Capitulo 12 - Confesiones.

5K 399 124
                                    


Al salir del campo y llegar al castillo los 3 chicos se separaron, Tom fue a la biblioteca, tenía que estudiar para los exámenes de antes de navidad, sin embargo él no lo necesitaba, solamente quería ir a sentarse y estudiar, tal vez avanzar en pociones o algo de eso, sin embargo los minutos en la biblioteca corrieron y se transformaron en horas sin que el chico se diera cuenta, estaba por empezar el toque de queda así que Tom salió del salón y se dirigió al gran comedor ya que no había ido a cenar, al llegar el comedor estaba vacío, luego de estar Tom unos minutos en este llego Ambar y se sentó a su lado.

-¿Adónde te has metido? Te busqué durante horas por todo el castillo Tom.- Dijo la rubia viendo a su compañero

-¿Buscaste en la biblioteca?.- Le preguntó Tom con tono burlón

-¿Por qué no pensé en ir allí?.- Dijo Ambar cruzando los brazos y viendo al chico comer

-¿Por qué me buscabas querida?.- le dijo volviendo a su tono frio

- La otra noche dijiste que querías hablar conmigo de algo... pensé que...-

-Si, aun necesito hablar de esto contigo, vamos a la sala.- dijo Tom parándose de la mesa y ofreciendo su mano a la chica para que se levantara, ella tomó su mano sonrojada aunque al instante la soltó y ambos se dirigieron a las mazmorras en un silencio absoluto. Al llegar a la sala se sentaron en el sofá a un lado de la chimenea, Tom se acercó a Ambar tomándola del mentón y rozando su dedo con su labio inferior nuevamente, ella noto que sus ojos brillaban, esos ojos oscuros que el poseían y la hacían salir de sus casillas, el paso su mano por la cintura de ella y la acerco un poco más

- Odie a Carrow cuando me entere que trato de besarte.- Dijo Tom sacando su dedo de tu labio y pasando a acariciar su mejilla haciendo que ella empiece a sentirse nerviosa.- Él pudo juntar sus labios con los tuyos antes que yo si no lo hubieras parado... entonces no habría durado en lanzarle un Avada.- esta vez sonó distinto, como con un tono siniestro, posesivo y manipulador que de alguna manera a esta le gusto

-Tom...- susurro Ambar con hilo de voz. Tom empezó a usar la legeremancia de forma leve, quería saber qué era lo que quería ella, no sabía si la maldición se había roto, pero sabía que solo había una forma de enterarse *que está pasando...yo... porque esta tan raro?... nunca me había dado cuenta de lo tierno que puede ser Tom cuando quiere...* Pensaba Ambar, lo último hizo que Tom no pudiese guardarse más nada

- Posees unos ojos Ambar...unos con una belleza única, si pudiera...- en ese momento sus alientos chocaban, sus respiraciones estaban aceleradas, ella sintió como su cuerpo la obligaba a acercarse, sus labios estaban a milímetros, pero ninguno besaba al otro, aun que Tom sabía bien que ella se moría por probar sus labios y él por los de ella

-Tom...- volvió a susurrar, esta vez tan suave que solo ellos podrían escuchar tal nombre, entonces él corrió la mirada y miró la mano de Ambar que estaba apretando nerviosamente su propia túnica, entonces Tom acarició la mano de la chica para que se relajara y la tomo, pero en ese contacto se perdió lo que quedaba de la frialdad del chico, y no logró contenerse a besarla con deseo y cariño, ella lo correspondió, pero segundos más tarde Tom freno y la miro

- Ambar tengo que...- Él quería decirle de su maldición pero se perdió en el brillo de los azules ojos de la muchacha, completamente pálida, sin entender qué pasaba o porque él la había besado, entonces el se paró y le tomó le tomo la mano para que ella se levantara tambieny lentamente la dirigió a su habitación, al principio ella se negó pero siguió subiendo despacio hasta llegar a la puerta. -Solo necesito hablar.- le dijo Tom abriendo la puerta y entrando, cuando entraron Tom la cerro y hecho algunos hechizos no verbales a esta, que Ambar imagino que eran para silenciar el cuarto, y era exactamente eso.

-Tom ¿Qué está pasando?.- preguntó ella, él se empezó a quitar la túnica por lo que esta se ruborizo pero se calmó cuando vio que había parado ahí y dejado la prenda en un armario

-Empiezo a tener algún sentimiento por tu persona querida, algo preocupante para mí puesto a que no debería ser así, ya que nací... diferente, ya te he contado que soy mestizo, mi madre, ella... una bruja excelente en pociones...- Le siguió explicando alejándose cada vez más hacia el otro lado del cuarto, siempre frio, siempre distante, mientras hablaba sentía las ansias por morder su propia lengua y así frenar toda la situació, Ambar se tocaba el pecho como tratando de contener que su corazón no saliera de este y cuando por fin acabó, el quedo mirando hacia la ventana al lago y ella del otro lado del cuarto pegada a la puerta

-Tom... yo si siento cosas por ti.- dijo acercándose despacio a su compañero

Nadie puede saberlo Ambar!.- esta vez casi le gritó, girándose a verla y está echándose algunos pasos atrás

-Tom.- volvió a tratar de acercarse.-¿Por qué te molesta que otros sepan que te pasa alguna cosa conmigo? Tu dijiste que no debería de importarme lo que piense el resto.-

-No es que me importe Ambar.- dijo él sentándose sobre su cama.- No es que me importe la opinión de otros... pero en el futuro... en el futuro podrían hacerte daño por mi culpa y eso... me odiaría por eso.-

- ¿Daño? ¿Por ti?.- habló con tono burlón pero al mismo tiempo Ambar sintió que se había estado perdiendo de algo

-Ya no preguntes.- le pidió él con hilo de voz, a lo que ella se sentó a su lado viéndolo firmemente, él le devolvió la mirada y la firmeza de Ambar se perdió sin dejar de verlo.- Te quiero Ambar.- y esas simples palabras bastaron para que ella le diera un suave beso en los labios al cual él correspondió.


Tom Riddle: La MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora