Capítulo 10. Todo se aclara...

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"Todo se aclara...tal como ocurre con el agua, después de la tempestad."

Llegando a la entrada del cementerio, descendieron del vehículo viendo como la nieve aún no se detenía y una vez que estuvieron afuera del automóvil, ganas de retroceder por sobre sus pasos no faltaron, la temperatura había bajado más de lo habían imaginado, volvieron a estremecerse, pero de todas formas se armaron de valor para seguir caminando. Tuvieron uno que otro problema en encontrar la tumba, pero finalmente lograron hallarla, estaba algo cubierta de nieve y la acompañaban unas flores. Edward, se acerca y se arrodilla frente para limpiarla con una de sus manos.

Roy tan solo lo observa, hay cientos de preocupaciones que no le permiten estar en tranquilidad, sabe que no todo es perfecto, que aun ahora hay cientos de obstáculos por vencer. Escucho un par de pasos aproximarse y observó hacia el lugar de donde provenían, encontrándose con Van Hohenheim.

– ¿Qué hace aquí? –pregunta Edward, antes de que el otro logre colocar esas palabras fuera de sus labios.

Roy lo mira sorprendido, aquella actitud le recordaba al Edward, que conoció en los primeros años.

– por lo visto me recuerdas con más detalles ahora... –responde Van, mientras mantenía su mirada puesta en su hijo.

– lo más mínimo, pero no significa que no tenga rencores hacia usted. Sabía quién realmente era yo ¿por qué no respondió a mis preguntas? ¿Por qué mentir?

– porque si te decía la verdad volverías a los brazos de aquel hombre y te marcharías lejos. Dejaste tu hogar, tu familia, todo por el... –respondió su padre, mientras observaba hacia Roy.

El rostro del pelinegro, se mantuvo inexpresivo e serio, Edward sabía que no estaba dispuesto a defenderse y eso lo pudo notar cuando sus ojos se encontraron ¿Qué podía decir?

Pensó en las posibilidades y trato de forzar la aparición de algún recuerdo, para negar esas palabras, negar la culpabilidad que estaba presente en los ojos de quien estaba a su lado, pero un fugaz recuerdo le sorprendió, una pequeña disputa entre él y su hermano menor, una imagen de una maleta negra...

– me fui porque ya no quería seguir las expectativas tuyas ni de nadie, porque quería demostrarme a mí mismo que puedo, sin la necesidad de ser ante tus ojos, ser alguien. Porque quería seguir mis propios sueños. Roy, no tiene culpa alguna... –dice mientras lo miro a él– a él, le conocí después de todo aquello.

Y así había sido, se habían conocido después de un año de aquel incidente familiar y el mismo se lo había relatado luego de una noche de pasión entre ambos, lo había escuchado hablar de su familia de una manera poco confortable y por aquello su amor por Edward, solo se reforzó. Después de un tiempo decidieron afrontar el hecho matrimonial y ante todo tenía que conocer la familia de Edward...las cosas se pusieron difíciles, protestas, contradicciones, negaciones y malos tratos por el simple hecho de que no iba por la política de la familia relacionarse con un policía y porque ambos eran hombres.

– tú nos abandonaste, papá –agregó Edward.

– lo hice, porque sino con que nos podríamos sustentar –respondió Van.

– y a quién demonios le importaba el dinero, cuando solo queríamos pasar más tiempo contigo ¡como tus hijos y tu como un padre de verdad! –grito por último apretando sus puños de forma dolorosa, al tiempo que agachaba la cabeza, mirando así sus propios pies.

La discusión cayó en silencio, Roy se quedó en el mismo lugar con preocupación al ver cómo reaccionaba Edward. Por otra parte, Van acortó la distancia que los separaba, limitándose a colocar su mano sobre el hombre del rubio y decir.

– me preocupaba su bienestar, hijo.

Y al no obtener respuesta del joven, agregó.

– lo siento, por todo.

El hombre luego de decir aquello sonrió forzadamente, se giro sobre sus pies, marchándose en silencio, mientras tanto Edward, se quedaba con sus resentimientos entre lágrimas, y sus puños cerrados. Roy pareció ver aquel joven que en algunas noches pasadas colapsaba y se culpaba por no salvar una vida, recayendo en las lágrimas, en silencio, en noches que el tiempo proseguía con su línea sin ser afectada al respecto. El doctor en el que se transformó, le había vuelto fuerte porque cuando había una pérdida debía ser él, quien diera la verdad a los familiares de los pacientes, pero después de todo era un ser humano y las emociones estaban a piel, el no contaba con la frialdad necesaria para ello...observo el cielo y luego volvió a centrarse en el chico de cabellera rubia.

– adiós...papá.

Lo escucho susurrar al tiempo que veía como de la nada se iba hacia adelante, dispuesto estamparse su cabeza con el suelo, menos mal que lo sostuvo antes de que aquel incidente sucediera. Suspiro, al ver que aun respiraba y que solo se debía a un simple desmayo, lo tomó entre sus brazos para cargarlo hasta el coche, donde todo era más cálido que el exterior. Lo dejo descansar en los asientos traseros a lo que luego retomó el trayecto con un poco de tranquilidad.

La pequeña idea de ir hasta la casa de donde una vez lo habían casi sacado a patadas lo hacía dudar, pero si o si tendría que ir a la casa de su cuñado para informarle que su hermano estaba sano y salvo, eso era en parte bueno, lo malo estaba con relacionarse con esposa, Winry. Aquella mujer que con tan solo pronunciar su nombre le daba hasta escalofríos, la chica lo odiaba por la simple razón de que Edward lo amara a él y no a ella, de que ambos estuvieran casados.

Tendría que soportarlo todo para poder verlo sonreír y feliz, todo por esa persona que tanto amaba. Además tendría que ir a esa ciudad sí o sí porque era justo ese lugar donde se trasladaron los asesinatos que estaban investigando.

Dejó escapar un suspiro al ver todo lo que se aproximaba y también por el cansancio que comenzaba a sentir, por lo que busco un motel, que encontró apenas aquella idea se le cruzó por la cabeza, allí una vez estaciono el auto, pidió una pieza con dos camas para no incomodar a Edward.

Ambos decidieron que camas usarían y luego de haberse colocado algo ligero decidieron irse a descansar, Roy apago la luz.

Por unos segundos estuvo mirando a través de la fina cortina intentando pensar en otra cosa que no fuera meras preocupaciones.

– ¿Estás despierto?...Roy –preguntó en un susurro Edward.

– sí –respondió al tiempo que desviaba su atención hacia la otra cama.

– no puedo dormir ahora...me... ¿puedo acostarme a tu lado? –volvió a preguntar Edward, sorprendiendo al otro hombre y de lo cual sonrió levemente y levanto la mitad de las tapas de la cama.

– claro, ven...

Sintió como el chico se recostaba a su lado, fijándose como sus cabellos brillaban por los finos rayos de luz de la luna que de igual forma entraban por las cortinas. Guardó silencio al tiempo que se colocaba de frente al techo y cerraba sus ojos, pero los abrió al sentir como el otro chico se apegaba mas a él y como apretujaba entre sus dedos suavemente la camiseta que llevaba puesta.

– tengo miedo...aun –susurro, sorprendiendo al pelinegro– tengo miedo de me dejes solo, como lo hizo, Tom...son los únicos que me han ayudado con honestidad...

Roy por el impulso se coloca de costado y lo abraza en silencio, una calidez necesaria para ambos, un acto deseado por ambos, aunque uno de ellos lo negara.

– jamás te volveré a dejar solo...aunque no me recuerdes, aunque pasen los años, nunca lo volveré a hacer...no temas, amor.

En respuesta solo pudo sentir como Edward se aferraba más a él y dejaba escapar un leve quejido por las lágrimas que habían vuelto, a parecer.

Por favor... recuérdame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora