La Gota que Colma el Vaso

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Hoon se había resistido durante mucho tiempo. Pero ahora había llegado el momento más temido y odiado. Había hecho todo lo posible por retrasarlo, pero no había servido de nada. La catástrofe era inevitable. Y se cernía sobre ella el día que había invitado a Luce a almorzar a su casa.
Su padre la estaba esperando en la puerta, con una cesta de bocadillos y una sonrisa que no auguraba nada bueno.
Día de inventario, pequeña! ¿Estás lista?
-Papá, ¡no puedo! -protestó Hoon-. He invitado a una amiga a comer, y no quiero ser maleducada. Además, tengo clase de...
-Tu amiga se divertirá muchísimo con las historias de nuestros tesoros -respondió su padre, con una chispa de orgullo en los ojos.
Y se llevó a las dos chicas a la tienda.
Lo peor fue cuando Hoon vio que Luce disfrutaba con el inventario. Su amiga le hacía muchas preguntas al señor Song sobre las mariposas sujetacortinas, o sobre la cafetera que estornudaba cuando el café estaba listo.
-Estamos aquí para hacer inventario -dijo Hoon, pero nadie le hizo caso.
Al cabo de media hora, sólo habían inventariado cinco objetos. Al cabo de una hora, seis.
-Luce, ¡es tarde! ¡Johnson nos matará!
La vuelta a la realidad hizo que su amiga interrumpiese la verborrea que había desplegado frente al señor Song. -Tenemos que irnos -se disculpó Luce.
Y deprisa! -añadió Hoon.
Vuelve cuando quieras, Luce! -gritó Shin Song, encantado de haber encontrado a una interlocutora interesada en sus historias.
Las dos chicas salieron corriendo de la tienda, montaron en sus bicis y pedalearon hacía el instituto.
Al llegar al pasillo, vieron que la puerta del aula de la profesora Buitre estaba entornada. La clase ya había empezado. Alguien estaba hablando. Hoon creyó reconocer esa voz. Detuvo a Luce con un gesto, y ambas se dispusieron a escuchar.
Era la voz de Sid. Estaba exponiendo el trabajo.
El trabajo de las tres.
Luce también lo había oído, y su expresión era furiosa.
Menuda subespecie de boba, con sus coletas megabobas! -exclamó.
-¿Por qué lo habrá echo? -murmuró Hoon, y sintió un escalofrío al entrever una sombra que se dirigía hacia la puerta.
Dio un salto hacia atrás, y se llevó por delante a Luci.
Era la sombra de Johnson.
La profe se limitó a cerrar la puerta. Debía haber oído sus murmullos, pero, por suerte, no había reconocido sus voces.
Hoon no se veía capaz de tentar de nuevo la suerte confiando en sus clics. -Ahora no podemos entrar. Si Johnson nos preguntara algo, ¿qué le responderíamos? Además, al ver que llegamos tarde, ¡nos sometería al tercer grado!
-Vamonos. Tenemos que calmarnos -dijo Luce, aunque no sabía cómo calmarse-, y luego ya pensaremos en algo. ¡Nos las pagará!
Mientras regresaban a casa, Luce no paraba de inventar complicadísimos insultos contra la maldita Reina de Malaluna. Una vez refugiadas en la buhardilla, Hoon quiso buscarle una explicación lógica a lo que había ocurrido.
-Puede que Johnson le haya preguntado por sorpresa -dijo.
-Pero la exposición de los trabajos está programada.
-Sid no es la chica más simpática del mundo -opinó Hoon-, pero tampoco me parece tan ruin.
-Yo creo que quería ir de diva con la profe, y por eso nos la ha jugado. Si tienes una explicación mejor, dila. Estoy tan enfadada que sólo pienso en lo peor.
Luce era muy emotiva, y era consciente de que siempre se dejaba llevar por los sentimientos. Pero sabía que Hoon era capaz de racionalizarlo todo, y confiaba en ella.
-No tengo otra explicación. Sólo es que hay algo que no me cuadra.
-Lo que pasa es que te gusta ser amable, y ni siquiera imaginas que los demás pueden ser distintos a ti. Piensas una y otra vez en todos los detalles, y siempre estás dispuesta a justificarlo todo. Y con Malaluna no podemos ser amables. Ya lo intentamos, ¡y mira cuál ha sido el resultado!
Cuando vio que su amiga había dejado de escucharla y miraba por la claraboya, se calló. Y, de pronto, comprendió lo que le disgustaba de Malaluna: tenía la sensación de que le contagiaba su antipatía, y por eso la hacía sentir mal.
-Perdona Hoon. Ésa es tan odiosa que yo también me vuelvo antipática.
-Tu nunca eres antipática -dijo Hoon, absorta-. ¿Sabes una cosa? Creo que deberíamos hablar con ella.

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Pues ala otro terminado, el próximo capítulo es también de 5 hojas así que no tardaré en acabarlo.

Siguiente capitulo: ¡en Gare!

chicas del olimpo 1. lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora