Capitulo 10. Pasión y Conflictos

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Abdías se colocó una mano en el costado mientras se sujetaba en el suelo con la otra para no incomodar a Ella, ya que se encontraba sobre ella. Él soltó un quejido de dolor, se mordía los labios y cerraba sus ojos para soportar, se levantó como pudo y atacó al ladrón para que este y los otros huyeran, dejando sus pertenencias con ellos.

Empezó a llover y Abdías perdió sus fuerzas cayendo de rodillas en el suelo. La sangre se empezaba a mezclar con el agua de la lluvia. Ella se levantó aterrada y llena de preocupación para tomarlo por los brazos y tratar de levantarlo, ella miraba a todas partes buscando refugio o por lo menos como sanarle la herida

-Abdías ¿te duele demasiado? ¿Cómo puedo ayudarle?- decía nerviosa, mientras se agachaba e intentaba tocar la herida para que él gruñera de dolor y ella lo dejara

-Busca refugio- dijo en medio de un quejido

Ella miraba a todas partes pero no veía nada, todo estaba oscuro y algunos árboles rodeaban el camino. La Hada Madrina miraba con preocupación desde lejos

No debo interferir, no debo interferir... pero si no lo hago podría empeorar la situación... Romper una regla no hará daño... Lo tengo

Pensaba con preocupación mientras se le ocurrió algo. Desde donde estaba creo cerca de ellos una cueva pequeña donde cabían perfectamente dos personas cómodamente y una hoguera. Ella desesperada seguía mirando alrededor hasta que observó la cueva a pocos metros de allí, así que tomó a Abdías, pasando su brazo sobre sus hombros para ayudarlo a caminar, el joven ya no podía soportarlo más, estaba a punto de desmayarse pero Ella logró llevarlo a la cueva, mientras él trataba de caminar

Al llegar, lo recostó con cuidado en el suelo, buscó un poco de madera dentro de la cueva y al encontrarla la separó en dos grupos, acomodó un grupo para formar un pequeño piso donde subió a Abdías para acostarlo con cuidado, mientras él seguía quejándose. Juntó la otra madera y buscaba algo con que encender una hoguera.

-Toma las dos piedras rusticas de allí- dijo Abdías con dificultad para que ella se fijara y con desespero intentara encenderla -Aléjate un poco- continuó para que ella obedeciera y lograra encenderla

El frío le afectaba cada vez más a Abdías y el dolor se intensificaba. Cuando Ella encendió la hoguera, él sintió un poco de alivio pero el dolor aún era fuerte y luchaba con sus ojos para que no se cerrasen. Ella se apresuró hasta él y como pudo le sacó la camisa para ver la profunda herida ensangrentada y soltara un pequeño grito de sorpresa

-¿Tan mal se ve? Si vas a curarme necesitas más valor- le dijo en forma de juego para que se relajara un poco

-Trata de colocarte de lado, voy a colocarte un vendaje- dijo para calmarse, cosa que le estaba costando trabajo hacer.

Tomó la mochila y de allí sacó el vestido nuevo que tenía, lo rompió en el borde, tomó un poco la punta, la humedeció con el agua de lluvia y con cuidado limpió la herida. A medida que pasaba el trozo de tela húmedo por la herida, Abdías se mordía los labios para soportar el dolor, mientras ella acariciaba la delicada piel del joven, y los corazones de ambos se aceleraba a gran velocidad.

Abdías admiraba el rostro de Ella, tan concentrado en la herida y asegurándose de no lastimarlo tanto, esa acción provocaba que su corazón se acelerara, sus ojos se deleitaran y su toque provocara que su piel se erizara por completo y se olvidara por un momento del dolor.

Ella terminó de limpiar la herida, cortó el trozo húmedo y con cuidado lo rodeó con la tela para evitar el sangrado, ella sabía que pronto necesitaría un médico que supiera como curarlo y suturarle la herida, mientras tanto eso evitaría el sangrado. A medida que rodeaba la cintura de Abdías con la tela, Ella se enrojecía, su corazón se aceleraba demasiado, un extraño cosquilleo se apoderó de su cuerpo y un hormigueo controló su estómago, sentir su piel cálida provocaba que Ella se intimidara con ella misma, deseaba pasar su mano un poco más, él tenía un cuerpo bien definido y liso sin cicatriz alguna, se veía suave y acogedor, el corazón de Ella se aceleraba con cada movimiento, era como si sus emociones la controlasen. En el caso de Abdías, se sentía igual o peor que ella, su toque era suave y delicado, sentirla de esta manera provocaba que en su interior la deseara, no quería nada más ese pequeño toque, quería sentirla

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