¡Ánimo, Daimon!

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Sid se abalanzó sobre Luce para apartarla de la trayectoria de la llamarada. Al hacerlo, soltó la cadena de Daimon, y el bouledogue corrió hacia Megan mientras ésta lanzaba una llama sobre Hoon.
Fuera! ¡Fuera de aquí! -grito Sid, y empezó a perseguir a Daimon.
Sin detenerse, recogió del suelo un bastón nudoso. Entre tanto, Megan lanzó una nueva llama sobre las otras chicas.
La agresora cometió el grave error de no tener en cuenta a Daimon. El perro no era grande, pero sus mandíbulas apretaban con fuerza. Mordió a Megan, y ésta le dio un puntapié. Daimon chocó contra una de las piedras. Sid alcanzó a Megan, y oyó el terrible sonido del cráneo de su perro golpeando contra la piedra. Se volvió una fracción de segundo, y lo vio inmóvil en el suelo.
La rabia le explotó dentro. Levantó el bastón, y golpeó el rostro de Megan con todo su odio. Y con una fuerza que no creía poseer. Quizá se debiera al dolor por su perrito, o a los años de entrenamiento, o a la voluntad de hacerle daño a una chica tan ruin. Aunque había algo más. Algo que ni ella misma sabía.
Un golpe como aquél habría noqueado a cualquiera, pero Megan cayó hacia atrás, se levantó en seguida y, en un instante, se abalanzó sobre su rival para desarmarla. Sid retrocedió deprisa, como si estuviera en la pista de esgrima, hizo una finta hacia la derecha y atacó por la izquierda. Su bastón golpeó de nuevo la cara de Megan. Ésta cayó al suelo, y miró a Sid, asombrada ante la resistencia que le oponía. Sid aprovecho la ventaja.
Aún le retumbaba en el cerebro el ruido del golpe que había recibido Daimon, y por eso siguió golpeando una y otra vez. La furia le impedía ver bien a Megan, pero su intuición le decía dónde tenía que pegar para que ésta no pudiera defenderse. Tantos años de esgrima le habían enseñado a prever las intenciones y movimientos del adversario.
Levantó el bastón para apalear de nuevo a Megan, esperando que ya no pudiera levantarse.
De pronto, la inundó un rayo de luz rojiza, golpeó el suelo y el bastón se partió en dos. Con una de las mitades en la mano, saltó hacia atrás, y se preparó para defenderse. Pero Megan había desaparecido.
-¿Donde diablos est...? - se preguntó en voz alta, aunque no pudo terminar la frase.
Sal de ahí! -gritó la voz de Hoon-. ¡Rápido! ¡Antes de que Megan cambie de opinión y regrese!
Sid se volvió. Esperaba ver cómo ardían los árboles del parque, pero no había ni una sola chispa. Vio que las otras dos la esperaban. Luce llevaba en brazos a Daimon, y lo acariciaba. A Sid la invadió la ternura, con la misma fuerza que antes la había invadido la rabia. Corrió hacia las chicas. Le dolía todo el cuerpo, pero su mayor dolor era la preocupación que sentía por Daimon.
-Respira, si es eso lo que te preguntas -la tranquilizó Luce.
-¿Sabes por qué nos ha hecho todo esto Megan? -susurró Hoon-. ¿Qué quería? ¿Y qué era esa especie de fuego?
Ahora no! -dijo Luce, parpadeando-. Nosotras estamos bien, y Megan se ha esfumado. Lo que tenemos que hacer es irnos, y pensar en el perrito.
Hoon no replicó.
Llévalo, y sígueme! -masculló Sid al ver que Luce le tendía a Daimon.
Luce sonrió, pues comprendía que aquella frase no era una orden, sino más bien un agradecimiento. Sid echó a correr hacia la salida del parque. Blandía el bastón… mejor dicho, lo que quedaba de él, lista para intervenir si ocurría algo más.
-¿Habéis visto dónde ha ido Megan? -les preguntó a las otras dos.
-Estaba tendida en el suelo mientras tú la golpeabas - contestó Luce-. De repente, hemos visto una luz cegadora, y luego ha desaparecido.
Las chicas corrieron hacia la salida, mirando a su alrededor para asegurarse de que no había llamas, ni flashes de luz. Al salir del parque, no sabían muy bien adónde ir.
-Su veterinario no visita a esta hora -se lamentó Sid.
-Allí hay una clínica veterinaria que está abierta las veinticuatro horas -dijo Hoon.
Echaron a correr otra vez. A esa hora, la gente volvía a casa, y el tráfico y los viandantes calmaron a Sid. Con todo, al llegar a la clínica se dio cuenta de que aún sujetaba el bastón. Lo tiró, y abrió la puerta para dejar pasar a Hoon y a Luce, que llevaba a Daimon en brazos.
La sala de espera estaba vacía y muy limpia; el olor a desinfectante resultaba muy tranquilizador. Una veterinaria con expresión afable se acercó a ellas.
-¿Qué ha ocurrido? -preguntó, y cogió al perro.
<<Buena pregunta>>, pensó Sid, aunque intentó dar una respuesta más útil:
-Le han dado un puntapié, y se ha golpeado la cabeza contra uno de los Megalitos del parque.
-Esperad aquí -dijo la mujer.
La veterinaria, con el perro en brazos, desapareció tras una puerta abatible, y a Sid se le hizo un nudo en la garganta. Tenía ganas de chillar, o de romperlo todo.
Apretó los dientes, y notó que alguien le ponía una mano en el hombro. Se volvió. Era Luce.
-Creo que es un perro fuerte y valiente -le susurró.
-Así lo espero -murmuró Sid, con una voz más ronca de lo normal, debido a sus esfuerzos por contener el dolor y la rabia.
-¿Te apetece un chocolate mientras esperamos? -propuso Hoon.
-¿Esperamos? -preguntó Sid.
-Aunque a veces seamos odiosas -dijo Luce-, no creas que siempre lo somos.
-Hace mucho que intentamos hablar contigo para pedirte disculpas por lo del trabajo -explicó Hoon-. Todo fue culpa mía: invertí los números de la fecha de entrega y...
-Y yo empecé a imaginar cosas absurdas -continuó Luce-. En realidad, es más culpa mía que suya. Además, yo fui muy agresiva delante del club de esgrima. Es un defecto mío, suelo dejarme llevar... ¡un poco! A veces...
Sid estaba confusa. Todo lo que había considerado un problema terrible durante los últimos días ahora ya no tenía importancia. Además, Luce y Hoon se estaban portando muy bien con ella. Hizo un gesto con la mano, como diciendo <<no hay problema>>, y se sentó en una de las butacas de la sala de espera.
-Si lleváis dinero para la máquina -dijo-, me tomaría un chocolate.
vio que Hoon la miraba con avergonzado, y sintió ganas de reír.
-Yo llevo algo suelto -anunció Luce al comprender que su amiga no tenía ni cinco.
Y sacó chocolate para todas.
Mientras bebía, Sid no hacía más que mirar la puerta. Y sólo pensaba una cosa: <<¡Ánimo, Daimon!>>.

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Bueno, otro capitulo bien echo (o al menos espero que este bien echo por que esta vez he usado el ordenador para escribir). Tengo un buen motivo para volver ha escribir, dentro de poco podre comprar el segundo libro y continuar con las historias de Chicas del Olimpo, Además de que parece que se han movido con la serie por que en YouTube subieron un vídeo de la serie. No se que signifique (por que el vídeo no dice gran cosa), pero espero que signifique que van ha relanzar la serie el año que viene. Ahora me pondré con el siguiente capitulo y ahí añadiré la URL del vídeo, espero que este capitulo me haya salido bien y que os guste.

Siguiente capitulo: la Espera

chicas del olimpo 1. lágrimas de cristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora