Prologo

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Cuando el reloj marcó las 12:00 y empezó a correr de regreso a casa, Cenicienta se sentía en un sueño, todo era demasiado bueno para ser verdad. Su corazón se aceleraba cada vez que avanzaba, no sabía la razón de su emoción, pero podía sentir que no solo latía por la carrera que había dado hasta su casa en la calabaza mágica para que desapareciera en medio del camino y los animales volvieran a la normalidad, teniendo que correr hasta la mansión a pie y el temor de que la descubriesen que no estaba en su habitación, si no el rostro de aquel príncipe tan pulcro, humilde y hermoso que no salía de su mente.

Llegó a la mansión y su vestido junto al tocado que tenía desapareció para regresarla a su estado antiguo de ropas viejas, rotas y dañadas pero al mirar sus pies, se dio cuenta que una de las zapatillas de cristal no desapareció. Ella se la quitó para tomarla de recuerdo; antes de que su madrastra llegara con sus hijas, ella corrió hasta el ático que tenía por habitación y después de cerrar la puerta se empezó a reír sola recordando todo lo ocurrido.

¿Quién pensaría que la doncella que limpiaba la mansión sería la que bailaría con el príncipe?

Su pensamiento solo hacía que la aventura de esa noche fuera mucho más que romántica era divertida. Se acostó en su cama de paja ocultando la zapatilla de cristal. Solo podía sentir como su corazón aun latía fuerte y rápido, su estómago tenía un cosquilleo que no se calmaba, sus mejillas se incendiaban y no paraba de sonreír con la simple imagen del príncipe sonriéndole. Pasó toda la noche soñando con aquel baile y todas las sensaciones que su cuerpo producía ante esto.

A la mañana siguiente se levantó sonriendo, no se explicaba por qué tanta alegría si su día sería igual o peor que los demás. Al llegar se encontró a un joven escondido detrás del muro, la puerta estaba abierta y las gallinas junto a sus polluelos y los patos paseaban por el lugar con libertad. Cenicienta se sobresaltó al verlo y sin querer dejó escapar un pequeño grito pero él le hizo seña para que guardara silencio. El joven parecía escapar de algo o alguien, se notaba que era un campesino por su forma de vestir, no era tan apuesto como el príncipe pero tenía su encanto. Ella se cubrió la boca con una mano para luego solo observarlo con detalle. Desconcertada y sin saber qué hacer, ya había tomado la escoba que estaba cerca de ella pero aun así no sabía si gritar que había un intruso, golpearlo con la escoba para sacarlo o dejarlo allí para saber que pasaba.

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Hola a todos, espero que les haya gustado. Bueno es mi primer Fanfic, así que si consiguen errores perdónenme y díganmelo que con mucho gusto aceptaré las correcciones. Si les gustó comenten y voten por los capítulos.

Los quiero mucho.

Con Amor. La Autora

CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora