Capítulo XII

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  Capitulo XI.

«He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente»

(Orgullo y Prejuicio)

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Y contrario a cualquier cosa que hubiera podido pensar, Hermione se equivocó una vez más, pues Draco, en vez de evitarla, empezó a estar presente en cada uno de sus momentos en la biblioteca, arreglándoselas incluso para toparse con ella cuando estudiaba en los jardines.

En varias ocasiones se sentaba cerca de ella y en algunas incluso la acompañaba hasta la entrada de su sala común luego de haber terminado sus deberes.

Era muy extraño, pero la chica se dio cuenta pronto de que entre menos trataba de luchar contra la situación, más natural empezaba a parecerle. No debía tener nada de malo que un chico quisiera un poco de charla intelectual, y aunque Hermione había pensado que ella era una de las últimas personas con las que él querría entablar una conversación, los pequeños intercambios sobre las clases o el silencio que a veces se prolongaba durante el camino no era algo tedioso para ninguno de los dos.

A pesar de que otros pensaran diferente.

—¿Y Malfoy no vendrá hoy? —preguntó Ginny en una ocasión.

—¿Malfoy? ¿Por qué habría de venir? —contestó Hermione, sin levantar la mirada de su libro.

—Pues como últimamente te gusta estudiar en su compañía —sugirió Ginny en tono divertido.

—Por favor —se burló Hermione—. Malfoy no estudia conmigo, él solo...

—¿Te acosa?

—¿Qué? —Hermione sacudió la cabeza enérgicamente—. ¡No!

—Entonces, es más como un protector para ti —aseguró Ginny.

—¡Claro que no! Si necesitara que alguien me protegiera, él sería mi última opción.

—Pues no entiendo —contestó Ginny, garabateando en su pergamino.

—¿Qué es lo que no entiendes?

—Dices que no te cae bien y te quejas todo el tiempo de su manera de hacer las cosas, pero cuando estoy aquí he visto que siempre te quedas al pendiente de la puerta como si lo estuvieras esperando.

—¡Por supuesto que no! —contestó Hermione, deteniéndose a pensar en ello. ¿En serio lo esperaba? Era absurdo.

—¿Y por qué razón le permites que se siente contigo y que te acompañe luego?

—La verdad, no lo sé —contestó, sinceramente—. Supongo que al principio quería evitar discusiones —reflexionó antes de mirar a Ginny— ¡No me veas así! Tampoco es como que creyera que se iba a convertir en un hábito.

Hermione había empezado a darse cuenta de que no tenía que fingir ser una persona diferente cuando estaba con Draco. No estaba obligada a decir una palabra si no lo deseaba y tampoco necesitaba tratar de impresionarlo de alguna forma, pues no estaba interesada en él. Por extraño que pareciera, se dio cuenta de que durante sus caminatas y ratos en la biblioteca podía ser ella misma sin temor a decepcionarlo.

En ocasiones él le preguntaba acerca de su familia o sobre sus expectativas al salir del colegio, pero la mayoría de las veces simplemente caminaba o estaba a su lado en silencio y aquello no era incómodo, en absoluto. Era su pequeña y privada rutina.

Pride, prejudice and a little magicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora