Capítulo Catorce
El lunes, mientras regresaba a casa tras un día en que todo había ido mal en la oficina, María recibió un mensaje de Esteban en el que le decía que no lo esperara a cenar porque debía asistir a una cena de negocios.
Aquello apenas le hizo alzar una ceja, pero no sucedió lo mismo con la llamada que recibió poco después, mientras aguardaba ante un semáforo en rojo en Toorak Road.
—No esperes levantada —le informó una conocida voz femenina con una ligera risa—. Pienso estar con él hasta muy tarde.
Ana Rosa.
María no necesitó mucho para sumar dos más dos... ¿pero la conclusión era la correcta, o se trataba tan sólo de un intento más de la actriz de crear problemas?
Su primer impulso fue llamar directamente a Esteban para que le dijera la verdad, pero el semáforo se puso en verde y tuvo que esperar hasta llegar a casa.
Pero cuando finalmente lo llamó saltó directamente el buzón de voz. Tras un momento de duda decidió colgar sin dejar ningún mensaje.
La posibilidad de que Esteban estuviera cenando con Ana Rosa estuvo a punto de destruirla. Imaginarlos compartiendo el vino, la comida, las miradas, la anticipación... hizo que se le desgarrara el corazón.
Pero había asuntos prácticos que atender y cuando entró en la cocina lo hizo con una sonrisa.
Tras saludar a Rebeca le dijo que Esteban no iba a cenar en casa.
—Puedes comer con tu marido lo que has preparado.
—¿Y usted? —preguntó Rebeca, preocupada—. Necesita comer.
El mero hecho de pensar en la comida hizo que María se sintiera enferma.
—He almorzado fuerte —no era cierto, pero no quería entrar en explicaciones—. Me prepararé algo ligero más tarde —con una sonrisa, añadió—: Vete tranquila.
Rebeca pareció dudar.
—¿Está segura?
—Totalmente.
Cuando Rebeca se fue, María decidió que lo que necesitaba era distraerse.
Tras tomar una ducha y cambiarse, trató de concentrarse un rato viendo la televisión, pero fue inútil. Seguía sintiéndose inquieta como un animal enjaulado, poseída por una tensión que no hacía más que aumentar mientras hacía verdaderos esfuerzos para tratar de no dejarse llevar por su imaginación.
Quería llamar a alguien... ¿pero a quién? ¿A Shannay? Pero Shannay estaba asistiendo a una cena con Tom.
Finalmente decidió retirarse a su estudio a pintar.
Situado entre el garaje y la casa, el espacioso estudio contenía todo lo que necesitaba para satisfacer su inclinación artística. Era una afición, algo que agitaba su alma y le permitía expresar sus emociones con pintura en un lienzo. Solía hacerlo a la vez que escuchaba música, y para ello tenía un equipo de sonido y montones de CD's de toda clase de música en un rincón del estudio.
Aquella noche necesitaba algo con espíritu, tempestuoso. Y preferiblemente a buen volumen.
Colocó un lienzo en el caballete, seleccionó las pinturas... y empezó. El rojo, el negro, las salpicaduras cié naranja, empezaron a tomar una forma abstracta.
Expresiva, explosiva, la pintura reflejaba algo digno de haber sido interpretado por algún psicólogo.
Pero a María le daba igual. Aquello le servía como catarsis y acabó perdiendo la noción del tiempo.
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Quiero que me ames
Roman d'amourProtagonistas: Esteban San Román y María San Román Argumento: María y Esteban San Román sabían muy bien lo que hacían cuando decidieron casarse por conveniencia. Ellos sólo tenían que comportarse en público como una pareja feliz para crear una al...