Epilogo

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Aquel reino se llenó de luz y dicha ante las noticias de saber que tenían un príncipe. Además siguieron el ejemplo que les dejó la pareja, cada personas seguía su sueño sin detenerse a pensar, solo seguía a su corazón.

Wendy, aquella doncella de la posada se casó con su prometido, heredó la posada y siguió su sueño como cocinera, tenía una vida plena y feliz cuidando de su familia y su esposo. Saliendo de la posada se encontró un pequeño regalo en la puerta, observó a todas partes pero no vio a nadie quien le pudiera haber dejado aquel presente, lo tomó y sonrió ante él.

Cada uno de los cazadores disfrutaban con sus familias, jugaban y reían con ellos, los niños, habían ha prendido que no solo debían disfrutar en conjunto sino con sus familiares, todos trataban de enseñarles a sus hijos y hermanos pequeños con alegría algo nuevo, un truco de caza, un juego nuevo, una actividad diferente con cualquier material, a crear, construir, sus vidas se habían llenado de alegría y paz. Maya su líder jugaban con alegría con su pequeño hijo de dos años, quien se divertía al tenerla con él, su esposo gozaba de su compañía en aquel patio de aquella pequeña casa, cuando salió se encontró un pequeño regalo en la puerta, tomó el paquete con extrañeza, observó a todas partes y no vio a nadie quien le indicara que había dejado el paquete, sonrió ante él y volvió a observar al frente.

Los niños de aquel pueblo tocaban cada vez con más alegría y entusiasmo en la misma calle, las personas se reunían a su alrededor cada día para aplaudir, reír y bailar ante su música. Los niños establecieron una meta con su juego, querían alegrar a las personas que pasaran por el lugar, llenarlos de alegría y que una sonrisa se dibujase en sus rostros al escuchar tal melodía, que todas aquellas cargas y problemas se fueran con solo escuchar las notas de la música que tocaban. Aquel niño que anteriormente le prestó su olla a Abdías, tocaba con mucho entusiasmo y al terminar el día, levantó su olla y encontró un pequeño regalo, donde todos los niños se acercaron a observarlo, miraron a todas partes y no encontraron a nadie.

Las ancianas de aquella tienda se llenaban de ideas cada día, su trabajo se había convertido en algo más emocionante, alegre y armonioso desde que aquella pareja de jóvenes se había retirado del lugar, todas cantaban con alegría mientras terminaban un vestido tras otro y la tienda se llenaba en busca de los vestidos más hermosos del pueblo. La anciana que había encontrado a Ella fue a colocar su vestido en aquel mostrador cuando observó un pequeño regalo sobre él, ella lo tomó y sonrió ante el presente para buscar con la mirada a la persona que lo había dejado pero no tuvo éxito.

Anastasia logró cumplir su pequeño deseo, vivía en una casa de dos pisos, cerca de la casa del zapatero real, era un poco más pequeña que la de ellos pero era justo lo que deseaba, un lugar donde pudiera ser ella misma y que al llegar sintiera esa calidez que solo un hogar ofrecía. En su rutina diaria pasaba por una panadería para comprar la cena, allí conoció al panadero de quien se enamoró al igual que él de ella. Cuando regresó a casa encontró un pequeño regalo en la mesa que tenía en la sala de estar, le dio vueltas al regalo y no encontró alguna indicación o tarjeta con él, ella solo sonrió ante él

El zapatero real y su esposa fundaron una nueva tienda que era atendida por sus dos grandes amigos, Ella y Abdías, ambos trabajaban entusiasmados en aquel lugar, toda clase de personas iban allá en busca de las mejores prendas, zapatos y vestidos, desde los sirvientes hasta los nobles, todos compraban en aquella tienda. El zapatero real y su esposa estaban orgullosos de ser parte de aquella felicidad que emanaba en el lugar, además de que un pequeño ser se formaba en el vientre de la feliz esposa del zapatero llenando de luz y alegría a todos.

En la mansión de Ella, Abdías hablaba fluidamente con el duque real, puesto que nunca fue destituido de su título como príncipe pero vivía en la mansión con su adorada esposa Ella

-¿Entregaste todo lo que te pedí?- preguntó Abdías

-Si alteza, todos los presentes fueron entregados específicamente-

-¿Nadie te vio?-

-Ninguno, señor ¿Puedo preguntar algo Alteza?-

-Acabas de hacer una pregunta Gran Duque- le dijo en forma de juego con una sonrisa a lo que el duque frunció el ceño y se dio cuenta de lo que había dicho –Anda, no te intimides por eso, pregunta- continuó Abdías con su típica sonrisa

-¿Por qué los presentes?-

-Solo estoy pagando mi deuda- le dijo con una sonrisa, colocando su mano derecha en su hombro derecho para luego irse, dejando al duque extrañado

Una semana después, en el patio trasero de la Gran Mansión de Ella se encontraban todos reunidos, Wendy, los cazadores, aquellos niños, las ancianas, Anastasia, el zapatero y su esposa, el Gran Duque, la Hada Madrina, Abdías y Ella, todos sonreían abiertamente, se les veía la alegría emanar de ellos. Abdías hablaba ante ellos

-...Por esto les agradezco a cada uno de ustedes, ese pequeño gesto de amabilidad, humildad, honestidad han convertido a Ella y a mi merced en lo que somos ahora... Todos hemos seguido nuestros sueños, nuestras propias vidas para ayudar a otros porque eso es lo que somos, personas dispuesta a darlo el todo por el todo. Sigamos ayudando al prójimo, acompañando al desvalido y alegrando los corazones como lo hicieron con nosotros, no permitan que nada ni nadie se interponga en su camino para seguir sus sueños y metas- concluyó Abdías

-...Ustedes son los dueños de sus propias vidas, el destino no está escrito, somos nosotros los que tenemos la pluma llena de tinta y la hoja en manos, somos nosotros los que escribiremos nuestro propio destino. Persigan sus sueños y nunca dejen de ser ustedes mismos, defiendan lo que por derecho es suyo y enfrente cada adversidad que se les presente, porque de esta manera podemos pasar de ser un simple mendigo a un rey en menos de un minuto. Somos lo que queremos ser- Habló Ella mientras recordaba cada momento de su vida, dándose cuenta de lo larga e importante que se convirtió después de Abdías apareciera en ella, más todo lo que aprendió junto a él.

Nunca volvería a ser la misma doncella maltratada, humillada que se había dejado ser, nunca volvería a aquella vida de dolor y opresión, tampoco necesitaría a la Hada Madrina para pedir un deseo si no como una amiga. Había aprendido que valía mucho más de lo que pensaba, que merecía respeto y aprecio de la misma manera que un noble, por esa razón no se volvería a quedar callada, tampoco oprimiría sus pensamientos, expresaría sus emociones, era libre de hacer lo que quería, de seguir sus sueños y vivir su vida con un pensamiento claro que no se borraría.

"Esta vida no es de Cenicienta sino de Ella"

CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora