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Todos decían que era luz, que nací para ayudar a la gente que estaba en la oscuridad, nunca nadie me dijo que en realidad yo era oscuridad, que yo era maldad, que era aquello que nadie debía merecer. Que no podían amarme y yo amar porque es un pecado profundo amar a alguien que no puede corresponderte, son como dagas esos sentimientos que con añoranza se guarda receloso hacia una persona. No puedo eximir mi culpa no puedo remitir mis acciones y tampoco seré capaz de retroceder el tiempo para evitar que tu dolor no sea tan grande.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora