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Giselle

Un nuevo día se levanta y completé mi asignación número cuatro. Logré lanzarme del edificio luego de toda una mañana dando vueltas en la cima de este hasta que finalmente tuve el valor y lo hice.

Al pisar suelo solo sostuve el balance unos segundos y caí de trasero contra la acera, seguido comencé a reír y los mellizos, quienes se lanzaron segundos después cayendo cada uno a un costado de mí, me aplaudieron por al fin lograrlo.

No fue tan malo después de todo y la adrenalina que sentí mientras caía fue tan asombrosa que me hizo cuestionarme el por qué estando viva jamás se me ocurrió hacer paracaidismo. El miedo en definitiva limita las aventuras.

Zaek quiso seguir con las asignaciones y luego de pelear con él por casi media hora finalmente se rindió ante la idea de que yo iría a nadar con tiburones hoy.

—¿Qué tal la producción el día de hoy?

Es lo primero que escucho al entrar al castillo. El señor Muerte, no sé si en realidad el hombre frente a mi tiene otro nombre, está parado de forma erguida y con los brazos detrás de su espalda mirándonos sin ninguna expresión en particular.

—Giselle completó la cuarta asignación de la lista, padre —le informa su hija de forma seria.

—Hubiera realizado la quinta de no ser una cobarde aun estando muerta —agrega Zaek y su padre asiente en comprensión.

—Cuatro asignaciones en cuatro días no está nada mal —comenta despreocupado, seguido hace un ademán con la cabeza a su hijo en dirección a las escaleras y este asiente con seriedad—. Con su permiso, jovencitas, Zaek y yo tenemos una charla —dice tan glacial que incluso me hace sentir culpable por algo sin razón alguna.

Suben las escaleras hasta que desaparecen de mi vista por los oscuros corredores del tercer piso.

—Algo no anda bien —susurra Ariadne sin dejar de mirar por dónde se fueron su padre y su hermano—. No te ofendas, pero a mi padre le vale un rábano el cómo avanza un Inconcluso en sus asignaciones.

—¿Entonces por qué estaba aquí abajo? Parecía estar esperándonos —digo y ella me mira a la vez que sube los hombros—. ¿Por qué solo quiere hablar con Zaek y no con los dos? —vuelvo a preguntar.

—Si lo supiera no estaría sintiendo este mal presentimiento.

—¿Mal presentimiento?

—Zaek y yo no somos mellizos comunes y corrientes —dice cruzándose de brazos—. Yo sí puedo sentir cuando algo está mal con él, justo ahora siento una presión en el pecho como si estuviera ahogándome y estoy segura de que no soy yo —susurra y mira a las escaleras—. Es él.

—¿Qué puede estar yendo mal? —digo porque de verdad no entiendo.

—Supongo que lo sabré cuando deba saberlo —responde tranquila y empieza a subir las escaleras—. Vamos, tengo un libro que continuar leyendo.

Camino detrás de ella por las escaleras hasta llegar al segundo piso y entramos a su habitación, ella toma otro libro de los que estaban esparcidos en el piso y yo retomo las sagradas escrituras porque a pesar de que ya no vale la pena leerla a esta altura del juego, quiero seguir haciéndolo.

Así pasan las horas hasta que un fuerte viento que entra por la ventana me hace quitar el cabello de mi rostro y al parecer Ariadne también lo ha notado, cerramos los libros a la misma vez y nos ponemos de pie para asomarnos por la ventana. El frío del lugar ha aumentado considerablemente, no me afecta en absoluto, pero puedo sentirlo, rayos eléctricos adornan el grisáceo cielo oscuro del Inframundo y los truenos me sacan de balance, no imaginaba que aquí también se formaran tormentas.

Adoptada por la muerte #1 [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora