22.- Esa electricidad.

907 34 8
                                    


***

Ese “Te quiero taanto" es lo último que recuerdo, quedé profundamente dormida,  soñaba con algo parecido a mis pesadillas cuando estaba hospitalizada, la diferencia es que esos ojos intensos ahora no me atacaban ni reprochaban.

Tenía la respiración entrecortada y mucho, mucho calor. Al abrir los ojos lo vi a él, completamente abrazados y wow... que amanecer tan lindo. Recuerdo que me quedé dormida pero en el sofá.. El me trajo hasta aquí. Dormido era el triple de guapo, que aunque suene imposible, no lo es. Sus ojos cerrados, su piel... sus labios entreabiertos... No es sano para mi salud mental.
Se fue despertando y yo sonreía como tonta, sí, eso.

—Hola. —dije.

—Hola, Dani.  —sonrió— ¿Te despertaste hace mucho?

—No, hace minutos.

Busqué mi teléfono con la mirada, me moví a tomarlo.

—¿Qué hora es? —preguntó.

—10:50 —respondí.

—Aún podemos desayunar...

—Mírame como estoy. —con el mismo vestido de ayer.

—Yo puedo hacerlo. —susurró y sonreímos. 

Insistí en ayudarlo pero se negó completamente. 


Mientras, yo fui al baño, más que todo a ordenar mis pensamientos, estar con él supera mis espectativas en todo, es tan dulce y se preocupa por todo.. Pero no somos nada....

Al salir del baño, Pablo estaba mirando por la ventana, ayer me fijé en ella y tiene una vista increíble de noche, ahora debe ser mejor.

Notó mi presencia, volteó y sonrió. 

—Ya está el desayuno. 

—Vale.

—Siempre he pensado que me observan desde aquí. —rió. 

¿Qué? 

—Oh.. —fue lo único que logré decir antes de que sirviera la comida. 

—Aquí está. —dijo con una media sonrisa. 

—¿Me prestas tu cargador? Mi teléfono ya no tiene batería.

—Sí, ten.

Nuestros dedos se rozaron y ahí estaba esa electricidad...

Me pasó el cargador, nuestras miradas quedaron fijas y ahí me di cuenta: estoy locamente enamorada y haría cualquier cosa para estar con él.

Dejé cargando mi teléfono y nos sentamos a comer. Ahora sí estoy nerviosa, muy nerviosa. Y para mi desgracia lo notó.

—¿Te pasa algo? —preguntó.

—No, nada, ¿Po-por qué? —dije muy insegura. 

—Te ves... nerviosa.

—Eh...

¿Nerviosa? Para nada. 

Bajé mi mirada al plato aún lleno.

—Dani, ¿Qué tienes?

Sonreí tímidamente.

Él sonrió.

Claro que sabe qué tengo.

No tenía nada de hambre... Pasaban minutos y mi plato aún estaba igual. No me lograba concentrar... No podía mirarlo porque temblaba.

Te quiero TANTO. {Pablo Alborán} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora