010 | neón

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× Horan.

Este era el último lugar donde quería estar en una noche de domingo.

Podría haber estado en el gimnasio, o en el campo de fútbol, o el laboratorio de química, o en mi pieza durmiendo. Pero en cambio, llantos de bebé llenaron mis oídos, gente corriendo para llegar a sus vuelos, y padres que no saben controlar a sus hijos con bolsas debajo de sus ojos y cabellos hechos un desastre. Había un par de personas alineadas en el mostrador de recepción con maletas. En la sala de llegadas, había una curiosa mezcla de personas aburridas y emocionadas. Hombres con trajes hablaban en voz alta por sus teléfonos, sin preocuparse quien los escucha, y parejas diciéndose adiós con un beso.

Habían pantallas planas con las llegadas y salidas en la pared del aeropuerto. Una escultura abstracta del tamaño de un dirigible sobre las cabezas de todo el mundo parecía lo suficientemente pesada como para crear un terremoto si se cayera. En el fondo, la música clásica sonaba suave.

Todo me molestaba.

No podía creer que el entrenador me convenció para hacer esto. Él afirmó que tenía mucho trabajo que hacer, pero sabía que odiaba ellos aeropuertos, tanto como yo lo hago. Probablemente está en su casa en este mismo instante riéndose de mí porque no tenía opción alguna.

Ni siquiera estaba seguro cuál era su puerta de salida, y no tenía la paciencia para preguntarle a alguien más o ver en la pantalla. Iba a esperar un minuto más - bien, cinco minutos - y si no aparecía, solo me iba a ir. Ella podía valerse por sí misma en la ciudad como una niña grande; lo iba a tener que hacer en algún momento, de todos modos.

Justo cuando casi iba a irme, vi su cabello marrón caramelo a través de la multitud de personas. Casi se lo ocultaba con un gorro de punta que hacía que cayeran sus rizos en su espalda. Una camisa blanca con un cuello en V estaba debajo de una chaqueta negra y tenía un pantalón gris con su apellido impreso en el sobre su pierna. Una maleta rodante estaba diestras de ella junto a una mochila, una bolsa grande de lona y una bolsa de cordón en su mano. No se veía con mucha suerte al tratar de maniobrar con ellos.

Lynn miraba a su alrededor, averiguando a donde ir, estaba seguro. La vi sacar su teléfono, probablemente para llamar al entrenador, pero rápidamente me dirigí a ella antes de que tuviese la oportunidad. Me escabullí a través de los cuerpos de los hombres de negocios y de los niños desagradables hasta que estaba seguro que me escucharía.

— ¡Oye! —grité a través de las personas—. ¡Princesa!

Lynn levantó la vista de su teléfono y observó alrededor de la terminal hasta que sus profundos ojos azules se posaron en mi. Sus cejas se fruncieron cuando me vio caminar hacia ella.

—Creí que... — se detuvo. Su boca se inclinó hacia abajo con un gesto comprensible—. Creí que el entrenador Mathews vendría a buscarme.

—Los planes cambiaron. Créeme, no me gusta esta situación tampoco, —le dije con frialdad. Levante las llaves del coche en su cara y las hice sonar—. Ahora nos vamos antes de que mi noche se arruine por completo.

Empecé a caminar tomando distancia, metiéndome las manos en mis bolsillos. Tal vez si tenía suerte, podría estar de vuelta al campus a las nueve y tendría un poco de tiempo para lanzar algunos tiros antes de ir a dormir para ir a clases mañana.

Game Theory × n.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora