La madrastra de Cenicienta se encontraba sentada junto a la chimenea mientras veía las flamas bailar suavemente cuando la joven que había contratado para que ocupara el lugar de Cenicienta se acercó
-Señora. Acaba de llegar esto, es para usted- dijo al inclinar la cabeza y con mucho respeto
La madrastra recibió el objeto sin mirar a la chica, observó que era una carta y llevaba el nombre de su esposo, sus ojos se agrandaron, su rostro palideció y tragó grueso al ver el nombre de quien la envió
-Te lo agradezco. Puedes retirarte- le dijo a la chica su tono autoritario para que la joven se retirara
La sala estaba oscura, solo se veía la luz de la chimenea. La madrastra abrió la carta, era del padre de Cenicienta, temía que después de tanto tiempo él volviera y encontrara la mansión en las actuales condiciones. Sin más espera empezó a leer
Amada Lady Tremaine.
Espero que se encuentren bien. Logré hacer negocio con el Gran Duque de Inglaterra, me ha ido muy bien en estos últimos años, por lo que pronto volveré a casa. Sé que ha sido muy fuerte para ti el cuidar de las tres niñas tú sola, sin embargo eres una mujer muy fuerte y todo lo que te propones lo alcanzas. Quiero que sepas que no las he olvidado y regresaré para cuidar de mi familia como debería. Dile a las niñas que las amo y a mi dulce hija que la extraño con toda mi alma.
Las amo a todas y espero verlas pronto
Después de leer la carta la madrastra de Cenicienta se enfurece arrugando la hoja por completo y arrojándola al fuego para irse de inmediato con sus hijas, quienes se encontraban en la habitación con la ayuda de la joven quien las maquilla y les arreglaba el cabello
-Madre. Isabell es un encanto, solo mira como dejó mi cabello- dijo Anastasia con una sonrisa mientras se miraba al espejo
-Isabell puedes dejarnos a solas un momento- dijo Lady Tremaine para que la chica saliera
-¿Sucede algo?- Preguntó Drisella al ver el rostro de su madre
-El dueño de esta casa vendrá pronto y resulta que buscará a su amada hija, quien lógicamente no está aquí- habló
-¿Eso que tiene de malo?- preguntó Anastasia
-Si se enterase de todo lo que ha ocurrido en esta casa, nos podremos ir despidiendo de todo lo que tenemos-
-¡No! Madre no diga eso- se quejaron ambas rápidamente
-Solo nos queda esperar a que el príncipe llegue y alguna de las dos se case con él antes de que el dueño de la mansión llegue primero-
-Pero ¿Cómo? La zapatilla no es nuestra y estoy segura de que no nos quedará- habló Drisella
-Eso no importa, encontraremos la forma de que les quede- dijo con autoridad, dejando a ambas un poco traumadas con los pensamientos de su madre
Cenicienta y Abdías iban rumbo al siguiente pueblo por un camino desolado y terroso. Ambos reían recordando lo ocurrido en la mañana y algunas anécdotas de Abdías, ya habían salido del otro pueblo.
-... La gente bailaba sin parar, como si fuéramos un grupo muy famoso y solo eran unos cinco niños y adulto que aún le cuesta trabajo crecer- dijo Cenicienta entre risas, recordando el momento
-Si... ¡Oye! Tú también me apoyaste, así que también eres una adulta que aún no crece. Deberíamos hacer eso más seguido, formar un grupo musical con los niños llamado "Abdías y Cenicienta"- dijo con entusiasmo colocando su mano alrededor de los hombros de Cenicienta, mientras levantaba la otra al frente como si imaginara la escena, a lo que ella sonrió y él la acompañó
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Cenicienta
FanfictionTodos conocemos la historia de la doncella que bailó con el príncipe y desapareció para que él la buscase gracias a una zapatilla y ella se casase con su príncipe soñado. Pero nadie sabe que fue lo que ocurrió con ella durante los días de búsqueda d...