Epílogo

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Epílogo

Siete meses después, María dio a luz gemelos por medio de una cesárea. Una niña y un niño con los ojos y el pelo oscuro de su madre.

Llamados Héctor y Estrella, eran la luz de la vida de sus padres.

El bautizo fue un acontecimiento feliz al que asistió la familia y los amigos más cercanos. Después hubo una celebración en casa de María y Esteban.

Shannay tenía en brazos a Estrella, que sonreía y daba pataditas en el aire, feliz por la atención que estaba recibiendo.

—Es preciosa. Y parece tan contenta...

Esteban pasó un brazo por los hombros de su esposa.

—Como su madre.

María sonrió.

—Y Héctor ha salido a su padre.

En aquel momento Héctor se puso a llorar y Anamaria lo retiró de brazos de Santo a la vez que dedicaba a éste una mirada acusadora.

—Hay que darles de comer y acostarlos.

—¿Te lo ha dicho el niño? —preguntó Santo con expresión inocente.

—No tienes ni idea.

—Ya están otra vez —murmuró María junto a Esteban —.Voy a rescatar a los niños y ocuparme de ellos —dedicó una sonrisa a Shannay—. ¿Quieres venir conmigo?

—Creía que no ibas a preguntarlo nunca.

María tomó a Héctor en brazos y subieron juntas la escalera hasta la habitación de los niños.

Shannay contempló con evidente admiración las paredes decoradas con motivos infantiles, los móviles suspendidos sobre cada cuna, los muñecos de peluche que había por todas partes.

—Guau. Estoy impresionada.

María se sentó en la mecedora y se puso a dar de mamar al niño.

—Espero arreglármelas tan bien como tú cuando tenga el mío —añadió Shannay.

María le dedicó una penetrante mirada.

—¿Eso ha sido un comentario general o...?

—Estoy de tres meses —el rostro de Shannay se iluminó con una sonrisa—. Aparte de la familia, tú eres la primera en saberlo.

—¡Es maravilloso! Felicidades.

—Lo mismo piensa Tom.

—¿Y los hijos de Tom?

—También están encantados. No dejan de sugerir nombres y todo tipo de cosas. Y la madre de Tom prácticamente levita ante la idea de tener otro nieto. De manera que todo va bien.

Shannay no había tenido una transición precisamente fácil como madrastra.

—Me alegro mucho por ti —María apartó a Héctor de su pecho y se lo entregó a Shannay—. ¿Puedes ocuparte de hacer que eructe mientras yo me ocupo de Estrella?

Una vez que ambos bebés estuvieron acostados y dormidos, María aprovechó la ocasión para dar un abrazo a Shannay.

—¿Quién habría dicho hace un año que las dos íbamos a ser madres?

—Es magnífico verte tan feliz.

—Gracias.

Y era un placer sentirse feliz, sin necesidad de simular, sin inseguridades ni dudas.

Quiero que me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora