12. Perdiste. Perdimos

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—Perdiste.

—¿De qué hablas? —una vez más ese cuarto blanco, simple, básico; como aquel hombre que siempre me hacía compañía; como sus palabras y explicaciones simples, básicas, que nunca decían nada que pareciera valer la pena.

—Si te encuentras aquí, significa que perdiste.

—¿Contra quién? —¿cómo había llegado ahí otra vez? Bajé la vista, llevaba ropa de civil y no el traje. ¿Por qué?

—Contra Ragnarök —lo miré y arqueé una ceja, esperando que una sola vez aclarara mis dudas y no que me diera más.

—El Ispolin de Auyuittuq está muerto, destruyeron 3 ciudades de Canadá para terminarlo.

—¿Realmente lo crees?

—¿Por qué los veías a ellos y yo solo te veo a ti? —sus juegos del gato y el ratón no me estaban llevando a ningún lado, odiaba que me respondiera una pregunta con otra pregunta, así que cambié de tema por una duda que me asaltaba cada que entraba en el Proceso Zeitgeber.

—Porque yo hice la conexión a través del QI-I para tratar de llegar al Voin, en cambio tú la haces desde el Voin pasando sobre mí y yo corto el camino para que no llegues al QI-I —me explicó, Yuratchka. ¿Qué estaba pasando? No podía entender nada y menos cuando escuchaba unos golpes que me perturbaban impidiéndome concentrarme en las profundas e incoherentes explicaciones del padre de mi amigo, pero no podía identificar de donde provenían, mientras rebotaban en el eco de la habitación.

—Los nuevos Voin no los diseñó Artiom, ¿qué problemas pueden llegar a tener? —recordé las palabras del teniente el día de la junta.

—Artiom resultó ser más brillante que yo. Diseñó la progresión de códigos que bloquean una serie de procesos distintos en diferentes zonas neurobiológicas del psique humano en proyección desde la parte posterior del córtex de la relación neuronal con la conciencia. Haciendo que el "yo" reciba los estímulos, los analicé y actué en consecuencia, dando él mismo las órdenes, centralizadas todas en el punto de convergencia, de esta manera el "yo" es quien procesa y decide.

—No jodas, ¿y eso qué carajos quiso decir? —si su intención era que yo no entendiera nada, lo lograba con creces.

Miré a mí alrededor, nunca había tenido el tiempo de observar con detenimiento ese espacio. Era blanco sí, pero entre la clara y luminosidad del lugar, pude divisar lo que aparentaban ser dos picaportes lisos y del mismo color que aquella inusual recámara, logrando así que casi se confundieran con el entorno, al parecer ese lugar tenía puertas apenas dibujadas en una línea delgada, una a mi izquierda y otra a mi derecha. Los incesantes y compasados golpes provenían de este último lado.

—Quiere decir que tú controlas al Voin y no él a ti. Pero esos códigos no existen en Instinkt y Ragnarök ya que mi hijo no me ayudó a desarrollarlos, careciendo de la capacidad del pensamiento abstracto —Ragnarök. Eso era, había terminado ahí por activarlo ¡Era una tonta! Y temía que para la estupidez no existía cura.

—Nunca encontré algo en el diario que tuviera algo que ver con "venganza" —volví a cambiar el tema.

—Porque nunca lo leíste completo —metió la mano en su bata y se acercó a mí mientras sacaba de un bolsillo interno aquel cuadernillo negro, que adornaba mis pesadillas y desvelos.

De cerca era demasiado parecido a Artiom, el cabello rubio, los ojos de azul turquesa, inclusive, pensé que si sonriera podía atisbar aquella mueca lasciva que siempre me dedicaba. Se posó a mi lado, abrió el diario en la última hoja escrita y leyó en voz alta aquellas letras que yo no podía entender, que tal vez por pereza o resignación no había intentado aprender. ¿Por qué no escribió el diario en español o de perdida en inglés? Cavilé con frustración, pero era claro que eso no iba a ocurrir, él era ruso después de todo.

La última sombra del hombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora