Capítulo 11

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Mamá entra a la cocina y yo dejo mis apuntes de la universidad a un lado. Estoy exhausta, no logro memorizar ni una sola cosa más y siento que mi cabeza va a estallar en cualquier momento.
-Hola, cielo.
-Hola, mamá.
Mamá acaba de llegar de la pastelería, y se acerca al refrigerador para tomar una botella de agua.
Me hago la tonta, regreso mi atención a la computadora, pero ella empieza a reír levemente y sé con exactitud lo que sucederá.
-¿Todo está bien? -pregunta después de beber un poco de la botella.
-Sí. Tengo mucho por hacer.
Siento que me mira más tiempo del necesario, pero cuando hago contacto visual con ella, veo esa inmensa sonrisa.
-¡Lo sabía! -grita llena de felicidad-. ¡Te gusta! ¡Lo sabía!
-No tengo idea de lo que estás hablando -miento, y trato de fingir que nada sucede, pero ella se acerca a mi y cierra ni computadora.
-No te hagas la tonta. Lo ví todo...
-Estás exagerando, mamá.
-Vi como él acomodó su cabello y su chaqueta al verte, se puso nervioso...
-Claro que no.
-¿Cóno era su nombre? ¡Oh, lo recuerdo! Nick...
Suelto un suspiro y niego levemente con la cabeza. Lo cierto es que no quiero pensar en eso ahora.
-Mamá... No quiero hablar de eso.
Ella deja de sonreír y me observa. No quiero responder a sus preguntas ahora, siento que necesito descansar.
-¿Max y tú pelearon de nuevo?
Sonrío con sarcasmo y asiento.
-Siempre peleamos, y ya estoy cansada de eso.
Mamá coloca su mano en mi hombro, pero no dice nada más. Yo me pongo de pie, le digo que estaré en mi habitación y que no voy a cenar. Después salgo de la cocina con todas mis cosas entre manos y subo las escaleras hasta mi habitación...

A todo el mundo le encanta llorar cuando se siente triste, y más si lo hacen con música. Tengo los auriculares puestos y dejo que se reproduzcan todas esas canciones deprimentes que me hacen soltar alguna que otra lágrima estúpida al pasar los minutos.
Tengo mucho en que pensar, estoy imaginando cientos de cosas, pero sobre todo, como sería mi vida sin Max, y admito que es frustrante y difícil.
¿Cómo haré para fingir que ya no hay nada? Fueron tres años caóticos, llenos de muchas cosas, pero fui feliz a mi manera, masoquista y conformista.
No sé si debí decirle que no fui feliz, porque sí hubo momentos muy hermosos, pero ahora que lo pienso, las peleas y los problemas han superado todo eso. He llorado por su causa más de lo que he sonreído en casi tres años.
Tres años con Max... En un mes se cumplirán tres años, si es que llegan a cumplirse.
Tal vez este es el fin, tal vez sea solo por un tiempo, pero esta vez siento que de verdad necesito tenerlo lejos de mí. Y ni siquiera puedo creer que lo esté pensando seriamente.
Alejarme de Max... ¿Cómo llegué a todo esto?
Y mañana... ¿Qué sucederá mañana? ¿Él vendrá? Y sí viene y hace lo que le dije, ¿todo seguirá como antes? ¿Voy a intentarlo de nuevo y darle otro oportunidad?
Estoy en el balcón de mi habitación, el cielo se ve gris, un gris oscuro que no deja ver ni una sola estrella, mi pijama no es lo suficientemente abrigado y empiezo a sentir como el frío me eriza la piel.
Tomo el anillo que descansa a mi lado y lo miro una vez más.
Sigo teniendo miles de preguntas que ni él podrá responder.
No quería darme el anillo, lo hizo sólo porque no le quedó más opción, ¿Y eso es bueno o malo? ¿Lo hizo para no lastimarme o para retenerme a su lado con una falsa ilusión?
Suelto otro suspiro, seco mi mejilla y al ver la puerta de vidrio abrirse, escondo el anillo en mi puño y me quito los auriculares.
-Hace frío. Deberías entrar.
Papá me habla dulcemente, se mantiene distante, pero me mira de esa manera que odio. No quiero voltear mi cara en su dirección porque sé que será peor.
-No tengo frío -aseguro.
Él da un par de pasos hacia mi, muy lentamente, después se sienta a mi lado y suelta un suspiro.
-Pelearon de nuevo, ¿no es así?
Muerdo mi labio inferior y asiento. Ahora sí quiero llorar de verdad, quiero gritar por toda esta mierda, pero papá jamás me dejaría hacerlo.
-Sí, papá. Peleamos de nuevo.
Hay un corto silencio en dónde puedo notar que él busca las palabras correctas para no herirme aún más, pero eso será casi imposible.
-¿Estás bien?
-Supongo.
-Kya... -Papá estira su mano y la coloca sobre mi puño, en dónde escondo ese anillo-. ¿Podenos hablar sobre esto sin gritos ni sarcasmo?
Asiento y me atrevo a mirarlo.
-Bien... Sólo que no sé qué decir.
-Solo escúchame, ¿sí?
Asiento de nuevo.
-En los últimos tres años lo único que hice fue verte llorar, Kya.
-Lo sé.
-¿Tienes idea de lo mal que me siento por esto? ¿De lo preocupados que estamos tu madre y yo? No podemos tomar una decisión por tí, vamos a aceptar lo que sea que quieras hacer con tu vida, pero... ¿de verdad quieres vivir así siempre?
-No es tan sencillo, papá.
-¿Eres realmente feliz con él? ¿Quieres esto para tu vida?
Papá me hace llorar aún más, pero no sé qué decir. Sólo niego rápidamente y sorbo mi nariz.
-Tengo mucho en que pensar -susurro, y después seco mi mejilla. Tengo los ojos llenos de lágrimas y un nudo en la garganta.
-Estoy cansado de verte llorar por el y no poder hacer nada, Kya.
-Sé todo lo que me dirás, papá. Ya sé que lo odias...
-No lo odio, pero él no es la clase de hombre que tú necesitas en tu vida. Mereces mucho más...
No tengo nada más que decir, abrazo mis piernas y apoyo mi cabeza en mis rodillas. Papá se pone de pie, entra a mi habitación y a los pocos segundos regresa y me entrega la manta rosa de mi cama.
Sonrío levemente y se lo agradezco.
-No te quedes aquí mucho tiempo. Te vas a enfermar.
-Solo unos minutos más.
Papá se despide y después me deja sola una vez más...

Son las siete del domingo, acabo de darme un baño y al entrar a la cocina es cuando realmente comienzo a sentirme nerviosa​. Estoy casi segura que él no vendrá, estoy casi segura que esto acabará de la peor manera y él me romperá el corazón, pero era necesario darle ese ultimátum para que reaccione.
Ya no soporto esto.
-Sé te ve nerviosa -comenta Simon, mientras que prepara todos los vegetales que necesitará para la cena.
-No me lo digas... Mis piernas están temblando.
-¿Te digo una cosa? Creo que él sí vendrá.
Acomodo mi cabello y me acerco a él.
-¿Tu crees?
Oírlo decir eso hace que esa pequeña chispa de esperanza e ilusión se encienda en mi interior.
-Claro que vendrá, hablará con mamá y papá, les dirá sobre el "compromiso", pero lo hará sólo porque lo amenazaste.
-¿De qué hablas?
-Kya... Si él hubiese querido comprometerse contigo lo habría hecho, habría hablado con mamá y papá sin necesidad de que tú tengas que darle una advertencia.
Abro los ojos de par en par y siento esa sensación extraña y desgarradora en mi estómago.
Me siento como una idiota y por un momento mi corazón que ya está hecho añicos parece romperse en algunos pedazos más.
Y no puedo decir nada porque él tiene razón.
-¿Qué debo hacer, Simon?
Él deja el cuchillo aún lado y coloca los vegetales en la cacerola con agua.
-No tengo idea, Kya. Sé que vendrá, pero no deberías ilucionarte con eso.

Han pasado veinte minutos desde las ocho, y empiezo a entrar en pánico. Mis padres ya están en la cocina, esperando a que Simon les entregue sus platos, y yo no he dejado de ver el reloj, de pensar, de prepararme para lo que sea que suceda.
¿Y si viene? ¿Lo obligué a que venga o le di la opción de escoger?
Estoy tan confundida...
-Trae el pan de queso, Kya -ordena mamá mientras que le alcanza los vasos  de todos a papá para que él los acomode en la mesada del desayuno.
Me pongo de pie, camino hacia el otro lado de la cocina, tomo el pan que mamá trajo de la pastelería y empiezo a cortar unas cuantas rebanadas.
-Kya...
Me volteo en dirección a Simón y cuando él señala la pequeña pantalla con los seis cuadrados de las diferentes cámaras de seguridad de la casa, mis ojos se abren de par en par y suelto todo lo que tengo entre manos.
El coche de Max está en la entrada.
-No puede ser... !Max está aquí! -chillo como una niña.
Toda esa chispa de ilusión se ha encendido y se apodera de todo mi cuerpo. Me siento como una niña, y corro con prisa hasta la entrada.
Acomodo mi cabello, y espero a que él se baje del coche.
No puede ser, está aquí. Sí vino, va a hablar con mis padres y resolveremos toda esta mierda.
Abro la puerta y me lanzo a sus brazos con mi mejor sonrisa, pero él me detiene en seco y hace que no entienda nada.
-¿Qué sucede? ¿Estás molesto?
-No... -responde.
-No puedo creer que estés aquí. La cena ya está lista, Simon hizo algo extra por si venías...
-Kya...
-Ya no quiero pelear contigo, Max. Resolveremos esto -aseguro.
-Quiero terminar, Kya. Ya no quiero esto...

KYA 2 - Deborah Hirt ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora