Capítulo 16. Hay tanto que quiero decirte.

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Roy había comenzado a ver las posibilidades de una nueva casa en su tiempo libre, dos días después del término con su relación, para luego volver a donde todo empezó. Entro para ir directo a su habitación y comenzar a arrojar su ropa en una maleta dejando intacta la del otro habitante, esta vez sin temor a que los recuerdos le invadieran y la nostalgia se volviera intolerable.

Tomó sus otras pertenencias para luego comenzar a guardar fotografías que estaban colgadas en las paredes en las cuales salía él y el rubio, sus amigos a excepción de una sola que tan solo miro por unos segundos y terminó ignorando después, esa sería la única que dejaría en ese mismo lugar porque era esa en especial la cual amaba Edward, antes del accidente, el decidiría que hacer con ella. También tomó entre sus mano la pequeña caja de color azul zafiro pálido para llevársela, hasta un lugar más oculto, ya que tarde o temprano tendría que contarle toda la verdad sobre los pequeños.

Le dejaría la casa al rubio, esa decisión estaba tomada desde que la compraron, ya que sabía a la perfección que si él se quedaba con ella lo único que haría sería cavar su propia tortura, todos los recuerdos se encontraban atrapados entre las paredes.

Salió con todo en mano para guardarlo en la guantera y después subirse, tomando un sobre que se encontraba en el asiento de copiloto. Miro sus llaves y en conjunto de una carta que daba a explicar su última decisión, guardo en ese sobre todas las cosas, además de su argolla. Condujo hasta el buzón más cercano y una vez selló el sobre escribió su nombre y la dirección a la que iba dirigida, se acercó para depositarla como correspondencia, pero se detuvo justo antes de dejarlo entrar, miró el sobre con dolor.

Estaba seguro de que jamás lo dejaría de amar.

.........

Ya había pasado una semana de aquel suceso y Edward estaba en casa de su hermano, conversando con él a las afueras de la casa. Winry luego de aquello se fue de vacaciones así que solo estaban los dos allí, recuperando el tiempo perdido, según para ambos. Alphonse estaba siendo una grata ayuda para que el pudiera salir adelante y siempre respondía a las preguntas que le soltara su hermano mayor con respecto a lo que no recordaba aun, en eso estaban cuando llamaron a la puerta y el dueño de la casa fue a averiguar de quién se trataba.

Miró su mano izquierda y observo el lugar donde ya no se encontraba la argolla.

– Edward –le llamó Alphonse, volviendo a la cocina.

– si –respondió girándose a verle y viendo una expresión de preocupación en su rostro– ¿Al? –dice ya colocándose de pies.

– te acaba de llegar esto.

Informó extendiéndole una carta a su nombre. Dudo en tomarla pero de todas formas lo hizo, observando después la dirección de donde provenía y la cual no reconocía para nada, pero la sorpresa se reflejó en su rostro cuando al voltearla ve escrito a mano el nombre de quien la envió.

"Roy Mustang"

Un escalofrío le recorrió por completo, alzó la mirada hacia Alphonse quien solo le miro sin nada que decir al respecto. Volvió a tomar asiento y sin esperar más la abrió, escuchando la caída de dos objetos dar contra la madera de la mesa.

Una argolla y una llave, algo en su interior se rompió.

Desenvolvió la carta entre doblada y comenzó a leer, en silencio bajo la atenta mirada de Alphonse.

"Roy Mustang.

Ha pasado demasiado tiempo desde que he escrito mi última carta, así que te advierto que no sé cómo resulte esto. Me disculpo de antemano si esto te provoca un malestar o si resulta algo horrible de leer...además de las mentiras que te he dicho y las verdades que te he ocultado.

Por favor... recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora