Capítulo 20: Dar la cara

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Pasaron unos días algo extraños. El silencio que inundaba la ciudad se estaba haciendo cada vez más pesado y las calles se veían más solitarias que nunca. Nadie podría descansar del todo con Alan suelto por ahí. 

Nick y Finnick estaban paseando, observando las hojas secas movidas por el viento, que acompañaban al sentimiento de soledad de la ciudad. Quizás por la división de la ciudad, o quizás porque Alan Bosh andaba suelto, pero fuera lo que fuera, había robado el color de Zootopia y los animales preferían permanecer en sus casas. 

—Perdón por todo ese lío con Sheila, no tenía ni idea de que estaba en una mafia —contó el zorro fennec.

—No te preocupes, Finnick, solo querías ayudarme y te lo agradezco. De todas formas, no era mi tipo. 

—¿Tu tipo son entonces las conejas o qué? Qué raro eres.

—No, Fin, la especie no tiene que ver en nada —se defendió su amigo—. Si no te gusta que esté con alguien de distinta especie pues... 

—Te respeto, Nicholas, no hay problema. Si esa coneja te vuelve loco, no puedo impedírtelo—aclaró Finnick. Nick sonrió.

En ese momento la conejita apareció detrás de ellos y se lanzó sobre la espalda de Nick con demasiado cariño y entusiasmo. Él cayó al suelo y Judy rió avergonzada.

—Lo siento.

—Zanahorias, no controlas tu fuerza —comentó divertido. Judy se levantó y le ayudó a ponerse de pie al zorro. Nick le dio un beso de saludo.

—Sois una pareja muy rara —expresó el otro zorro.

—Mira a quién tenemos aquí —habló Judy amistosamente—; ¿sigues estafando como siempre? 

—Como siempre, nena —le respondió—. Bueno, me despido antes de que os pongáis cariñosos. 

—Adiós, Fin —se despidió él, a la vez que su amigo se despedía con la pata. Ambos empezaron a caminar.

—Nick no puedo dejar de pensar en lo de Alan, ¿qué pueden hacer dos policías sancionados en una situación así? tenemos que encontrarlo... ¡Debemos hacer justicia!

—Lo sé, Judy. Es increíble que haya escapado... Es tan escurridiza esa cebra... 

—No creo que estén en la antigua guarida...Ahora quien sabe donde estará y quienes les estarán ayudando.

—Pero no podemos trabajar de todos modos... Por suerte, la mafia y todo lo demás se ha solucionado. 

—Sí. Sólo queda uno de todos los problemas que teníamos antes—añadió positiva. Nick suspiró.

—Debemos despejar nuestras cabezas, ¿quieres ir al cine? 

—S...  —empezó a decir ella, pero algo le hizo callar.

En ese momento, tanto Nick como Judy sintieron una presencia detrás de ellos. Pero en el instante en el que se giraron, unas enormes patas los atraparon y les taparon el hocico. La coneja y el zorro hacían grandes esfuerzos por liberarse de aquel agarre, y miraron a los ojos al que los estaban aprisionando. 

Se trataba de unos enormes hipopótamos con una fuerza bestial. Sacaban toda su potencia para liberarse, pero si lo hacían, los hipopótamos les apretaban con más fuerza, robándoles el aire. Los ataron con unas molestas cuerdas y les taparon el hocico con unos paños que les causaba una enorme y desagradable molestia. Después, los lanzaron de forma brusca al maletero de un coche negro, donde cayeron haciéndose daño. El zorro y la coneja intentaban gritar con todas sus energías, estaban tan asustados que no les importaba hacerse daño con tal de liberarse. 

Preso de un amor prohibido (Nicudy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora