018 | argón

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× Mercury.

Correr. Cuando se me ocurrió, correr era lo más inevitable que cualquier cosa. No solo correr, sin embargo, más como huir -huir de las cosas malas, huir para escapar de la verdad, huir de lo inevitable. Fue algo que hice y que había estado haciendo durante los últimos tres años de mi vida.

Así que tal vez fue por eso que no culpé a Niall por huir después que me besó. Porque si el no lo hubiese hecho, yo lo haría.

Todavía estaba ardiendo, una llama en mis dedos de las manos y mis pies. Me quedé sin habla contra la pared, intentado reunir mis sentimientos y recuperar el aliento. Un millón de pensamientos corrían por mi cabeza.

¿Por que lo hizo? ¿Qué haría esto por nosotros dos en el campo? ¿Lo sabría el entrenador? ¿Me ha gustado?

El beso estaba mal. Ambos sabíamos que era un error en el segundo que nuestros labios se tocaron, y sin embargo no nos alejamos. Estaba mal... pero también estaba muy bien.

No, Lynn. ¡Deja de pensar así!

Estaba caliente y necesitada, y era algo que yo no sabía que ansiaba hasta tener un bocado de ello. No era nada diferente de Bradley, excepto por, bueno, todo. Me sentía satisfecha cuando estaba con Niall, era un sentimiento mutuo, algo que Bradley y yo carecíamos en nuestra relación. Cuando estaba con Bradley, todo estaba en él y lo que quería de mí. Su toque era frío en mi piel. El tacto de Niall no era así. Me dejó deseando más... me dejó inflamada.

Me acerqué y toqué mis labios, todavía hormigueando y un poco hinchados, cuando la puerta se abrió y Jace entró.

— ¿Has visto a Niall? —preguntó mientras ajustaba mi camiseta lo mejor que pude.

—Uh, si, —dije, con mi voz más alta de lo normal—. Creo que entró en el vestuario de hombres.

Jace me miró divertido, pero se dirigió al vestuario sin embargo.

Rápidamente salí corriendo del edificio y volví al campo para que la práctica comenzara otra vez, cualquier cosa para desviar mi mente de lo que ocurrió hace unos segundos.

El descanso de cinco minutos se había convertido en diez, y contando.

El entrenador nos hizo hacer técnicas de pateo antes de empezar a jugar de nuevo, y yo estaba perfectamente con eso. Los segundos se volvieron minutos mientras yo balanceaba el balón entre los conos naranjas, esperando a que los chicos salieran del edificio.

Jace finalmente salió tres minutos más tarde y fue directamente al Entrenador. Observé atentamente su conversación. El entrenador parecía molesto con lo que Jace decía, aunque era difícil porque el entrenador Mathews siempre tenía esa cara amarga, antes de asentir con la cabeza y decirle a Jace que se uniera al resto del equipo.

Niall nunca regresó.

Una vez que termine con lo mío, pase el balón a otro jugador y me acerqué a Jace para saber respuestas.

— ¿Donde está él? —Le pregunté, sabiendo muy bien que sabía de quién hablaba.

—Enfermo, —Jace simplemente dijo sin mirarme. Estaba entrecerrando sus penetrantes ojos azules contra el sol, y su cabello negro estaba lejos de su frente. Había pasado una semana desde que llegué a Londres, y Jace y yo nos habíamos convertido en amigos. En el corto tiempo que llevaba conociéndolo; sabía que podía confiar en él, era el tipo de hombre que no podías dejar de confiar, así que sabía que Niall también lo hacía.

Por eso le pregunté—. ¿Sabes lo que sucedió? —aunque conozca la respuesta.

—Si.

—Patético, —sacudí mi cabeza con incredulidad—. Ni siquiera puede volver a la práctica y enfrentarme.

Game Theory × n.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora