CAPÍTULO 24

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Dilo de nuevo.

¿Q-qué?

Como me llamaste, dilo otra vez.

Ji...minnie.

¡Eres una dulzura!

Ante su exclamación Yoongi le miró con desagrado, él solía ser la persona más fría y tosca del planeta, un corazón desagradable que sólo quería pasar en su cama como un oso perezoso, con una gran barba de ermitaño, camisas leñadoras, pantalones de jeans y grandes botas de agua. 

Se le hacía imposible el creer que alguien le quisiera, ya que su personalidad no era muy común, a ratos era feliz, quería entregarle amor a alguien que no fuese su mamá, anhelaba el día en el que cruzara miradas con su primer amor, en sí anhelaba el enamorarse. Pero otros días era una persona totalmente fría, sus expresiones eran mínimas, no decía nada y su presencia nunca era una de las más gratas, solía fumar muy seguido en la pequeña terraza de su apartamento, maldecía en silencio cuando no podía escribir versos que expresaran todo lo que sentía. Pues Yoongi solía ganarse la vida componiendo y rapeando en algunos pubs en Daegu, le encantaba poder sentir el plástico que cubría la carcasa del micrófono con la yema de sus dedos, y le fascinaba que su voz fuera capturada por la rejilla que era conectada por un cable, finalizando por las bocinas que contenía el equipo sinfónico del local. 

No tenía ni idea del por qué trabajaba en marketing digital, ni idea por qué había estudiado esa carrera en la universidad, no le llenaba el corazón, como la música.

El elevador liberó un pequeño sonido y un golpe, señalando que habían llegado hacia el comedor.

Vamos a comer primero, muero de hambre, ¿sí?

Asintió tímidamente y sonrió cuando sintió el aire chocando frente a su rostro en el momento de que Jimin había tomado los mangos de su silla y se había dirigido hacia la cocina. 

El lugar era grande, el techo era amplio y las paredes eran blancas, adornadas por grandes ventanales que dejaban a la vista robustos árboles con sus ramas desordenadas debido al viento, hacía frío, estaba ventoso y lo único que se le venía a la mente era poder beber una rica sopa de vegetales, o quizás fumar un cigarrillo, ya que pensaba que la nicotina tenía mejor cuando el clima era frío, aún envenenándose a sí mismo.

Su silla se detuvo cuando llegaron a una mesa blanca, donde al lado habían abuelos y niños con su misma vestimenta, un pijama blanco con puntos, y sonrió al saber que no era el único que lucía ridículo con esa ropa roñosa. Jimin le abandonó para ir a buscar una carpeta, la cual supuso que era la carta.

¿Qué es esto? ¡¿Cómo es posible que no hayan papitas fritas en la carta?!

Aquí comen... l-los enfermos, Jiminnie.

Tú no eres un enfermo.

¿Entonces p-porqué... estoy a-aquí?

Sólo fue una crisis de estrés, ya te dije, falta poco para que vuelvas a casa.

Tae sufrió u-una crisis, y no estuvo t-tanto tiempo... aquí.

¿T-tae? ¿Quién es Tae? —preguntó, él jamás había mencionado a algún Tae desde que se habían conocido, o quizás no lo recordaba.

Ah... él, es mi... chico, TaeTae~ —sonrió, recordando a su amigo, aquello que extrañaba y anhelaba volver a ver.

¿Tu chico? —le miró a los ojos seriamente mientras que sentía una pequeña parte de su corazón romperse, él no lo había mencionado, ni tampoco creía que había alguien más en el corazón de Yoongi...

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