Capítulo 4

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Max y yo entramos a la cocina luego de una tarde de compras.
Admito que después de ese extraño almuerzo ya no quería seguir aquí, y él tampoco.
Fuimos al centro de Dulwich y compramos un vestido, y zapatos, que fueron un regalo de Max. Intenté convencerlo para que se compre una camisa, pero fue una guerra interminable cuando entramos a la tienda. La conclusión: él lucirá esos pantalones de jean rasgados por todas partes, su camiseta negra y esa camisa a cuadros que tanto me gusta. Sí, me gusta, pero no para esta noche.
La casa ya está llena de gente del servicio de catering y decoración, es un caos y al ver la mesada de granito de la cocina, suelto una leve carcajada por la inmensa caja blanca con el logo de Queen'Cakes en ella.
-Mira, creo que esta noche también comerás pastel de mamá -le susurro a Max.
El ríe por lo bajo, toma esas dos botellas de coca cola del refrigerador y yo le envío una foto de la caja a mi madre sólo para ponerla contenta.
Sus pasteles son los mejores y están en todos lados.
-¿Te digo una cosa?
Hago un poco de fuerza y por fin logro abrir la lata.
-Dime -respondo.
-Creo que fue una mierda venir aquí.
Río una vez más y bebo un sorbo tratando de no derramar nada en el suelo.
-No creo que sea tan malo.
Max hace una mueca.
-No llevamos ni medio día y ya me quiero largar.
-Eso sucede porque eres un gruñón -aseguro, doy un paso al frente y me pongo de puntitas para besar su mentón.
Me gusta este Max relajado y cariñoso, que comienza a soltarse y a ser ese chico casi perfecto que es conmigo cuando estamos solos en el apartamento.
A lo lejos se oyen varias voces, pero destaca la de una mujer, que acompaña el barullo con el ruido de sus zapatos sobre el brillante piso de madera.
-¿La oyes? Esa es mi madre -murmura con algo de desesperación.
Toma mi mano y hace que lo siga hasta la sala de estar.
La mujer se voltea a vernos y sonríe ampliamente. Recuerdo muy poco de ella, la ví algunas veces, pero ahora luce diferente.
-Oh, que bueno que decidiste venir -dice mientras que abraza a Max. Él hace lo mismo que con Tess, no la abraza, no hace nada, sólo espera a que ella se aleje y no suelta mi mano.
-Hola.
-Oh, llegué hace un par de horas y no los encontré aquí. Lo cierto es que me pareció una falta de respeto, pero lo olvidaré.
Abro la boca sin poder creerlo, Max me mira de reojo como diciendo "Ahora lo entiendes" y yo solo puedo mirarla y hacer miles de preguntas en mi mente.
Nosotros somos sus visitas, llegamos aquí y ella no estaba para recibirnos, y ahora somos los irrespetuosos? ¿Qué le pasa?
-Oh, y tu cariño... -me sonríe aún más y ahora puedo notar que es una sonrisa algo falsa-. Te recuerdo de pequeña... Eras una niña tan hermosa, fui a tus presentaciones de ballet.
Sonrío sin saber que decir y coloco un mechón de pelo detrás de mí oreja. Son los nervios.
-Mamá -me señala-. Kya, mi novia.
¡Oh, por Dios! Otra vez.
-Lo sé, me da gusto verlos aquí. Están en su casa.
-Gracias, señora Pearson. Es un placer.
Ella nos observa a ambos y mira con cautela nuestras manos entrelazadas.
-Oh... Es tan extraño verlos juntos. Jamás lo hubiese pensado.
Max se tensa a mi lado y yo no sé dónde mirar.
-¿Por qué es extraño? -indaga Max con brusquedad.
-No, no lo digo de ese modo. Es extraño. Cielos, querida, Londres tiene ocho millones de habitantes y tú estás con Max...
Abro la boca sin poder evitarlo. Quiero responder, pero Max aprieta mi mano.
-Tengo mucho que hacer.
Nos sonríe a ambos y después se va hacia el otro lado. Dando indicaciones sobre donde poner las flores.
Miro a Max, pero no dice nada. Sólo la observa.
Esto fue tan extraño.
-¿Siempre es así? -le pregunto sin temor alguno. Admito que no me agradó su comentario.
-Siempre.
-Por Dios. ¿Por qué dijo eso?
Max suelta mi mano y camina hacia las escaleras, pero yo lo sigo. No diré nada, lo conozco, pero sé que él me quiere ahí con él.

Son las seis de la tarde, nadie ha dejado de caminar de un lado al otro en el piso de abajo, y Max está en el balcón, observando la nada, perdido en todos sus pensamientos. Admito que entiendo algo, pero no del todo. Tal vez no sean como los imaginé, pero no he visto nada malo en ellos, o tan malo. Son solo personas, y cada familia es diferente.
Me pongo de pie, bajo el volumen de la televisión y me acerco a él con cautela. Lo cierto es que no se cómo reaccionará.
Lo abrazo por detrás, él da un leve brinco, pero al notar que soy yo, se relaja de inmediato.
No me rechazó, y eso es muy bueno.
Me coloco delante de él, de espaldas, dejo que me acurruque contra su cuerpo y observo los árboles y las diversas plantas del jardín.
Por lo que veo, la fiesta de esta noche tendrá lugar en parte del jardín también. Han colocado una carpa y más arreglos florales.
-¿Todo está bien? -pregunto en un murmuro. Él sólo asiente, pero sigue distante-. Todavía no terminé de entenderlo todo. Me gustaría que me lo explicaras.
Max suspira.
-Hoy me preguntaste por qué Tess llama a mi padre por su nombre.
-Correcto -asiento y noto que había olvidado de preguntarle eso de nuevo en nuestro paseo.
-No somos hijos del mismo hombre, Kya.
-Oh...
Estoy sorprendida, no había pensado en eso.
-Mi madre se embarazó de Tess, el tipo con el que estaba la dejo y a un par de años apareció Hans.
Frunzo el ceño y lo miro.
Hay algo oscuro en su mirada.
-Pero... ¿Por qué lo dices de esa manera?
Max suelta una risita y niega levemente.
-¿No lo entiendes? Soy sólo un elemento. Mi madre se embarazó de mi sólo para atrapar a mi padre y asegurar su vida. Es más que obvio.
Trago el nudo que tengo en la garganta y doy un paso hacia atrás para que podamos hablar sobre esto.
Este Max me asombra cada vez más, cada vez que se abre y me dice lo que siente me deja sin habla.
-Max... No creo que sea así.
-Tu no lo entiendes, pero es la verdad. A mi madre no le importa una mierda lo que me sucede o lo que le sucede a Tess. Sólo piensa en ella.
-Max...
Él está perdiendo el control, pero voy a conocer al Max real, al que por fin se abre y me habla sobre sus tormentos.
-Desde que tengo memoria he sigo criado por más de seis niñeras diferentes hasta que fue necesario. Y Tess igual. Mi madre nunca se
comportó como una madre, Kya. Le importan sus amistades con dinero, su posición, pero eso es todo.
Oh, cielos. No sé que decir.
-¿Y mi padre? Mi padre es tan malditamente infeliz que hizo lo mismo que ella para aceptar su vida. Sólo se refugió en su patético empleo y en el dinero. Yo no tengo lugar aquí, la cena de esta noche es una completa farsa, y además de eso, mi hermana se dejó envenenar por mi madre y es igual que ella. Yo no tengo familia, ¿Entiendes eso?
-¿Y por qué sigues aquí?
-Mi padre me aseguró que todo había cambiado, pero ahora solo veo que es una mentira. Todo sigue igual.
-No sé qué decir.
-Solo estoy aquí por ese cheque, por ese maldito préstamo que mi padre me dará. Estoy aquí sólo por ese dinero, y porque quiero resolver el problema, porque ya no quiero pelear contigo, porque quiero que estemos bien, los dos solos, sólo por eso.
Max me deja anonadada una vez más.
-¿Si estás aquí sólo por el dinero, no crees que estás siendo igual que ellos?
Max sonríe con sinismo.
-Soy un Pearson, ¿no?
-¿Y eso qué quiere decir? -chillo rápidamente.
Max se acerca a mi y me mira fijo. Está furioso, no sé como describirlo.
-Significa que soy una mierda igual que ellos. Tu no deberías estar conmigo, Kya.
Un gran nudo se forma en mi garganta y sólo lo puedo mirar por unos segundos hasta que sé que decir.
-En serio, eres un imbécil -murmuro. Luego tomo algunas cosas de mi bolso y camino hasta la puerta de la habitación. No voy a pelear por esto. Debo buscar una manera para abrirle los ojos. Sé lo que está pensando.
-¿A dónde vas?
-A darme un baño. No pienso seguir escuchando todas las estupideces que estás diciendo.
-Regresa aquí, terminemos de hablar.
-No.
-Kya...
-¿Sabes qué? ¡Eres un idiota! Si sólo querías ese cheque, ¿para qué demonios estoy aquí? Dices que no tienes familia, pero no notas que yo, como una estúpida quiero y puedo ser esa familia que necesitas. Volveré a decirlo, ¡Eres un idiota! -digo elevando el tono de voz. Max me mira con algo de sorpresa, pero yo solo cruzo el pasillo y entro al cuarto de baño.

Me coloco la bata, seco mi cabello con la toalla de mano y al abrir la puerta, doy un leve brinco al ver a Connor.
-¿Pero qué...?
No me gusta la forma en la que me observa y miro rápidamente el pasillo para confirmar que desgraciadamente estoy sola.
-Necesitaba usar el baño. Tess está encerrada con eso del cabello y maquillaje desde hace unas horas.
Asiento y trato de dar un paso hacia el frente, pero él me detiene. Me siento acorralada de inmediato y no sé qué decir.
Este tipo es un idiota.
-Ahora tienes el baño -respondo sin mirarlo.
-Eres muy hermosa, ¿sabías?
Me atrevo a mirarlo a los ojos, pero ser grosera no es necesario ahora.
Él me sonríe, Max abre la puerta de la habitación y yo camino hacia él con toda la prisa.
-¿No tienes un baño en tu habitación, Connor?
-Tess está usando el baño, Max.
Max no dice nada, sólo cierra la puerta con brusquedad y me observa. Sé que no me dirá nada.
-¿Estás bien?
-Sí.
-¿Te hizo algo?
-No.
Él asiente y sale al balcón una vez más.
No sé muy bien a qué hora empezará esa reunión, pero estamos demorados.
Corro de un lado al otro por la habitación, seco mi cabello, lo peino, armo los rizos que a Max tanto le gustan, luego el maquillaje y cuando veo que ya ha anochecido, termino de colocarme el vestido negro y los zapatos.
Max entra a la habitación, sólo tiene la toalla alrededor de la cintura, hay varias gotas sobre su pecho y sus brazos y su cabello está húmedo.
Esto es peligroso. Verlo así siempre es peligroso, me hace dudar de mi enfado.
Él se quita la toalla y tengo que desviar la mirada por causa de su desnudes. Después se coloca su boxer negro, ese pantalón de jean absolutamente rasgado y su camiseta negra.
-¿Estás bien? -pregunta de pronto. Ya estoy lista, me siento en la cama solo para esperarlo a él.
Este es el Max que trata de hablar, hace preguntas sin sentido y trata de llamar mi atención.
-Sí, te dije que estoy bien.
Me cruzo de brazos y noto como él camina hacia mi. Suelta un suspiro y se sienta a mi lado, en el borde de la cama.
Sabe que estoy molesta.
-Lo lamento, ¿de acuerdo?
-Solo olvídalo.
Trato de ponerme de pie, pero él coloca ambas manos en mi cara y hace que lo mire.
-Lo siento. No quería que... No sé qué sucede conmigo, Kya. Pero si estás aquí es porque te necesito.
-No funcionará esta vez, Max.
-Lo siento. No quiero pelear contigo
Ahora acaricia mi cabello y enreda su dedo en uno de mis rizos, mientras que mira mi boca.
Soy débil, va a suceder.
-Termina de vestirte, Max. Ya es tarde.
-Lo siento -dice una vez más.
Acerca su boca a la mía y aunque no me muevo, él me besa castamente, mueve su mano por mi espalda una vez más y me mira, esperando alguna reacción.
Sigo molesta, pero beso sus labios y sonrío levemente. Él sabe que lo consiguió, pero no del todo.
Cuando estemos en casa podremos hablar de verdad.
-Vamos, ya es tarde -lo apresuro y me pongo de pie.
-Cuando todo esto termine, necesito decirte algo importante...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora