Capítulo Final

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Capítulo Diecisiete

Por tercera mañana consecutiva, María tuvo que preguntarse por qué se sentía... diferente.

No era nada que pudiera definir con claridad. Tan sólo se trataba de un sutil cambio. Sentía más apetito, una extraña aversión a alguna de sus comidas favoritas y sus pechos parecían más... sensibles.

¿Le habría sentado mal algo que había comido? También había empezado a sentirse más cansada al mediodía, le apetecía acostarse antes de lo habitual y se quedaba dormida en cuanto apoyaba la cabeza en la almohada.

¿Sería posible que...?

No, no podía ser.

Pero cuando hizo las cuentas necesarias tuvo que sentarse en la silla más cercana para asimilar la posibilidad.

Experimentó un sinfín de emociones... excitación, anticipación, alegría. Y una punzada de inquietud.

¿Un bebé?

La necesidad de enterarse la hizo ponerse en pie, tomar su bolso y salir en busca de la farmacia más cercana.

Había una tendencia a volver a casa corriendo tras comprar la prueba para el embarazo, pero María se obligó a esperar y pasó un rato en un mercadillo cercano a su casa que sólo abría los domingos.

Compró algunos objetos de adorno, uno de los cuales pensaba regalar a Rebeca, y, tras tomar un refresco, regresó a casa.

Almorzó con Esteban, que ni siquiera esperó a tomar el café antes de encerrarse en su estudio para trabajar un rato. Al día siguiente tenía una reunión de trabajo en Gold Coast y necesitaba elaborar su estrategia.

María retrasó la subida al dormitorio con la excusa de elegir un libro entre los varios que tenía pendientes para leer.

«Hazte la prueba».

De acuerdo. Leería las instrucciones y pensaría seriamente en ello.

«Idiota».

¡Por Dios santo! «¡Hazla!».

La prueba resultó positiva.

Una agradable sensación invadió el cuerpo de María mientras rodeaba instintivamente su vientre con las manos.

Lo primero que haría a la mañana siguiente sería pedir hora con su médico para que le hiciera una prueba completa.

Entretanto se reservaría la noticia para sí.

Fue más fácil de lo que esperaba, porque ni siquiera se enteró cuando Esteban se metió en la cama, y cuando despertó a la mañana siguiente ya había salido para el aeropuerto.

Consiguió una cita para las tres de la tarde y el día se le hizo especialmente largo mientras se enfrentaba a las habituales llamadas de trabajo y participaba en una conferencia a tres vías con ejecutivos de Brisbane y Sydney.

Tuvo que esperar media hora para ser atendida en el centro médico, pero salió sabiendo que estaba embarazada de siete semanas.

Regresó al coche sintiendo que levitaba.

Un bebé.

Su boca se curvó en una sonrisa mientras tomaba el ascensor para subir a su despacho.

Quería llamar a Esteban, pero sabía que estaba ocupado y que tardaría en volver. Además, quería darle la noticia en persona, no por teléfono.

Quiero que me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora