Capítulo III

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Capítulo III.

«Perdonaría fácilmente su orgullo si no hubiese mortificado el mío»

(Orgullo y Prejuicio)

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—No puedo creer que Malfoy haya dicho semejante cosa sobre ti. —Luna parecía bastante sorprendida y Hermione se sintió ligeramente molesta.

—La verdad no se me hace extraño —comentó Ginny, ojeando distraídamente el libro de Aritmancia sobre su cama—. Es un Malfoy, después de todo.

—Habría pasado por alto la ofensa si su orgullo no hubiera herido el mío —dijo Hermione, con despreocupación.

—Pero, ¿estás segura de que eso fue lo que dijo? —Insistió Luna—. Tal vez lo malinterpretaste, Hermione.

—¿Crees que pude haber malinterpretado el «me fui a estudiar a otro país porque soy un idiota presuntuoso que no puede respirar el mismo aire que los magos nacidos de muggles» que expresaba su rostro mientras hablaba con Theo?

Ginny soltó una carcajada. —Eso sonó muy Malfoy.

Luna la reprendió con la mirada.

—De cualquier manera ya no importa, pues dudo que vuelva a hablar con él alguna vez.

Luna decidió no insistir por el momento.

—Más bien cuéntenme sobre el torneo —dijo Hermione, dando por zanjado el tema de Draco Malfoy—. ¿Cómo estuvo la apertura?

—Bastante impresionante —comentó Luna, entusiasmada de nuevo—. Dumbledore enseñó el «Cáliz de Fuego», un objeto mágico en el cual, quienes quieran participar del torneo, deberán introducir sus nombres.

—Olvidaste decir que nadie que tenga menos de diecisiete años podrá participar —agregó Ginny.

—Es cierto —dijo Luna—. Qué mal que te lo hayas perdido, Hermione, sabemos cuánto amas ese tipo de cosas.

Hermione levantó la vista. —La verdad necesitaba algo de espacio —dijo, y de inmediato la imagen de Pansy Nott y Draco Malfoy vino a su mente—. Aunque no fui la única que lo necesitaba —sonrió—. A ver, cuéntanos Luna, ¿cómo te fue con Theodore Nott?

—¡Es cierto, cuéntanos! —secundó Ginny.

Luna se sonrojó de inmediato. —Es un chico muy agradable —contestó—. Platicamos durante un largo rato e incluso pude notar que tiene cierta afición por las criaturas mágicas.

—¡Eso es genial! —Hermione se alegró sinceramente.

—Claro que lo es —apuntó Ginny—. Aunque la verdad habrá que ver cómo hacemos con tu desagradable cuñada —sonrió con picardía—. Hace un rato estuve a punto de lanzarle un mocomurciélagos y no quisiera estropear tu naciente romance con el príncipe de los ojos azules.

El sonrojo de la rubia aumentó. —¡Theo no es mi príncipe de los ojos azules!

—Como digas, pero no negarás que Pansy Nott, tu futura cuñada, sigue siendo un dolor en el trasero.

—Es una chica difícil, pero no creo que sea tan mala como ustedes dicen —apuntó Luna, con benevolencia.

—¡Ay Luna! —Ginny le colocó una mano en el hombro—. Eso lo dices porque tú eres un ángel y jamás piensas mal de nadie. —Se recostó sobre la cama de Hermione—. Pero, ¿acaso olvidas los malos ratos que le ha hecho pasar a Hermione? —Señaló—. ¿O las veces que te ha llamado «Lunática»?

Pride, prejudice and a little magicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora