Carta de Marta

195 24 0
                                    

La vida a veces es bonita.
Digo a veces, porque como todo, tiene partes malas.
Cuando vas al cine y ves una película, te puede gustar, incluso ser tu favorita, pero habrá algo de ella que no te gustará. La diferencia es que no le darás importancia.
Tal vez mi problema fue ese, no supe fijarme en lo bueno.
Me violaron, sí, pero hasta los 9 había tenido una vida de lo más normal. Iba a clase, sacaba buenas notas, mi familia estaba unida, nos queríamos. ¿Qué culpa tuvimos de que mi hermano fuera un enfermo? Ninguna. Pero tuvimos que pagar un precio demasiado elevado.
Mientras mis padres intentaron que yo estuviera bien, iban reconstruyendo su vida, por separado. Decidieron mandarme a un centro psiquiátrico e irse lejos a vivir, sin mí. Mi madre se volvió a casar. Es un hombre que la cuida, la respeta, le quiere. No la culpo, ni a mi padre. Él decidió viajar por el mundo, conocer nuevas personas, vivir al fin.
Mi violación les sirvió para rehacer sus vidas sin hijos, sin responsabilidades. Podían llegar a la hora que fuera, no había platos que llenar.
Mi hermano fue a un centro de menores. Aunque ahora está en libertad, sin cargos. Supongo que haciendo también su vida.
A mis casi 17 años de vida, no soy feliz. Pero ellos sí. Han sabido dejar de darle importancia a un asunto que a mí me machaca. Por eso no le veo sentido a seguir sufriendo. No quiero darte este ejemplo, pero si tienes un perro ya mayor, enfermo, que sabes que sufre, es mejor que muera a que siga jodido. ¿Entiendes?
Eres una chica fantástica. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos. Hemos peleado, discutido, disfrutado y vivido. Hemos hecho de la tortura un mundo más o menos estable. O mejor dicho, lo has hecho tú. Me has traído calma, me has hecho olvidar, has hecho que me distrajera, me has apoyado. Te debo tantísimo... no sabría ni como devolvértelo. Eres una chica con una vida complicada. Pero sabes qué? Tú sola te la complicas. Tienes una puerta enorme con una señal que dice "SALIDA", pero tú no sales. Prefieres estar dentro porque ya sabes como se vive aquí. No te puedo asegurar que afuera estarás mejor, pero cariño, peor que esto no sé que hay. Y no me refiero al centro, me refiero a la enfermedad. Has adelgazado, muchísimo, y seguro que seguirás haciéndolo si te lo propones. Pero hazlo bien, no seas como ellas, no te mates lentamente. Y no te deprimas si no estás bien físicamente. Todo tiene solución menos la muerte.
Esta vez me he asegurado de que no puedas venir a salvarme. Y te agradezco tanto que lo hubieras hecho la otra vez, aquella charla contigo hace unos días me abrió los ojos.
Disfruta de lo que te queda, y recuerda, si sales, procura no entrar, o al final saldrás en una camilla.

Te quiero,
Marta.

Vivir como una gorda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora