CAPÍTULO 22

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Hey, Yoongi —comenzó a zarandear levemente su cuerpo, había estado observándole dormir por mucho tiempo, pues había llegado temprano para disfrutar del día juntos y el pelinegro seguía durmiendo plácidamente.

D-déjame... dormir.

Es suficiente... tenemos cosas que hacer hoy —puchereó y siguió zarandeando su cuerpo.

¡D-déjame domir! —inconscientemente gritó y movió fuertemente para enfrentar al desgraciado que estaba interrumpiendo sus horas de sueño, y al notar quién era se maldijo en silencio, era un idiota, Jimin estaba esperándole pacientemente y él había soltado gritos que habían resonado en toda la habitación— y-yo... lo siento, creí que eras... otra... p-persona —en un intento fallido intentó hablar pero tan fuerte era su vergüenza que las palabras salieron torpemente de su boca, Jimin le observaba con una sonrisa en sus labios y al momento de escuchar las trabadas palabras de Yoongi carcajeó, haciendo que sus ojos se convirtieran en líneas.

Hubieras visto tu cara —siguió riendo mientras que golpeaba el colchón donde estaba recostado y recientemente despierto— qué salvaje eres, y yo que te había traído visitas y un regalo...

¿U-un regalo?

Sí sí, ten.

Sacó de su bolso una bolsa negra, la cuál se disculpó por no haber tenido un lindo envoltorio, ya que lo había visto e inmediatamente pensó en él cuando iba camino a casa.

Las delicadas manos de Yoongi tomaron la bolsa y sus ojos le miraron agradecido, diciendo en sus susurros que no era necesario. Sonreía con sólo saber que Jimin le había hecho un regalo y que había pensado en él, así que lentamente comenzó a abrir la bolsa y sonriendo enormemente por lo que había interior.

Es muy linda, ¿c-cómo... lo supiste?

¿Recuerdas esa ves que íbamos en mi auto y quedaste embobado mirando una tienda de Kumamon?

Sonrió y rascó su cabeza nerviosamente—. No...

Jimin era un idiota, había olvidado que Yoongi no recordaba nada de ese día, ni siquiera un mínimo detalle, así que sus palabras hicieron que se enrojeciera y tratara de excusarse.

Olvídalo —rió y Yoongi asintió— pruébatela, ¿sí? si no te gusta, puedes guardarla en la bolsa...

Negó con su cabeza delicadamente y puso la camiseta negra con un estampado de Kumamon sobre su pecho, el que estaba cubierto por la bata blanca del hospital, aún así le quedó grande y sonrió cuando la llevó puesta, se veía adorable, tal como un niño pequeño.

Me gusta m-mucho, gracias...

Te queda muy linda, tal como lo supuse.

Yoongi se sonrojó, pues le estaban halagando, una cosa que nadie hacía hace mucho, sólo su mamá cuando lo veía y le decía que cada día estaba más grande. O quizás si le habían halagado, pero que Jimin lo hiciera había sido un golpe brutal y mil cachetadas sobre sus mejillas, quería morir. Había adivinado sobre su personaje favorito, quizás no su talla porque la camiseta le quedaba un poquito grande, sólo un poquito. Tan poquito que podría parecer un vestido, pero, ¿qué va? ¡Ya tenía nuevo pijama!

Jungkook está afuera, ¿quieres que entre?

Asintió delicadamente y posó sus manos sobre su camiseta, estaba muy feliz de tenerla, porque no era de esas camisetas pobres que podías encontrar en cualquier mercado callejero, si no lucía como si él hubiese pasado horas tratando de buscarla. Y no significa que Yoongi fuese materialista, pero era un gran fan de Kumamon y prácticamente sabía los diseños de todo el merchandising que tenía la caricatura, y la que estaba sobre su pecho no la había visto jamás. Algo que significaba sólo una cosa; Jimin se había dedicado a elegirla.

Un abrazo lo sacó de sus pensamientos, Jungkook había corrido a abrazarle y por supuesto Yoongi le había correspondido, es más, habían compartido tanto que ya se consideraban amigos.

¡Yoongi hyung! ¡No sabes cuánto te extrañé!

Ya, ya —Jimin interrumpió su abrazo y miró molesto a Jungkook— no fue tanto, no exageres.

Calla tú, déjame abrazar a Yoonie.

¡¿Yoonie?! ¡¿Quién te crees para llamarle así?!

Es un bonito apodo, ¿verdad Yoonie? —Jungkook le miró y Yoongi sonrió delicadamente, pero negó suavemente, mientras que Jungkook seguía aferrándose con fuerza a su pecho.

 Jimin se sentó en la silla que estaba al lado de la camilla y cruzó sus piernas, mientras que miraba como Yoongi acariciaba el cabello de Jungkook, le miró a los ojos y el pelinegro le guiñó, mientras negaba delicadamente y sonreía ante el tierno acto de Jungkook.

Suspiró y se aburrió de observar a Jungkook apresando el pecho de Min quitando su débil respiración, así que sacó su móvil y comenzó a navegar por internet, tratando de evitar sus celos y no demostrándolos, aunque con el haber alterado porque el chico con aspecto de conejo le llamase Yoonie a su amado sí le había molestado. A él se le había ocurrido ese apodo y todos los derechos de autor permanecían únicamente a Jimin.

Para su mala suerte no había nada interesante, ninguno de sus pocos amigos estaban rondando por ahí, así que sin más se paró y observó a los presentes. Jungkook  estaba durmiendo en el pecho de Yoongi y su respiración era como escuchar la de un bebé, no sentía celos de Jungkook, es más, en la posición que estaba abrazando a Yoongi hacía que su corazón se ablandara y sintiera pesar por haber usado ese tono para hablar con el menor, él era la persona más pacífica del mundo y jamás solía alzar la voz independientemente de con quien estuviese hablando.

Era una de las facetas que desconocía de Jungkook, ya que el siempre había sido la persona más seria cuando hablaban, porque sólo se veían en el trabajo. Jimin tenía amigos, que en realidad ni siquiera eran amigos para él, sólo eran esposos de las amigas de Eunha, se reunían anualmente y a Jimin le fastidiaba, tenía que aguantar a muchas interesadas casadas con hombres horribles ya sea de personalidad y físico, aquellas mujeres eran un fastidio −tal como su esposa, o ex. Eso no lo sabemos todavía−. Así que esa misma tarde se dio cuenta de que crear lazos con Jungkook no sería una mala idea.

Se puso de pie y se acercó a Yoongi, miró a Jungkook sobre su regazo y le miró enternecido, sus ojos se detuvieron a mirar los suyos y observar con admiración lo bellos que eran, lo tiernos y los delicados ojos de Yoongi. Inconscientemente su mano dio una tenue caricia en sus mejillas, Yoongi abultó sus labios levemente creando un tierno y adorable puchero cuando las yemas de Jimin tocaron sus mofletes, cerró sus ojos disfrutando de su pequeña caricia y esta vez el rubor no se hizo presente, no estaba avergonzado, porque cada roce de Jimin le hacía sentir como el hombre más querido que haya pisado tierra.

Tanta fue la ternura que sintió Jimin al tocar sus delicadas mejillas que se le fue imposible el no besarlas, acercó delicadamente su rostro para besar su mejilla pero unos labios le impidieron. Yoongi al momento de sentir que Jimin se aproximaba a besar sus mejillas movió intencionalmente para que besara sus labios, extrañaba sus besos, aunque hace dos días se habían besado, Yoongi sentía que la espera había sido eterna.

Con sus labios los unos sobre los otros sonrieron y Jimin acarició su cuello delicadamente, posando un beso en el mismo sin la intención de llegar a mayores, sólo era una muestra de cariño y afecto, le encantaba besarle y de eso no había duda alguna.

¿Vamos por un café? 

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