Capítulo 12

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La sensación que me invade es indescriptible. No hay palabras para explicar este dolor que empieza en mi pecho, muy lentamente, y después se esparce por todo mi cuerpo.
Siento que el mundo se detiene, y que sólo somos él y yo, mirándonos fijamente sin saber que más decir.
Sus ojos están extremadamente azules, algo que he visto muy pocas veces, y tienen un brillo particular que logra confundirme.
No tengo palabras, mis ojos se aguan, pero mi cerebro reacciona y logra darme una nueva oportunidad para no quedar como una tonta de nuevo.
No voy a humillarme de nuevo.
-Dime el motivo -susurro con un hilo de voz.
No parece real, no puedo creer que de verdad esto está pasando. Es una pesadilla, y quiero despertar ahora mismo.
Mi mundo se desmorona, me siento perdida y ese gran miedo de no saber qué haré con mi vida sin Max en ella me llena de dudas...
Él tampoco puede hablar con facilidad, pero se ve entero. Yo estoy a punto de derribarme.
-Creo que es lo mejor, Kya...
Quiero gritar y quiero llorar. Necesito decirle miles de cosas, esto no tenía que ser así. Se suponía que yo iba a acabar con esto para hacerlo reaccionar, pero ahora lo entiendo todo y me siento aún más estúpida por haber pensado que esto de verdad podía seguir funcionando.
Lo estaba forzando a estar conmigo, estaba forzando todo lo relacionado con nosotros dos y no quería admitirlo.
-Tal vez tuvimos que terminar con esto hace mucho tiempo... -susurro. Me mantengo fuerte por fuera, porque no quiero que él me vea llorar, pero por dentro estoy gritando.
Siento que me han arrebatado todo, absolutamente todos mis planes, mis sueños, todo lo que había imaginado alguna vez con él.
Y me duele, mierda que me duele.
-No sé qué más decir.
-Pienso que has sido, eres y siempre serás un cobarde, Max... Pero eso ya no es importante ahora.
-Tu mereces a alguien mejor, Kya.
Asiento rápidamente y doy un paso al frente.
-Tienes razón. Demoré tres años en darme cuenta.
Él cierra los ojos, se ve sólido, pero al igual que yo, trata de fingir que todo está bien, que esto no nos duele. Y no es así.
¿Por qué? No lo sé, pero tal vez separados todo sea diferente.
Ambos nos miramos por varios segundos que para mi se vuelven horas. Todo lo que vivimos juntos vuelve a mi cabeza en cámara lenta. Todo en sólo segundos, y eso logra hacer que derrame la primera lágrima.
Desde ese día que regresé de Australia, hasta la tarde en la que encontré el anillo. Recuerdo esos besos, esas sonrisas, sus miradas gruñonas, cada maldito instante de esas vacaciones en Bali... Todo, vuelvo a vivir todo y las emociones me invaden por completo, es como revivirlo, como regresar a esos momentos. Y duele aún más.
-Vete, Max.
Él no dice más nada, pero ya no lo soporto. Estoy a punto de derribarme y no quiero que él me vea.
Max me da la espalda, suelta un suspiro y después baja las escaleras de la entrada y se mete en su coche.
Cierro la puerta con cuidado, y cuando sé que él ya se ha ido, empiezo a llorar con todas mis fuerzas.
Me desbordo, dejo salir todo ese dolor, toda esa angustia, toda esa ilusión que ahora ya no es nada...
Simón aparece en la sala de estar y corre hacia mi, me abraza muy fuerte y deja que esconda mi cara en su pecho. Me siento tan tonta y avergonzada...
-Terminó conmigo... Se atrevió a hacerlo... -lloriqueo, h el besa mi pelo.
-No llores. Es un idiota.
-¿Cómo pudo venir hasta aquí y decírmelo así? ¿Cómo cambió de opinión tan rápido?
Tengo miles de preguntas, pero ninguna merece u a respuesta. Lo mejor es acabar con esto. Ya está, se acabó, y todos sabemos que será mejor así.
-¿Qué sucede? -pregunta mamá, pero al verme no es necesario que diga nada.
Mis padres también se acercan a mí, pero dejan que Simon siga abrazándome.
-Por fin se acabó, mamá. Lo que ustedes también tiene querían que pasará, sucedió.
Papá suelta un suspiro, y mamá mira el suelo. No puedo culparlos por querer lo mejor para mí. Y tengo que decirles que tenían razón.
-Tenían razón...
-Oh, Kya...
Mamá me abraza y después acaricia mi pelo.
-Estrás mejor sin él -asegura ella con una sonrisa.
-Sé que es doloroso, pero es lo mejor, Kya -agrega papá-. Tienes toda una vida por delante que vivir, tienes que conocer gente, salir, viajar, disfrutar... Y no aferrarte a algo que jamás te hará feliz realmente.
Por a papá decir eso me hace llorar aún más, pero estoy segura que solo es cosa del momento.
-Ya, olvídalo. Vamos a comer que tengo hambre -susurra Simon, y por alguna extraña razón, me hace sonreír...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora