Capítulo Dieciséis

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Nathan y Duncan dormían en el piso de mi habitación esa noche, por si acaso el ‘fantasma’ volvía a acosarme.

Cuando me desperté, eran más de las nueve de la mañana y estaba sola.

Bajé a la cocina. —¿Dónde está Duncan?— pregunté.

Como siempre, Nathan estaba atragantándose  con la comida. —Tenía que trabajar. Él va a recogerte después de tu turno esta noche. Voy a buscar las llaves de mamá y te dejo saber a las cuatro.

—¿No sabes lo que tiene el Mustang?

Él asintió. —Es la batería. Voy a conseguir una nueva hoy.

Bostecé. —¿Dónde está mamá? ¿Sigue durmiendo?

Él asintió. —Sí, ella ha estado haciendo eso mucho últimamente. Creo que debería dejar de beber; ella simplemente no puede controlarse.

—Estoy de acuerdo.— Además, ella era nuestra madre y realmente no daba una buena impresión al quedar de esa manera.

Dos horas más tarde, mamá seguía durmiendo, así que decidí comprobar. —¿Mamá?— llamé, golpeando suavemente la puerta.

—Sí,— murmuró. —Entra.

Ella tenía las persianas cerradas así que encendí la luz. —¿Estás bien?— le pregunté.

Ella sonrió, perezosamente. —Sí, sólo estoy cansada.

Me senté a su lado en la cama. —Sabes, realmente necesitas dejar el vino, mamá. El sheriff va a pensar que eres una borracha. Nunca bebes de ese modo.

—Yo no bebo nada desde anoche. Por lo menos, no me acuerdo,— dijo con una mirada confusa.

—Oh, vamos... mamá, estas hecha polvo. Tuve que ayudarte a ir a la cama. Habías estado bebiendo.

Ella se pasó una mano por la frente. —Yo ni siquiera recuerdo.

Suspiré y cambié de tema. —Entonces, ¿la hija de él preparó la cena para los dos?”

—Yo... creo.

Mis ojos se abrieron. —No pareces muy segura.

Se frotó la frente. —A decir verdad, lo de anoche fue un poco confuso.

—Conozco la sensación,— dije, mirando hacia la ventana de su dormitorio. Anoche sentí casi como un sueño. No podía explicar mi reacción con Ethan o la forma en que él me llevó rápidamente a través de la oscuridad de la manera que lo hizo. No tenía sentido.

—¿Qué?— preguntó.

Me volví hacia ella y sonreí. —Nada.

Ella se puso de pie. —Tengo mucho que hacer hoy. Empiezo a trabajar el lunes y tengo más diligencias que hacer que horas para completarlas.

—Gracias por preguntar... mi primer día ha ido bastante bueno, por cierto.

—Lo siento, cariño,— respondió ella, agarrando una bata del armario. —Me había olvidado por completo. ¿Cómo te fue el primer día en el restaurante?

—Sí. Estoy trabajando de nuevo esta noche. De hecho, Nathan tiene que utilizar tu coche para dejarme en el restaurante alrededor de las cuatro. Su Mustang necesita una batería nueva.

Ella gimió y asintió a regañadientes. —Está bien. Supongo que voy a tener que hacerme cargo de algunas cosas mañana.

Hice un gesto hacia su cuello. —Entonces, ¿cómo está tu piel?— le pregunté.

Confusión *Vagabundos De La Noche 1*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora