Confusión *Vagabundos De La Noche 1*

Capítulo Doce

Me desperté alrededor de las nueve y media de la mañana siguiente y me di cuenta que mamá estaba todavía durmiendo.

—Ella debe tener algo,— le dije a Nathan, quien estaba afuera barriendo las piezas del equipo de vídeo rotas.

Él se encogió de hombros. —Podría ser el aire fresco.

—Puede ser. Así que, ¿has oído algo de Duncan?

—Sí, él dijo que sus cámaras estaban bien y que no parecía haber nada extraño.

—Eso es bueno, supongo. Me costó dormir anoche. Sentí que algo me estaba mirando otra vez.

Él se echó a reír. —Probablemente yo. Te vi un par de veces y estabas roncando.

—¡Yo no ronco!

—¿Cómo demonios lo sabes?

Levanté mi barbilla. —Sólo lo sé...— Resoplé. —Como sea. De todos modos, tan pronto mamá se levante, vamos a mostrarle el video para ver lo que piensa.

En ese momento, una vieja camioneta roja conducía por el camino y se estacionó junto al Mustang de Nathan.

—Es nuestra vecina. Creo que mamá dijo que Abigail es su nombre,— dijo Nathan.

—¡Hola!— dijo la anciana mujer, saliendo de la camioneta. —Sólo quería pasar por aquí y darles la bienvenida. Lo siento, me tardé mucho.

—No hay problema,— dijo Nathan. —Debimos nosotros haber ido a su casa y presentarnos.

—No te preocupes,— respondió ella, con un gran molde de tarta. —Espero que les guste el pastel de ruibarbo de fresa; ¡está fresco, lo hice temprano esta mañana!

—Nos encanta, gracias,— dijo Nathan mientras ella se lo entregaba. —Guau, se ve impresionante.

—Mi nombre es Abigail, por cierto. Yo vivo en la cabaña del lado.

—Soy Nathan y ella es Nikki,— dijo Nathan.

—Hola,— le dije.

—Encantada de conocerlos a los dos.— Abigail parecía que estaba en sus setenta u ochenta años; tenía el pelo rojizo, ojos verdes y llorosos.

—Ya vengo,— dijo Nathan. —Voy a poner la tarta en la cocina. ¿Usted quiere un pedazo, Abigail?

Ella sacudió la cabeza y sonrió. —No, gracias. Lo hice para ustedes, amigos.

—Bueno, si usted cambia de opinión, me deja saber,— él gritó, entrando en la casa.

—Um, nuestra madre no se encuentra bien,— le expliqué. —De lo contrario estaría aquí saludándola, también. Estoy segura que va a estar triste de no haberlo hecho.

Ella sonrió. —Está bien.

—Supongo que vio a la policía aquí un par de veces,— le dije.

Su sonrisa cayó. —Sí me di cuenta de eso.

—Encontramos un cuerpo la primera noche que llegamos, y ayer por la noche, alguien rompió nuestro equipo de vídeo. Hemos estado tratando de atrapar al culpable. Ha sido una locura.

—¿Un cuerpo?— dijo, con los ojos muy abiertos. —¿Fue esa joven que se mencionó en las noticias? ¿Tina Johnson?

Asentí. —Sí. Creen que se ahogó y apareció su cuerpo aquí.

—Ellos no creen que fue... ¿un crimen?

—Bueno,— le dije. —Personalmente, creo que es, pero nadie más parece creer.