Capítulo 2. Perdidos

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Abdías parecía interesante, puesto que en esa época no había ningún joven con ese carisma, bueno tampoco es que conociera a otros, pero seguramente los demás era un poco más serios y caballerosos, igual que en sus libros.

-Soy Cenicienta- dijo ella con respeto

-Bien Cenicienta, regresaremos a tu casa... si es que la encuentro- dijo con una sonrisa y susurrando la última frase por lo que ella no escuchó

Minutos después ambos jóvenes emprendieron su caminata en medio del bosque, buscado la mansión de Cenicienta pero cada vez el camino parecía más confuso para el joven, sin embargo evitó demostrarlo para no preocupar a la chica. Todo era como si girara una y otra vez, los árboles se veían iguales en ciertos puntos y la mente de Abdías solo pensaba en una sola cosa y era seguir caminando hasta poder encontrar un lugar donde descansar o un pueblo cercano. La joven no era de hablar demasiado, por lo que trataba de buscarle conversación pero ella respondía solo lo necesario por lo que ganarse la confianza de la joven sería un fuerte reto para Abdías.

-¿Por qué lo siguen?- preguntó Cenicienta de la nada. Esa era la primera pregunta que le hacía después de horas caminado

-Porque me enfrenté a alguien que quería aprovecharse de otra persona y escapé- dijo con orgullo

-Entiendo- respondió ella para guardar silencio de nuevo

-Era una persona de poder por lo que envió a los soldados a seguirme hasta que me encontrasen para regresarme con él y decidir mi castigo- continuó al ver que ella no volvería hablar

Ese fue el inicio de otro silencio, por lo que él continuó callado hasta que su estómago empezó a rugir fuertemente, el hambre empezó a atacarlo y ella no parecía estar mejor, por lo que sonrió, se detuvo para voltear a verla

-Descansemos un momento y comamos algo o mi estómago empezará a hablar para que lo alimente- dijo Abdías de manera divertida para que ella lo mirara extrañado

-¿Qué comeremos? No hay nada de comida cerca- respondió ella un poco cansada a lo que él sonrió nuevamente y señaló hacia arriba para que ella levantara la vista hacia los arboles

Eran enormes arboles de manzanas, durazno y mango, posaban su frondosas ramas cargadas de frutos y hojas arriba de sus cabezas. Cenicienta observaba deleitándose en los hermosos frutos mientras que Abdías trepaba un árbol de manzana para bajar una docena. Él le ofreció a la joven la mitad para que comiera un poco para poder continuar. Ella degustó las jugosas manzanas mientras calmaban su hambre.

-Gracias- dijo de forma suave

-Fue un placer. Deberías hablar un poco más, así sabría cuando necesitas algo, si no fuera por mi hambre no hubiese comido- dijo Abdías de forma amable mientras comía las manzanas

-No estoy acostumbrada a los favores- dijo un poco apenada, provocando que él se enseriara un poco y pensara para responder

-Pues deberías acostumbrarte, ya que estoy dispuesto a ayudarte cuando me necesites- dijo con amabilidad y una sonrisa

Continuaron su camino, empezaba a oscurecer y hacer un poco de frío, el bosque parecía igual en todas partes, Abdías no notaba la diferencia en ningún lugar y Cenicienta ya se había dado cuenta de que el joven caminaba sin rumbo alguno pero no había querido hablar hasta ese momento, ya estaba cansada de caminar por el bosque sin llegar a algún sitio, solo se sentía agotada y sus piernas ya no daban para caminar más

-Estamos perdidos ¿verdad?- dijo cansada para que él lo pudiera admitir

-No, claro que no, solo tomamos el camino más largo- respondió nervioso

CenicientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora