Capítulo quince - La "nueva" Elsa

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-¡Aleixandre!
Ana se hallaba frente al centro de reuniones en el centro. Después de transcurrida otra de las reinos de guerra, la pelirroja se metió entre la multitud, con la meta de alcanzar al individuo, que ahora era el esposo de su hermana. ¿Raro? ¡Si! Incluso se sentía traicionada. No porque sintiera algo por él, pues apenas le había visto siempre como un amigo. O al menos... Había creído ella. ¿Qué amigo escondía sus intenciones respecto a su hermana? ¿Qué amigo le prohibía verla?... ¡Era obvio que había sido utilizada! Si no era eso... ¿Entonces que?...
El bien hallado, le declaró una sonrisa corriente - como si no hubiera pasado nada - y se acercó a su amiga, como siempre, dispuesto a tomarle la mano en un saludo cordial, más la pelirroja se hecho para atrás, reflejando a la vez la frialdad en su mirada. No había necesidad de palabras respecto a cómo se sentía en aquel entonces respecto a él.
La multitud les apretaba. Los ciudadanos estaban inquietos y Ana apenas podía escuchar sus propias palabras de reclamo, de pedido de justificación. Por lo que, aún odiando a aquel tipo, de un salto se pegó a él.
-¡Que significa esto! - exigió haciendo claras sus venas en su frente.
El contrario apenas encogió de hombros, dando a entender que no comprendía aquellas palabras, y antes que ella le atacara una vez más, él se adelantó arrastrándola con él por entre la gente, hasta al final hallar una remota esquina detrás del edificio y al fin... Él pudo suspirar de puro alivio, hasta que... Ana, le clavó una bofetada que le hizo crujir los dientes.
-¡¿Qué haces?! - grito él en furia.
-¡Esa es mi línea! - grito Ana más alto para no quedar por debajo - Te casas con mi hermana sin avisar y encima me prohíbes de verla, ¡Que pasa contigo!
Aleixandre acarició su mandíbula, exhibiendo una despampanante sonrisa - Ah... Así que hablabas de esa minucia.
Ana arrugó el entrecejo confusa, pues no supo si llamo minucia al asunto o a su hermana. El caso es que... Fuera cual fuera, ¡Estaba muy enfadada!
-¡Como que minucia! - puso los brazos en jarra y casi se lo comió con la mirada - ¡Es mi hermana! ¡Eres un maldito desgraciado! - El contrario apenas se carcajeó y ella se abalanzó sobre él - ¡Maldito seas!
-¡Aparta! - empujo sin ninguna privación a la joven, la cual cayó de forma caótica al suelo y chilló de dolor - Escucha - se sacudió la ropa como si se quitara el polvo y ajustó el bordillo del collarín de su traje - No tengo tiempo para tonterías. Mira, no tengo ninguna especie de interés en tu hermana, sólo que, los fines justifican los medios...
-¿Eh? - Ana francio la nariz hundida en la confusión - ¿A que te refieres?...

El salón era enorme y ella era la única, que se hallaba comiendo en la enorme mesa. Había diversos platos que probar, pero Elsa desde la noche anterior no había tenido ningún apetito. Tampoco había comido en la mañana y eso que las sirvientas se lo habían pedido, pero no había cedido. Sabía que no debía enfermar, debido a las circunstancias, más... Nada entraba en su estómago.
Cerro los ojos, sobrepuestos por camadas de maquillaje azul, que como el demás maquillaje, expuesto de forma exagerada, cubrían los rasgos de sus lágrimas, que le habían desgarrado en la noche anterior. Más horrible que su lugar se ahora, había sido la despedida de Jack, esa si le había desgarrado el corazón. De ahí, ya no levantaría cabeza.
Parecía que lo más horrible, ya había pasado...
-¡Buenos días!
Como de equivocada estaba...
Eran las siete de la tarde y su "querido" esposo, había llegado...
-Mi querida princesa... - El intruso impregnó un sutil beso en el cuello de la princesa, la cual no emitió ningún tipo de emoción.
-Buenas... - Apenas dijo. Sólo, porque tenía que decir.
-Perdona... - Posó su mano sobre el dorso de la suya - No haber aparecido ayer, es que más reuniones ocuparon más del tiempo estimado.
"Cuanto di gracias por ello"
Finalmente, encaró el rostro de su marido, cuando esté de sentó a su lado. Una vez más pensó... En lo absurdo que era, que la persona que amaba y la que más odiaba, tuvieran el mismo rostro y la personalidad tan diferente. Era obvio pensar, que aquella era sólo una especie de broma del llamado "destino".
-Se que estuvo ocupado... - Tomó un poco de puré, sólo para fingir que se había cuidado como se debía.
Aleixandre sonrió al parecer complacido por su poderío y cruzó los dedos, dispuesto solamente a observarla comer y Elsa sin remedio tuvo que hacerlo así.
-¿Tu no comes? - pregunto deseando que su atención se alejará aunque fuera un segundo de ella.
Negó - Ya comí con mi padre en un restaurante. Por cierto,  prometo llevarte allí, pues hacen manjares espectaculares.
Recibió por repuesta, un sencillo asentir.
Más tarde, Elsa se ilusionó con la idea de que se había librado por una noche más de las presencia de dicho individuo y tras vestirse su camisa de dormir, se hecho en la cama e hizo presente los recuerdos de la noche anterior. Las vibraciones de Jack aún recorrían su cuerpo como un exceso de descarga, que la encendía y la hacía vibrar e emocionarse a la vez.
Dejo su mano libre acariciando sobre su pecho y sonrió extasiada por las miles de sensaciones que sentía en apenas un roce.
"Ah..." se dejó llevar por el sentimiento y acariciando su corazón, cerro los ojos y saboreó una vez más las sensaciones de su primera vez.
¡Oh no! Entonces, se dejó de fantasías y de pamplinas. ¡Había perdido su primera vez! Y a menos que fuera muy estúpido o atrasado mental, se daría cuenta del gravísimo error que ella había cometido.
-Cariño... - Hablando del rey de Roma.
-H-hola... - A Elsa se le atraganto con algo inexistente que se hallaba atravesado en la garganta.
¡Mierda! Se mato Elsa mentalmente en un matojo de nervios, a cada paso que daba el  individuo reduciendo su distancia, a Elsa se le encogía el corazón, con pavor. Que tonta había sido... Por un "desliz" echaría a perder todo su esfuerzo.
-¡Espera! - interpuso su mano viendo ya la mano intrusa al asecho entre sus ropas - ¿Brindamos antes? - hizo utilidad de sus encantos. ¡Que asco sintió al hacerlo!
Aleixandre sonrió gustoso con la idea y asintió - Veo que has comenzado a cooperar - abrazo a Elsa por la cintura - Así me gustas más.
Ella le dedicó la sonrisa más falsa que se pudiera mostrar y recibió un beso, sintiendo a continuación la distancia. ¡Bendita distancia!
-Iré - se detuvo en medio de la puerta - A buscar un buen champán. Tu esperame, mi reina - Asintió ella.
Ah... Se dejó caer vencida sobre la cama, pensando en el sacrilegio que venía a continuación y un revoltijo en su estómago casi la hizo vomitar, por lo que se abstuvo de seguir pensando e únicamente centro su visión en la puerta, esperando el regreso del desgraciado aquel.
Pocos minutos después, aparecía él, con dos copas y una botella de champán.
Observó a la rubia con una sonrisa perversa y lleno después ambas copas, dejando la botella sobre la mesilla de noche, y tendió una de las copas a la joven presente.
-Gracias - volvió a sonreír con falsedad y mojó únicamente los labios con el licor.
Ya... Parecía no tener mucho sentido aquel cambio repentino. Pero la verdad estaba muy bien pensado.
Cuando la copa de Aleixandre estaba casi vacía ella le servía más. Ella bebía con lentitud. No podía permitirse quedarse borracha. Tenía que estar consciente, eso si quería que su plan saliera perfecto. Tan perfecto, que el individuo creería que aquella noche había robado la pureza de la joven.
-Eres una belleza - media hora después, el príncipe se hallaba borracho y le dedicaba una sonrisa más simpática a Elsa. Quizás... Fuera más simpático borracho.
-Gracias... - rió Elsa sólo siguiendo la corriente.
Era tonta. Desde hace un rato, había comenzado a tener la esperanza que el dicho momento no llegaría. Que quizás podría seguir dándole la vuelta, pero que va...
- ¡Mi princesa! - pronto, Aleixandre se hallaba sobre ella, con la mirada perdida y bajo esta camadas de rojo producto del alcohol. Aún atontado, hizo cuestión de entrometer su mano en el camisón de Elsa.
"Vale..." las lágrimas asomaron los ojos de Elsa y matando su orgullo, dejo que aquel ser despreciable se entrometiera en ella. No tuvo ningún remedio más... Aunque el desagradable momento, duro apenas unos quince minutos, ya que... Estaba Aleixandre tan borracho, que nada más terminar, se quedó dormido como un bebé.
"No puedo moverme..." después de haber logrado ultrapasar el maldito instante, Elsa... No podía moverse. No podía dejar de odiar su cuerpo y los sollozos eran inestables. Le ardían los ojos, así como todo poro de su piel. Estaba rendida y sentía como todo el mundo le venía encima. Era una sensación más que desagradable y deseo que ojalá muriera en aquel instante. Claro que... La vida no le daría tal regaló aún...
Aún sin fuerzas, movió su cuerpo. Tenía que levantarse, tenía que terminar su maldita misión...
Arrastro sus pies - porque era la única manera de moverlos - y abrió las puertas del armario, sacó una bolsa de plástico y de esta las sábanas de ayer, donde era presente la prueba de la pérdida de su virginidad.

Ante el primer toque de la mañana, el príncipe despertó, complacido, pero al mismo tiempo con un tremendo dolor de cabeza por la resaca. Lo primero que hizo fue ver a su querida princesa, que mal dormía y después se percató de su "triunfo" presente en las sábanas y sonrió complacido ante aquella prueba de "victoria"
"Mira Jack" hablo el mente riéndose en la cara imaginaria de su hermano "Mira como me he divertido anoche, con tu tonta novia". Eran tantas las ganas que tenía de reírse, que inevitablemente una pequeña carcajada escapó de sus labios y luego envolvió a la joven - haciendo más prueba de que era suya - y hundió sus labios en su cuello, regalándole un chupón, una prueba más de su poderío. Elsa se quejó, por el dolor que quedó impregnado en una zona más de su cuerpo y luego fingió seguir dormida.
No quería verle, no quería hablarle. ¡No quería más nada viviendo de él!
Fue una suerte que este se marchara, después de darse un baño y que no le dijera nada.
-Elsa... Eres una rata... - se dijo una vez sola, acariciando sus antebrazos con las manos, arqueando su propio cuerpo.
¿De que servía frustrarse? Ya estaba hecho... Desde ahora esa sería su vida y tenía que hacerse a la idea de que sería así, además... No había nada peor que aquella miseria, eso pensó ella al menos agarrándose a esa tenue esperanza de que era así, aunque... Estaba bien lejos de la verdad.
Quizás había evitado muertes, pero habría muertes. En la guerra muere mucho gente y varias familias terminarían hundidas después. Perderían su hogar, su orgullo, su dignidad... ¿Cuántos sufrirían su misma sensación en la guerra? De hecho... Llegarían a sufrir más, pues aunque odiaba a Aleixandre, él al menos no la agredía, pero en cambio aquellas pobres almas serían humilladas y golpeadas sin privación ni contemplación. Ella estaba protegida en el interior de las murallas y ellos no... Viéndolo de esa perspectiva, podía incluso exagerarse diciendo que ella estaba viviendo un hermoso sueño color rosa. Claro que... Estaba bien lejos de ser verdad. Porque si vivir con Aleixandre era un sueño de color rosa... ¡OMG!

Elsa & Jack Frost - Apiádate de mí [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora