Cap. 64 - Hola Tom, Adiós Muerte

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24 de junio 1995

Ambar había tenido sueños preciosos en el último tiempo, en donde Tom volvia para nunca más alejarse. En el dia su vida era tan neutra que no se lo creía a sí misma, nada nuevo le pasaba, nada le entusiasmaba, y sin su Rey tantos años ya no era la temible Ambar Peverell, sino la vieja Ámbar, la que era antes de pasar por primera vez las puertas del castillo en el que lo conoció, por qué no, ya nada era igual a cuando él estaba. Draco, a quien Ambar veía algunas veces en el verano, ahora se encontraba en Hogwarts en su 4to año, con 15 años, igual que el niño que vivió.

Ese día no había mucho sol, tampoco hacía frío, ni había nubes de lluvia en el cielo, el césped parecía no tener sentido cuando se movía por el viento, y la rubia sentía más vacía que nunca, paso el dia en su cuarto, en el que antes hacían 13 años ella compartía con Tom.

Pero esa tarde todo cambió, Lucius llegó a la mansión Riddle, Ambar nunca vio en la cara del rubio tanto miedo, tanta preocupación

-¿Te duele? – preguntó ella refiriéndose a su marca tenebrosa, estaban sentados en la sala, la rubia le había traído un vaso de vino de sauco el cual el se llevo a la boca en ese momento y bebió

- ¿Crees que...- quiso preguntar Lucius cuando Ámbar lo interrumpió

- Tom ya vuelve – En ese momento pudo descifrar tanto miedo en el rostro del mago que supo que él también lo sabía, Lord voldemort ya volvía. La marca de Lucius comenzó a arder

- ¿Me está llamando? – preguntó parándose de repente

-Nos está llamando – Ella vio como él transformó su ropa en una túnica negra y se puso su máscara, por lo que hizo lo mismo y se aferró a su brazo desapareciendo.

Llegó volando al cementerio del mismo pueblo en el que ya estaban. Ambar no pudo creer lo que veía entonces, no pudo asimilar lo que sucedía, por que el más grande mago oscuro en la historia estaba frente a ella, y la rubia solo veía al amor de su vida.

—Bienvenidos, mortífagos —dijo Voldemort en voz baja—. Trece años... trece años han pasado desde la última vez que nos encontramos. Pero seguís acudiendo a mi llamada como si fuera ayer... ¡Eso quiere decir que seguimos unidos por la Marca Tenebrosa!, ¿no es así?

Ambar quiso seguir escuchando pero no podía, no podía dejar de verlo, después de tanto tiempo, luego se percató de que su propio sobrino nieto estaba allí y que no muy lejos había un niño muerto, sólo cuando Tom se dirigió a Lucius pudo salir de su trance y volver a escuchar, todo lo que sucedía la tenía shockeada

-Lucius, mi escurridizo amigo -susurró, deteniéndose ante él-. Me han dicho que no has renunciado a los viejos modos, aunque ante el mundo presentan un rostro respetable. Tengo entendido que sigues dispuesto a tomar la iniciativa en una sesión de tortura de muggles. Sin embargo, nunca intentaste encontrarme, Lucius. Tu demostración en los Mundiales de quidditch estuvo bien, divertida, me atrevería a decir... pero ¿no hubieras hecho mejor en emplear tus energías en encontrar y ayudar a tu señor? -

-Señor, estuve en constante alerta -dijo con rapidez la voz de Malfoy, desde debajo de la capucha-. Si hubiera visto cualquier señal, una pista sobre su paradero, habría acudido inmediatamente a su lado. Nada me lo habría impedido... – la forma en que Riddle trataba al rubio le dio escalofríos a Ámbar, por primera vez sintió miedo. No supo entonces si lo que hizo fue por el ataque de miedo, por la desesperación de no verle hace tanto o simplemente por el amor que sentía

- Tom... - Una voz femenina se escuchó en el lugar, y una máscara había desaparecido cuando el señor tenebroso miro hacia Ambar y pudo contemplar su mirada Azul después de tantos años

- A..ámbar – soltó en susurro, e inmediatamente se acercó más a ella – No debiste venir, por favor... vete – hablo solo para que la rubia lo escuchase, ella entendió en ese instante que fue una mala decisión, Harry la miró por primera vez, y no entendió exactamente quien era, pero le era tan familiar... como si la conociera de toda la vida, y al percatarse de todo, Ámbar simplemente se apareció en su habitación nuevamente, esperando que esa noche Tom volviera.

Pero al otro día Ambar se levantó para llevarse la sorpresa de que Lord Voldemort no había vuelto a la mansión, en vez de eso una visita completamente inesperada tocó a su puerta, Albus Dumbledore.

- El no esta aquí – dijo ella con un tono alarmante, no sabia que hacia ese hombre en la puerta de su casa

- Parece señorita, que ya sabe de los últimos sucesos, pero no vengo por esa razón – Habló Dumbledore sentado ya en el sillón de la sala que alguna vez había pertenecido al mismo Tom Riddle

- Entonces Profesor, no encuentro otra razón por la cual podría usted visitarme después de tantos años sin relación – la rubia se llevaba una taza de té a los labios antes de seguir hablando – Yo ya no tengo relación con Tom... -

- Señorita Peverell, vine hasta aquí para hablar con usted sobre su... herencia familiar – entonces Ambar comenzó a tensarse, sabía que lo que hablaba Dumbledore, era un miedo que tenía desde que lo desarmo en aquel bosque oscuro, por que ¿Era posible que Dumbledore sepa que la varita de sauco le debe lealtad a ella? – Sí Ámbar, lo se, disculpe que use legeremancia con usted, pero es algo inevitable – En ese instante ella cerró su mente ¿¡Cómo podía ser tan descuidada!? Tom se decepcioraria como nunca solo por tal descuido.

- Mire Dumbledore – Se paró de un salto y se alejó del sofá – No es como usted lo cree, yo... - pero el hombre la interrumpió

- Encontré esto, hace un tiempo enterrado bajo el suelo de la choza de los Gaut –habló el hombre mostrando el anillo de tom en su dedo, junto con la piedra de la resurrección – Está... Corrompido con magia negra diría yo, pero además tiene algo que antes se encontraba en tu propia posesión y que debería estar en una bóveda de gringotts según tu padre – Ambar sintió una presión en el pecho al escuchar las palabras del hombre – Dígame tan solo... Que no las tuvo a las 3 juntas... - Entonces ella agacho la cabeza con pena, si lo había hecho, y ya hacía años, desde que Tom se había ido se volvió la frágil, casi como cuando todavía no lo había conocido, tuvo una caída en ese sentido, y ser la ama de la muerte le dolía cada vez más, y le costaba todo el tiempo, pero eso era lo que le tocaba y no podía dejar que Dumbledore se lo arrebatara

- ¡Expelliarmus! – Conjuro la rubia intentando desarmar al hombre en un ataque de miedo, furia y confusión

- ¡Petrificus Totalus! – Esta vez el hechizo salió de la varita de Dumbledore, rozando el brazo de la chica –

- Parece que ya no es el mismo Dumbledore – Dijo ella con burla - Bombarda –

- Oh señorita, por suerte usted está igual que en los viejos tiempos – La miró de reojo para ver cómo estaba ella, aunque lo esté atacando, ámbar le preocupaba - ¡Desmaius! – dijo casi en susurro cuando la rubia dejó de ver y sintió un golpe en todo el cuerpo, ahora estaba tendida en el suelo de su sala, con un Albus más envejecido que nunca a su lado, el hombre miró su mano y vio que el anillo seguía lastimándolo, puso suavemente la varita de sauco, aquella construida por la muerte original, en las manos de la mujer y pronunció –Expelliarmus -

Tom Riddle: La MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora