fue tras ella, cantando mientras daba pequeños saltos, moviéndose por el camino en pasos de baile y riéndose feliz. Por lo pronto, Elsa sólo se encogió de hombros y bajo la cabeza sintiéndose el ardor en sus mejillas. Si ya estaba así, no quería imaginar cuando...

-¿Qué dijiste?
En las traseras de la escuela, un sorprendido albino parpadeaba incrédulo ante la presencia coloreada de una princesa, que retorcía sus manos con sumo nerviosismo. Esta maldijo que hubiera tenido la misma reacción que su hermana. Sabía que era raro viniendo de ella, pero... ¡Podrían fingir un poco para no hacerla sentir tan apenada!
-¡Lo que dijo! - salió la pelirroja de detrás de su hermana, casi abalanzándose sobre el sorprendido muchacho - ¡Iremos los tres a dar un paseo por el lago!
A Jack se le subieron los labios hasta mostrar toda su dentadura, hasta que estaba volvió a bajarse, mostrando en vez de emoción una decepción enorme. Sus ojos se arrastraron hacia un lado, el lado en el que estaba Ana y suspiro con tremendo pesar.
-Rayos... Si vamos los tres ya no será una cita...
-¿Cita?
-¡¿Cita?! - A Elsa le estremeció hasta el dedo meñique del pie, ¡Cómo había pensado que-! - ¡No es ninguna cita!
-Haber... - Se acercó Jack a Elsa, posando una mirada pícara en ella - ¿No se supone que pretendes animarme? En tal caso... - Subió como una araña el brazo de la princesa con la mano y la rodeo por fin - ¡Una cita haría que mis ojos deslumbrarán como joyas!
-Bueno... - Dejo decaer la mirada, apartando con las puntas de los dedos la incómoda mano - Si tu felicidad conlleva al sufrimiento de tener que soportar tu presencia fuera del recinto escolar, prefiero que mueras en agonía - Sonrió sarcástica.
El albino se llevó la mano a la cabeza como una víctima olvidada y despreciada e hizo teatro arrojándose al suelo, como desecho que nadie aprecia.
-Cuanta hostilidad... No merezco esto - Fingió llorar y sólo Ana cayó a su cuento y se agachó preguntando si estaba bien - Shhh... Tranquila estoy bien - Le guiñó el ojo ocultando su rostro bajo su brazo.
-Ah... - Elsa movió la cabeza y clavo la punta de su tacón en la espalda del joven que se retorció de dolor - ¿Vienes o no?
-¡Voy, voy! - Suplico él finalmente rindiéndose a sus pies.

Después de terminar el horario escolar, los tres jóvenes fueron llevados en carroza hasta el establo del castillo de ambas princesas. Por el camino,  Jack se apego a su hermana, quien se reía descabellada e Elsa tuvo la sensación que su querido amigo tonto, lo hacía a propósito, quizás pensando que eso le molestara, más ello no abrió siquiera la boca y sólo observó el pasto que en línea recta seguía a cada lado se la carretera de piedra.
Jack bajo primero y se inclinó ante la pequeña Ana que le tomo la mano siguiéndole el juego sin poder parar de reír, por su parte Elsa apenas suspiro ante su absurda actuación y negó su "ayuda" con hostilidad.
-Si pretendes animarme, princesa, ese no es el camino.
De nuevo actuaba como el desgraciado, pero nuevamente recibió su ignorancia.
-¡Me encanta andar a caballo! - Exclamó Ana rodeando el cuello de su bello corcel oscuro que rechino los dientes ante el abrazo de su amiga.
-Oh, ¿Y a ti? - Miró a Elsa con una sonrisa, la cual asintió simplemente reuniéndose con su caballo, el cual posó la cabeza sobre su hombro, buscando sus caricias.
Ana se distraía con la compañía de su compañero animal, por lo que el escurridizo Jack se movió con sigilo, robando la mano de la rubia princesa, quien fue sellada en el silencio de una mano prisionera que se posó en sus labios y fue sucumbido a la presión de una fuerte garrafaga en la subida inesperada Jack, llevándola al basto cielo, que como la vez anterior la hizo soltar un grito y agarrarse al contrario. ¡Jamás se acostumbraría a aquella sensación!
-¿Qué haces? - Se entrecorto en su nerviosismo - ¡Ponme en tierra ahora mismo!
- No - Hinflo los cachetes el crío de Jack, el que sonriendo como crío se aferró al contacto de la joven, la cual roja se negó rotundamente.
-¡Vamos a montar a caballo! - Exclamó ella posando las manos sobre el rostro de Jack, quien seguía negando, como niño que quiere su piruleta - ¡No seas crío Jack!
-Si bajamos, no estaremos solos... - Se quejo.
-¿Ah? Pero que estas diciendo... ¡Baja ya!
Elsa le incomodaba aquel comportamiento. Le molestaba Jack en general, tenía aquella habilidad de cambiar de actitud como quien cambia de zapatos, tan inesperada e incomprensible, ¡Realmente no eran compatibles!
-¿No querías saber la razón de mis lágrimas? - Interrogó él imponiendo cierto misterio, el que cesó los intentos de distancia de Elsa, la cual asintió seriamente.
-Dime.
El albino clavó su mirada seria en los claros de la contraria, la cual sintió que algo en su interior se retorcía. Sus labios se contrajeron, como si esperarán algo, que ni ella sabía el que. Su corazón, iba a mil ¡Para! Le grito al estúpido órgano que sólo hizo lo contrario. El pecho le dolía y... ¡Oye! ¡Los labios de Jack estaban cada vez más cerca y...! ¡Elsa detenle! Tenía que detenerle, ¿No? Después de todo no deseaba aquel contacto, entonces... ¿Por qué sus manos estúpidas no se movían? Por... ¿Por  qué sus párpados habían comenzado a sentirse pesados? ¡Ya no comprendía ni su propio cuerpo!
-No diré - Le guiñó el ojo el albino, ¡pegada a ella!
¿Eh? Elsa abrió los ojos, que... No sabía cuándo se había cerrado y encaró la estúpida sonrisa de Jack, que siguió de una risa estúpida... ¡Estúpido! Los nervios de Elsa repentinamente estallaron y su rostro se había puesto completamente roja. ¡Aseguró que no era ni por pena ni por mera vergüenza! Elsa... ¡Quería acabar con aquel energúmeno miserable!
-Jack... - Una sombra cubrió sus ojos y sus dedos crujieron.
-¿Elsa?... - La risa se cambió por miedo y palidez. Los ojos de Jack, de pupilas casi invisibles se contrajeron y las manos, que sujetaban a la princesa, temblaron tanto que... Ai va...
Suspendido en el aire, vio como la psicópata princesa era arrastrada a la tierra a metros de distancia, la cual gritaba aterrada, a la vez que el viento deformaba su rostro.
-Uh... Cuidado... - impidió la segura muerte de la princesa Elsa, la cual se agarró aterrada al albino, el que hizo cuestión de reírse.
Había sido divertido, ¿No?
-Vamos Elsa, ya... - A Jack le estremeció el corazón, cuando vio sorprendido lágrimas asomadas en los ojos de Elsa y el terror en su pálido rostro.
Ahora... Había dejado de ser aquella princesa hostil y severa que le había atormentado diversas veces. Aunque... Se las merecia. Ahora, más frágil y vulnerable que nunca, había comenzado a llorar, como cualquier muchacha que hubiera vivido su misma experiencia. Claro... Elsa, pese a su habilidad, era una chica común y corriente.
-Lo siento... - La refugio entre sus brazos - Lamento haberte asustado, de verdad, no llores más Elsa.
Minutos fueron necesarios, para que el llanto fruto de aquella experiencia apaciguara. Era de esperarse su furia, como Jack temía, pero... Estaba arrasada, aquel terrible susto había arrasado con su espíritu luchador y entre las restantes lágrimas, se rindió entre los brazos de su compañero quien esbozo una pequeña sonrisa.
-Eh... - Le susurró descubriendo bajo un mechón de su flequillo un rostro bello y manchado por el sufrimiento, que reposaba tranquila, aferrándose a su camisa, como si no quisiera que se separa de él - ¿No querías saber que me atormenta?...

Elsa & Jack Frost - Apiádate de mí [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora