Antigio - Capítulo XXIII (23)

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XXIII

Cruzamos la frontera Austriaca y nos encontrábamos a más de una hora de la ciudad de Maribor pero aún no sabíamos quién era el hombre que estaba sentado a nuestro lado. Emma, distante y callada, se había sentado en la parte de atrás conmigo. Eduardo hacía rato que había sacado su bolígrafo y no dejaba de darle vueltas, sin duda el nerviosismo le recomía por dentro. Por otro lado, yo sólo quería dormir un poco. Me parecía inútil preocuparme por nuestro nuevo compañero. Si un hombre como Pierre que había dado su vida por su país y sus principios nos puso en contacto con él para que nos ayude, significaba que al menos debíamos concederle el beneficio de la duda. David permanecía silencioso y no me parecía una forma muy grata de congeniar con nosotros aunque era de suponer que cada respuesta llegaría a su debido tiempo.

Estuve a punto de quedarme dormido cuando Eduardo guardó su bolígrafo y se giró hacia atrás.

- Creo que al menos tenemos el derecho de saber a dónde vamos.

A pesar de la agresividad con la que Eduardo le habló, a David simplemente se le escapó una risita.

- No pretendo ser gracioso.

Emma se movió hacia delante mirándole fijamente. Entre tanto, yo también me había irritado por la respuesta y a pesar de mi cansancio, de repente había perdido las ganas de dormir.

- Vamos exactamente a donde dijisteis. ¿No es obvio?

- ¿¡A Viena!?

- En efecto.

- Pero el resto de los detalles. Será como buscar una aguja en un pajar. Antes, cuando nos sabíamos que hacer, Pierre nos ayudaba pero ahora…

- ¿Tenéis el DVD que os ha dado?

- Sí.

- Pues ahí está la respuesta. En Viena, iremos a un piso franco de la compañía y os enteraréis de todo.

- ¿Quieres decir que tú ya sabes quién es “Zeus” y cuál es su propósito?

- …

El silencio de David nos puso aún más nerviosos.

- ¡Cómo es posible que haya vidas en peligro y que no hagáis nada al respecto!

- En primer lugar, la investigación oficial la hacía Pierre y ahora estará a cargo de ella otra persona. Oficialmente no podemos interferir. Que el decidiera compartir la información con nosotros para no limitar sus opciones, no significa que su sucesor esté de acuerdo o que los responsables de la operación conozcan nuestra implicación. Y en segundo lugar, aunque conozca casi todos los detalles de la operación, no tengo ni las más remota idea de lo que contiene ese DVD.

- Pero…

- No hay pero que valga. No hace falta deciros que no tratamos con unos vulgares asesinatos. Han ejecutado un meticuloso plan y pretenden llamar la atención para alcanzar un propósito mucho más grotesco de lo que podamos imaginar. Es posible que no hayáis visto las noticias últimamente y por eso os resumiré lo que he visto hasta ahora y cuáles son mis conclusiones. No relacionan los crímenes entre sí mientras ese hecho está más que comprobado. No existe comunicado de ninguna organización terrorista. Nuestros agentes asignados en medio oriente y especialmente los que se encuentran en Siria, experimentan un extraño silencio como el que detectaron antes de que ocurriera el ataque del once de septiembre en los Estado Unidos. Para acabar, un agente tan profesional como Pierre, decide compartir información con gente ajena a su agencia, incluyéndome a mí, con el fin de asegurarse que la investigación no cesaría ni después de muerto. Os aseguro que algo horrible está a punto de suceder y puede que nosotros seamos los únicos capaces de detenerlo.

No éramos capaces de expresar con palabras nuestra preocupación. Supongo que todo lo que nos dijo rondaba por nuestras cabezas pero nunca lo habríamos expresado con tanta claridad. Emma me cogió de la mano y yo le agarré con fuerza, como si por alguna extraña razón estuviera a punto de perderla. Eduardo se giró y nos miró con una expresión de inquietud que hasta el momento no le había visto. Atónitos, asustados y perplejos; así es como nos encontrábamos en este momento. Finalmente, Eduardo se volvió hacia delante y unos susurros salieron de sus labios.

- El barco de Burdeos… La cuarentena… El material toxico o químico que transportaba… “Zeus”… Dante Alighieri… Todo esto no puede presagiar nada bueno. Por cierto David ¿Cuál es tu especialidad?

- Contraespionaje y contraterrorismo.

- Claro, cómo no.

- Pero…

- ¿Sí?

- Estoy especializado en el manejo de armas nucleares. De ahí emana mí gran preocupación de que Pierre me hubiera escogido.

La sangre se me congeló. ¿Una arma nuclear? ¿Cómo consiguió transportar “Zeus” una cosa así? Resultaría imposible pasar desapercibido con ese tipo de cargamento. ¿Y mientras tanto cometía otros crímenes? ¡No es posible!

- ¿¡Quieres decir que existe una bomba nuclear!?

- Yo no he dicho eso Vicente.

- Pero has dejado entender que quizás exista.

- …

- ¿Sí o no?

- Sí.

- ¡Dios mío!

- No es más que una suposición. De ninguna manera podría asegurarlo.

Eduardo guardo su bolígrafo y se puso las manos a la cabeza.

- Lo cierto es que si Pierre te ha escogido es porque probablemente se trata de una bomba nuclear.

- Sólo digo que es posible Eduardo, nada más. Puede que se trate de material químico, toxico o incluso biológico. No sabemos a qué nos enfrentamos.

- ¿Y por qué no veo a un especialista en armas químicas, toxicas y biológicas con nosotros?

La conversación acabó tras la pregunta de Eduardo. Una vez más, el silencio prevaleció durante el resto del trayecto. Pronto llegaríamos a Viena y en mis manos sujetaba con fuerza el DVD de Pierre que quizás contuviera las respuestas que buscábamos.

Y no os perdáis la nueva saga “El juicio de los espejos” la primera parte se titula “Las lágrimas de Dios” Una aventura, con toques de ficción y fantasía, que transcurre en varios lugares de la Tierra, y también nos guía a través de batallas históricas y acontecimientos singulares. Próximamente encontraréis más información sobre ella y las presentaciones en mi página WEB: www.alexandercopperwhite.com

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