Capítulo 2

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Entro a la cocina y me siento en el banquillo de la mesada mientras que Simon prepara la cena, papá y Alex hablan, e Iris y mamá terminan de cortar algunos vegetales para la ensalada.
-Te ves cansada -comenta Iris con una media sonrisa.
Asiento una vez y tomo un trozo de pan de queso.
-Tengo exámenes la siguiente semana, no he dormido en los últimos días. Estoy exhausta.
-Sé que podrás con ello, cielo -comenta mamá, después me entrega una zanahoria y me pide que la ayude. No quiero hacerlo, pero no tengo opción. Todos parecen estar bien, hablan animadamente, se ríen y disfrutan, así es casi todos los viernes familiares, pero lo cierto es que tengo tanto en la cabeza que no sé qué hacer o que pensar o lo que sea.
Mañana por la mañana iremos a Dulwich, pasaremos el fin de semana juntos y no me importa si dije que iba a estudiar todo el fin de semana, me estoy arriesgando y quiero ir con él.
-¿Max no quiso venir? -pregunta papá cuando se acerca a la mesada. Pongo los ojos en blanco y suelto un suspiro porque odio que me haga esto.
-Sabes que Max está trabajando, papá -respondo con sequedad.
Papá nunca va a aceptar mi relación con él, solo se resignó, pero no es lo mismo. Aún hay tensión en todo esto, y por más que lo intento, sé que jamás será como siempre lo imaginé.
-¿Y los domingos, cuando lo invitamos a almorzar que excusa pone?
Suelto un suspiro y me pongo de pie. No voy a pelear por esto de nuevo, no sé qué le sucede, pero sus comentarios cada vez me molestan más y es por eso que ya casi no vivo aquí.
-Tengo que preparar mis cosas.
Todos se detienen y me miran al mismo tiempo.
-¿Para qué?
-Max y yo nos iremos mañana por la mañana a Dulwich y volveremos el domingo.
Mi padre suelta un suspiro y nadie sabe que decir, hasta que Iris sonríe.
-Que bien, tendrán un fin de semana para estar juntos.
-Siempre están juntos -protesta papá-. Incluso llega a ser demasiado.
-Adrien... -susurra mamá.
Simón me lanza esa mirada que dice que tenemos que hablar y Alex sólo observa la situación.
A nadie le gusta Max, ya me lo han dicho, me lo han demostrado y es por eso que no puedo culpar a Max por no querer venir nunca.
-¿Él te pidió que vayas con él?
-¿Qué tratas de decís? -pregunto elevando el tono de voz. Estoy cansada de esto. No logro entenderlo.
-Adrien, basta -vuelve a decir mamá.
-Solo es una pregunta, Kya.
-No voy a pelear contigo, papá.

Salgo de la cocina, subo las escaleras y llego a mi habitación. No, dije que no pelearía y no lo haré.
Busco mi bolso de viaje, coloco las cosas que sé que posiblemente necesitaré, y después acomodo algunas prendas de ropa en el interior.
Max no me ha dicho que haremos, pero si dijo que resolverá el problema, es porque habrá trabajo de por medio, por lo menos el sábado, así que supongo que tendremos todo el domingo para nosotros, y lo necesito, mierda que lo necesitamos.
Escojo la ropa que me pondré en la mañana y después tomo mi celular de la mesita de noche. La batería está a la mitad, pero no importa.

*¿Quieres que vaya? Las cosas no están bien aquí*

Espero su respuesta, pero conociendo a Max se que demorará unos diez minutos en responder.
Me acerco a mí escritorio, tomo todos mis libros y apuntes de la universidad, guardo mi computadora, y cuando todo está listo, escucho como papá abre la puerta de mi habitación.
Es papá, no puede ser nadie más.
-No voy a pelear -digo antes de que entre.
-Lo sé, y tampoco lo haré.
Me volteo en su dirección y lo miro. Necesito que hable con claridad, sin rodeos.
-¿Por qué siempre haces lo mismo? Es como si lo disfrutaras.
Papá niega rápidamente y pasa una mano por su cabeza con algo de desesperación.
-Te aseguro que lo que menos hago es disfrutar de toda esta locura, Kya.
-¿Locura? Llevamos casi tres años juntos, papá. Casi tres años en unos meses...
-Tres años en los que sólo han peleado como niños.
-¡Eso no es verdad! -chillo a la defensiva. No le daré la razón.
-Él último mes estuvieron peleando más de lo normal, él tiene problemas y cree que tú eres la causante de todos ellos. Te trata de manera fría...
-No, papá.
-Sé exactamente como es. Puedo imaginar cada cosa. No soy idiota. Ambos son niños aún, y tu... Tú mereces mucho más.
Me desespero, me quedo sin palabras y sólo quiero que papá se largue de mi habitación.
-Tenemos peleas tontas, pero él me hace feliz, él me quiere... ¡Entiéndelo!
Papá suelta un gran suspiro.
-Es una relación tóxica, Kya. ¿Cuándo vas a entender? Él no es bueno para ti.
-¡Se acabó! ¡No quiero más!
Mi voz se quiebra y mi celular suena a lo lejos. Sé que es max y sólo imploro que me diga que sí para poder largarme de aquí.
Ellos no lo entienden. Max es diferente conmigo, me hace bien.
-¿Qué sucede aquí? -interviene mamá, entrando a mi habitación-. Los gritos se escuchan hasta la cocina.
Mi madre sólo me mira, pero papá suelta otro gran suspiro y trata de calmarse.
-Sucede que siempre vamos a pelear por el mismo motivo, mamá -respondo mirando a papá.
-Adrien...
-¡No, no quieras culparme a mi por esto! ¡Sabes que tengo razón!
-¿Lo ves? -le grito a mamá y señaló a mi padre. Esto es desesperante-. ¡El empieza la pelea!
-¡Parecen dos niños!
-Lo único que tu madre y yo queremos es que él termine contigo para que veas que tenemos razón.
Abro los ojos de par en par, doy un paso hacia atrás y miro a mamá, que desvía su mirada.
-¿Qué?
-Basta, Adrien.
-Mamá... ¿Tu también piensas igual que él? ¿Quieres que Max se esfume de mi vida?
No puedo creerlo, ahora ya no quiero llorar, sólo estoy molesta, muy molesta y quiero largarme de aquí. Ellos jamás lo entenderán.
-Él no es el indicado para ti, Kya. Intenté aceptarlo, pero al pasar el tiempo sólo noto que tu lo das todo por esta relación, y él no hace nada, no te devuelve nada, ni la mitad de todo lo que le das. Y yo no quiero eso para tí.
Estoy con la boca abierta, de verdad que no puedo creerlo, y menos de mamá. Mi confidente, la que sabe todo, la que me aconseja y me da ánimo, acaba de apuñalarme por detrás.
-Genial... Esto es perfecto -susurro con sequedad.
Tomo mi celular de mi mesita de noche, leo el mensaje de Max, guardo la ropa que había apartado para ponerme en la mañana, y después trato de salir de mi habitación.
-¿A donde vas? -pregunta ya papá.
-Ire con Max.
-Kya, por favor...
Niego levemente con la cabeza, los miro un instante y trato de mantenerme así, segura.
-No pienso pelear con ambos por esto. Ya casi son tres años con él, y estoy segura que serán muchos más. Deberían acostumbrarse.
-Kya, espera...
-Adiós. Volveré a casa el domingo por la noche.

Max abre la puerta del apartamento y yo me pongo de pie. La televisión hace algo de ruido, él suelta su bolso en el suelo y yo me lanzo a sus brazos. Él me rodea con fuerza y escondo mi cara en su pecho, huele a jabón, acaba de darse un baño y me gusta.
-¿Y ahora qué sucedió? -pregunta, después pasa una mano por mi cabello y yo me acurrucó aún más.
-Lo mismo de siempre.
Max suelta un suspiro y después muevo mi cabeza, quiero besarlo.
Acerco mis labios a su mentón y depósito un besito, como en los viejos tiempos, después acaricio su barba y su cabello húmedo.
-¿Ya cenaste?
-No -respondo levemente-. No tengo hambre. No quiero que me sueltes.
Max camina conmigo hasta el sillón, me siento en su regazo y dejo que me acaricia por varios minutos en donde solo estamos en silencio.
No sé qué más decirle, él ya lo sabe.
-Mis padres acaban de decirme que lo único que quieren es que termines conmigo para que vea que ellos tienen razón.
Max suelta una risita algo irónica y niega levemente.
-Eso no va a pasar -asegura.
-Mi madre también lo cree. Eso es lo que más me enoja.
Suelta otro suspiro y después hecha su cabeza hacia atrás, para descansar la en el respaldo del sillón.
-Ya te dije que me importa una mierda lo que piense tu familia de mi.
-Lo sé -respondo, tratando de buscar su mirada-, pero me gustaría que fuese diferente.
-No va a ser diferente. Ellos no me quieren, y te dije que no me importa. Sólo me importas tú.
Max hace que descanse mi cabeza en su pecho, y me abraza de nuevo.
-Odio pelear con ellos.
-Ya no pienses en eso. No tiene sentido.

Max entra al coche y me entrega mi vaso de café. Después se coloca el cinturón y acelera el coche una vez más. Son más de las ocho, nos quedamos dormidos y tenemos un recorrido de casi veinte minutos, si es que el tráfico del sábado nos permite llegar.
-¿Que harás en Dulwich exactamente? -pregunto luego de beber un sorbo.
Max prueba su café, lo deja en el portavasos y después me sonríe como muy pocas veces lo ha hecho.
-Algunas cosas del gimnasio, ya te lo dije.
Estiro mi brazo, acaricio su cabello y él gira su cabeza solo un poco para besar mi mano.
Este es un Max que me gusta, él max de los viejos tiempos y me encanta saber que estoy recuperando todo lo que creo perder en todo este mes de problemas y deudas.
Me hace sentir mucho más segura.
Mis padres aún no conocen al Max real, el que es conmigo.
-¿Dónde quieres que nos quedemos? -pregunto con inocencia, pero el sonríe como si se estuviese burlando de mí.
-Ya lo tengo planeado.
-¿Nos quedaremos en un hotel o algo así?
Max vuelve a reír y niega levemente con la cabeza. Le resulto divertida y no logro entender. Estoy algo confundida y me desespero de inmediato. Max no es muy sonriente por las mañana y hoy se comporta extraño.
-¿Qué sucede?
-Deja de hacer preguntas. Ya lo verás.
Me muevo incómoda en el asiento y lo miro con mala cara. No me gusta esto.
-Max...
Él suelta un suspiro y después contiene otra sonrisa.
-Iremos a Dulwich, ya te lo dije.
-¡Deja de jugar! -chillo con desesperación-. ¿Por qué estamos aquí?
Max por fin me mira.
-Mañana es el aniversario de mis padres. Les dije que iríamos.
-¿Qué?


KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora