Capítulo 10

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Mi clase ha finalizado hace varios minutos, ya nadie está aquí. Todas se despidieron con un beso y una sonrisa  y trate de devolverles lo mismo, pero no fue tan sencillo, más bien fue una actuación.
Estoy algo sudada, sedienta y tengo deseos de más.
Aún es temprano, y como Max y yo estamos así de extraños, no tengo idea de que haré con mi vida en lo que resta del día.
Tal vez este fue mi error durante mucho tiempo. Vivir para Max y sus horarios, trabajar para Max y sus horarios y estar con Max en sus horarios, sin pensar demasiado en lo mío. Todo es secundario, y creo que es momento de cambiar eso.

Me pongo de pie, camino hacia mi bolso y saco las viejas zapatillas de ballet del interior. Las vi esta mañana en el fondo del armario y sentí la necesidad de traerlas conmigo.
Me siento diferente, quiero hacer algo más, y ese correo electrónico de la academia no ha dejado de atormentarme.

"Audiciones para el cuerpo de baile del Fantasma de la ópera"

Admito que extraño esto, ya no estoy en forma y seguramente si lo hago, mañana no podré caminar por causa del dolor, pero quiero intentarlo.
Siento que esto es lo único que me hará sentir libre.
Es irónico, pero cuando bailaba ballet quería hacer algo más, por libertad, por sentir que podía cambiar y tomar una desicion, y ahora ese baile que tanto amo se convirtió en mi prisionero en este lugar, me aferro a Max aún más, y quiero cambiar de nuevo.
Aseguro muy bien las cintas en mis tobillos y estiro mis piernas rápidamente. Sé que no estoy haciendo las cosas como se deben, pero tengo esa necesidad de ponerme en puntas y empezar a moverme.
Camino hasta el equipo de sonido, busco la versión en piano de Paradise y cuando empieza a sonar, corro hacia el centro del salón.
Me miro al espejo, me pongo en posición, cierro los ojos y empiezo a moverme...

Todo da vueltas, apenas logro distinguir los objetos en la habitación, tengo la frente llena de gotas de sudor, mis pies arden, como si estuvieran en llamas, pero toda mi concentración desaparece cuando noto su figura en la puerta.
Me detengo en seco y hago una leve mueca por causa de ese dolor en mis dedos.
Mañana será una mierda. Sé que apenas podré caminar.
Él me observa detenidamente, sus ojos brillan, ese gris que tanto adoro se nota a cientos de kilómetros, y puedo incluso saber todo lo que está imaginando.
Él se vuelve loco cuando bailo así, y me molesta saber que acabo de deleitarlo con un baile privado de esos que tanto le encantan.
-¿Qué haces aquí?
Él se acerca y yo me siento en el suelo porque mi cuerpo se va a desplomar en cualquier momento.
-Te traje el almuerzo -susurra.
¿Cómo no lo adiviné? Típico después de una pelea.
-No tengo hambre -respondo secamente, él suelta un suspiro y se sienta frente a mí. Deja la bolsa de papel en el suelo y me mira.
-¿Qué? -pregunto, y comienzo a sentirme irritada.
-¿Podemos arreglar esta mierda?
Pongo los ojos en blanco y tomo el borde de mi camiseta para secar el sudor en mi frente.
-Lo único que quiero ahora es una ducha, Max.
-No puedo creer que estemos peleando por esa maldita boda, de personas que apenas conoces y que no te importan.
-Tienes razón -digo finalmente-. No tiene sentido pelear por esto. Sólo es válido pelear cuando tú consideras que es necesario. Lo que yo crea te importa una mierda.
Me pongo de pie y corro hasta mi bolso. Tomo la toalla de mano, seco mi cara una vez más y después camino en dirección a la puerta.
-No entiendo por qué era tan importante para tí.
Me detengo y giro para mirarlo. Ahora sí vamos a pelear de verdad porque sé que él dirá algo estúpido.
-No importa eso ahora. Sólo quería que estés ahí conmigo.
Max se acerca a mi, estamos enfrentados y sé de inmediato que esto va a terminar aún peor.
Ya conozco todo lo que sucederá, así ha sido en los últimos años. Peleas y una estúpida que se daba por vencida y decidía olvidar todo creyendo que la próxima vez sería diferente.
-Querías que esté ahí contigo para demostrarle a ese idiota que no estás sola.
Abro mi boca porque no puedo creerlo, pero luego sonrío levemente.
-Eso es lo más estúpido que has dicho hasta ahora. No tienes idea de nada.
-Querías que te acompañará para que todos vean que estamos juntos a pesar de todo lo que dicen por ahí.
-¡Claro que no!
-¿Entonces por qué seguimos peleando por esta mierda?
-Seguimos peleando porque sigues diciendo y haciendo​ cosas estúpidas.
-¿Yo hago cosas estúpidas?
-¡Sí! -grito, y siento que pierdo todo el control. Esto es más de lo mismo, pero está vez yo voy a ganar. Tendré la última palabra.
-¿Y qué me dices de lo que haces tú? ¡Querias que vaya solo para que el estúpido de Scott vea que eres feliz conmigo, y que no te afecta su boda!
-¿Y quien te dijo que soy feliz contigo, Max? -grito, y al terminar de decirlo, noto como él se tensa y abre sus ojos de par en par.
Voy a llorar en cualquier momento y lo mejor que puedo hacer es salir de aquí.
Cruzo el umbral, pero él me toma del brazo y me detiene a mitad del pasillo.
-¿Qué quieres decir con eso, Kya? -pregunta con un hilo de voz. Apenas puedo oírlo y se ve desesperado.
-Entendiste perfectamente a lo que me refiero, Maxwell.
-Kya, espera...
-Tengo cosas que hacer.
-No. Tenemos que hablar. Dije cosas sin pensar, pero... Estoy celoso de él. No me gusta que esté cerca de tí.
-Estás celoso de él, y en vez de acompañarme, me dejas sola. Muy lógico.
-Kya, espera...
Sigo caminando por el pasillo, siento sus pasos detrás de mí, pero no me detengo.
-Kya...
Tengo que acabar con esto. Cada vez que él siente que me voy a ir de verdad, se desespera y corre detrás de mí, y aunque siempre supe que estaba mal, recién ahora quiero hacer algo al respecto.
-Kya, espera...
Me toma del brazo una vez más y me detengo para que nadie note que estamos peleando de nuevo.
-Voy a decirte una sola cosa.
-Resolvamos esto.
Asiento levemente y me lleno de coraje. Es un riego, pero ya no tengo nada que perder.
-Mañana a las ocho irás a casa de mis padres a cenar, y vas a hablar con ellos sobre el anillo.
-No -dice rápidamente.
-Sí, sí vas a hacerlo porque no te estoy dando opciones. Si de verdad quieres seguir con esto, vas a hacerlo. Vas a llegar a tiempo, no vas a inventar excusas tontas, y vas a decirles. No en dos semanas, no en un mes. Mañana.
-No voy a hacerlo.
-Sí no lo haces, te aseguro que esto se acaba. Estoy cansada de todo esto.
Max suspira y empieza a perder el control.
-No harías eso.
-¿Estás seguro?
-¿Qué demonios sucede contigo?
-No lo sé, tal vez al fin abrí los ojos...

La pastelería está infestada de gente, apuesto a que no se han detenido en todo el día, y cuando cruzo los mostradores y me meto por los pasillos, noto que todo parece ser un caos.
Huele delicioso, todos están concentrados en lo que tienen que hacer y me robo dos fresas cubiertas con chocolate al pasar por la sección de chocolatería.
-¿Tienes idea de donde está mamá? -pregunto a la encargada de la sección de hornos. Hay varios pasteles a medio armar en las mesas y los de decoración empiezan a colocar el fondant en los diferentes niveles.
-En su oficina, Kya. Está ocupada, creo que vas a tener que esperar.
-De acuerdo.
Subo hasta el tercer piso y termino la segunda fresa antes de llegar al final de las escaleras.
Me detengo en seco al ver a unas seis personas esperando y me siento incómoda de inmediato. Todos lucen muy bien, con ropa que puedo asegurar que es nueva. Y el ambiente tiene una mezcla de diferentes fragancias costosas.
Me veo terrible, todos están mirando mi aspecto y creo que es mala idea esperar. Tal vez deba hablar con mamá más tarde.
Es obvio que hoy tiene entrevistas, va a contratar más personal.
-¿Hace mucho que están esperando? -pregunto levemente, pero todos niegan con la cabeza.
-No mucho. Acaba de entrar el primero -responde una chica.
-Oh... gracias.
Tomo asiento y decido esperar. Cuando mamá salga a llamar al siguiente me verá y podremos hablar. Ella sabe que no estaría aquí si no es importante.

Max: *Kya, contesta el maldito teléfono. Tenemos que hablar.*

Tengo dos llamas perdidas de Max y ese irritante mensaje. No voy a responder y tampoco pienso verlo en la noche. Tengo lo que necesito, mañana esto se acabará de verdad porque estoy segura que él no irá, no va a hablar con mis padres, va a inventar alguna cosa y francamente quiero que lo haga.
Estoy cansada de todo esto desde hace mucho tiempo, pero finalmente estoy llegando al límite.
Suelto un suspiro, me pongo de pie y golpeo la puerta levemente.
Mamá no responde, pero decido entrar de todos modos.
Nadie entiende nada, deben de pensar que soy una atrevida, pero es mamá, puedo hacer lo que quiera aquí.
Entro a su oficina y ella al verme deja de hablar.
-Lo siento, mamá, pero...
Ella frunce el ceño y me lanza esa mirada de enojo. Detesta que la moleste, pero tengo que decirle lo que sucede.
-Estoy ocupada, cariño...
Me acerco a su escritorio y el chico sentado a mi derecha me observa detenidamente, después peina su cabello y acomoda su chaqueta, todo en unos pocos segundos. 
Vuelvo a sentirme incómoda, lo observo un instante, pero luego regreso mi vista a mamá, que sonríe levemente.
No llevo maquillaje, me siento fea, mi cabello sigue húmedo y él es lo suficientemente lindo como para que quiera salir de aquí.
-Lo siento, no quería interrumpir...
-No te preocupes -responde él, tomándome por sorpresa.
Me atrevo a mirarlo, pero me siento insegura, y aún más cuando se pone de pie.
Noto que observa la foto encima del escritorio de mamá, esa foto mía con el vestuario del lado de los cisnes, en puntas sobre el escenario hace algunos años, después me sonríe y estira su mano hacia mí.
-Hola...
-Hola.
Puedo ver por el rabillo del ojo que mi madre sonríe ampliamente.
-Soy Nick...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora