El día en que debían quedar con Sid, Hoon vio a una chica que repartía folletos en la puerta del instituto. Era muy guapa. Casi demasiado, pues la rodeaba un enjambre de chicos, todos excesivamente pendientes de lo que hacía. Entre ellos estaba Alex, el Guapo de la Tercera Fila, al que Luce le había echado el ojo en la clase de Johnson.
-¿Y ésa quién es ? -preguntó Hoon, y notó que la chica la estaba mirando. -La competencia -saltó Luce-. Competencia desleal, porque es mayor que nosotras.
Hoon miró uno de los folletos, que flotaba a medias en un charco lleno de barro. Consiguió leerlo antes de que se hundiera.
-¡Ofrece trabajo a los alumnos! Vamos a acercarnos.
Luce no parecía muy entusiasmada, pero Hoon insistió.
-¡Por favor! -dijo, tomando el brazo a su amiga-. Si gano suficiente dinero y le devuelvo a mi madre lo que le debo, ¡ya no tendré que ayudar con el inventario! Además, podríamos hacer un fondo común para organizar nuestra fiesta de cumpleaños.
-Siempre hay buenas excusas para gastar -bromeó Luce-. Está bien, pero recuerda que me debes un favor.
Cuando se aproximaron, Luce se concentró en el Guapo de la Tercera Fila, y Hoon en la chica de los folletos. Notó algo que no le gustaba en su mirada. Era totalmente inexpresiva. Comparados con ella, los maniquíes de Dream's Emporium eran grandes ejemplos de humanidad vital. Hoon sintió un escalofrío de malestar cuando la chica la observó de arriba abajo, como si quisiera evaluarla.
-Hola, soy Megan. Si te interesa un trabajo de media jornada, rellena esta solicitud y entrégamela -recitó en tono mecánico, como si hubiese repetido aquellas frases cientos de veces. -. Cuando tenga algo, me pondré en contacto contigo.
A pesar de la antipatía epidérmica que Megan le inspiraba, Hoon rellenó una solicitud para ella y otra para Luce. Hizo constar que ambas estaban dispuestas a repartir folletos, y a vender entradas para fiestas en discotecas. La solicitud incluía un cuestionario larguísimo, y Hoon se preguntó qué tendrían que ver las secciones dedicadas a sus hábitos, gustos y sensaciones con los trabajos propuestos. Tras entregar las solicitudes, volvió junto a Luce, que estaba de mal humor.
-Sí tanto te gusta -dijo Luce en voz baja-, ¿por qué pierdes el tiempo hablando conmigo? ¡Ve y bésala!
Hoon vio que parpadeaba de una forma muy rara, y que miraba al Guapo de la Tercera Fila. Seguro que él había hecho algo terrible.
El chico hizo exactamente lo que Luce le había dicho. Se acercó a Megan con aire embobado, e intentó besarla. Ella reaccionó dándole un fuerte empujón, y el Guapo cayó al suelo.
La escena provocó infinitas risas y burlas. El pobre huyó, muerto de vergüenza. Hoon no sabía si todo aquello la sorprendía o la divertía.
-¡Madre mía! Ya que te obedece en todo, podrías haberle pedido que saliera contigo.
-¡Ni hablar! -masculló Luce-. Visto de cerca, no es nada guapo. Es horrible. Y, cuando abre la boca, peor aún.
-¿Estamos hablando del Guapo de la Tercera Fila? ¿Al que definiste como <<un espectáculo>>?
-No me lo recuerdes. De ahora en adelante, será el Monstruo de la Tercera Fila.
Hoon sonrió, y comprendió que lo mejor sería cambiar de tema. Ahora sabía que Luce ignoraba por completo las medias tintas. Para ella, sólo había amores incondicionales u odios viscerales. Y no era muy difícil que alguien pasara de una categoría a otra.
En el fondo, también le gustaba eso de su amiga.
Ambas se alejaron del grupo que rodeaba a Megan. De repente, Hoon sintió un escalofrío. Se volvió, y vio que la chica de los folletos la estaba mirando.
A las cuatro y media, Luce abrió la puerta de su buhardilla para darle la bienvenida a Hoon.
-Ven, ¡he preparado una súper merienda! -exclamó, y señaló una cesta llena de chucherías.
-Ni en el supermercado tienen tantas cosas -dijo Hoon, y cogió una barrita de triple chocolate.
Habían quedado antes de que llegara Malaluna para decidir entre las dos un plan de trabajo, y luego imponérselo a la otra. Pero empezaron a hablar del Monstruo de la Tercera Fila, de cine y música, y también de su fiesta de cumpleaños, uno de sus principales temas de conversación.
-¡Ah ya sé qué quería decirte! -gritó Luce-. ¡Mi padre me ha prometido que alquilará el Punching Star para nuestra fiesta!
Era el local preferido de todos los chicos de Rainbow Hill, y la noticia entusiasmó a Hoon.
A las cinco en punto, cuando oyó que llamaban a la puerta, Luce se dio cuenta de que no habían hablado una palabra sobre el trabajo.
Sid entró en la buhardilla, y saludó con un gesto.
-Tu madre me ha dicho que subiera.
-A ella no le gusta subir por esta escalera de caracol -repuso Luce, mientras le señalaba la mesa-. O sea que estaremos tranquilas, a menos que a mi hermano Gingi le dé por hacernos una visita.
Sid estaba impresionada. La buhardilla contenía todo lo que una chica podía desear. Un equipo de música, una mesa para el ordenador, muchos pósters y, maravilla de las maravillas, una máquina de step y una cinta para correr, situadas frente a una pared llena de espejos. Y, como toque final, un ligero aroma de vainilla impregnaba la habitación.
Mientras se sentaba, Sid vio que Luce volcaba sobre la mesa una cesta de chucherías, y pensó que tal vez la tarde no iba a resultar tan insoportable como creía. Pero, cuando observó la gélida mirada de la chica, comprendió que podía ser peor de lo que imaginaba.
Como no quería pasar mucho tiempo en la buhardilla, se dirigió a Hoon, que estaba sentada a su lado:
- ¿Sabes cuándo tenemos que entregar el trabajo?
- Hoy he mirado la hoja de programación de Johnson. Nuestra exposición es el día 21.
-Menos mal que es antes de nuestra fiesta de cumpleaños -dijo Luce.
Sid suspiró. La exposición del trabajo sólo era nueve días después del torneo contra las de Majong Town. Hasta entonces, casi no tendría tiempo para estudiar. No podía faltar a ningún entreno. Era la favorita de la competición, y eso, lejos de tranquilizarla, le producía más tensión. Perder siendo la favorita era lo peor que podía ocurrirle.
-No tenemos mucho tiempo -gruñó, y advirtió que Luce aún no se había sentado, y que no dejaba de pasearse nerviosamente por la habitación.
-¿Un poco de música? -preguntó Luce, y encendió el equipo.
Sid no le respondió, y continuó hablando del trabajo:
-Yo haría una introducción general, y luego, que cada una se ocupe de una divinidad.
-Tengo material para la introducción -dijo Hoon, asintiendo, y empezó a sacar hojas-. He hecho una lista para organizarme mejor. Yo empezaría con el origen del mito.
-¿Y eso qué es? -preguntó Sid, con los ojos muy abiertos y un tono más brusco que de costumbre.
Estaba molesta porque Luce no les hacía caso. Había puesto un CD, y ahora se dedicaba a mover los libros de una estantería, como si buscase algo.
-Me explico -prosiguió Hoon-. Algunos creen que todas las leyendas proceden de antiguos textos sagrados que han desaparecido. Según otra teoría, los personajes de la mitología están inspirados en personas que existieron de verdad. Por ejemplo, dicen que Eolo, dios de los vientos, fue el señor de ciertas islas del mar Tirreno. Otros creen que en la Antigüe... Luce, ¿por qué no te sientas?
-Sid ha cogido mi sitio. Y, si no me siento ahí, el trabajo saldrá fatal.
Sid intentó contener su rabia. Luce era más supersticiosa que quienes creían en los dioses del monte Olimpo.
-Haberlo dicho antes -protestó Sid, y cambió de asiento.
-La hospitalidad impone ciertos deberes -replicó Luce, sentándose al fin.
Sid iba a contestarle , pero Hoon tomó la palabra:
-Sí he entendido bien algunas teorías modernas, existen muchos puntos en común entre las tradiciones mitológicas de distintas partes del mundo.
-Eso confirmaría lo que he encontrado sobre Afrodita, que era la diosa de la belleza y el amor -dijo Luce, animándose de repente-. Muchos pueblos tenían diosas parecidas: los sumerios tenían a Inanna, los babilonios, a Ishtar, los egipcios, a Hathor, los etruscos, a Turan y los romanos, a Venus.
-Artemisa, en la mitología romana, era Diana -añadió Sid-, y en la mitología etrusca, Artume.
-Dicen que Atenea se parece a la diosa egipcia Neith -afirmó Hoon con entusiasmo-. Y lo que más me gusta es que la llamaban glaucopis.
-¿Glau... qué? -preguntó Luce.
-Glaucopis. Significa <<de mirada brillante>, o <<de ojos relucientes>>.
Sid estaba segura de que aquellas dos chicas jamás serían amigas suyas, pero, como compañeras de trabajo, no estaban nada mal. Tenía la impresión de que Hoon sabía lo que se decía.
-Creo que es un buen principio -opinó Sid-. Ahora podemos intercambiar el material, repartirnos el trabajo y decidir cómo vamos a exponerlo. ¿Quién se ocupa de Ares?
-Yo sólo sé que hay muchos dioses parecidos a él. Por ejemplo, los aztecas adoraban a un dios de la guerra y las tormentas llamado Mextli, que nació con una armadura de guerrero -explicó Luce, y se apresuró a añadir -: Pero no tengo intención de trabajar sobre Ares.
Ya quedó claro la primera vez que hablaron del trabajo: el dios de la guerra no tenía mucho éxito. Sid se había ofrecido a conseguir material sobre él, pero al final se había concentrado en Artemisa, diosa de la caza y los bosques, que la inspiraba mucho más.
-La profesora Johnson podía habernos dado un dios más simpático -murmuró Hoon.
-Sí lo hubiese hecho, ya no sería Johnson -comentó Luce-. Además, ¿qué dios es más simpático?
-Morfeo, por ejemplo -respondió Hoon, y se sonrojó-. Era el dios de los sueños.
-Pero no era uno de los dioses superiores -observó Sid, esforzándose por ser amable.
-Tienes razón. No sé por qué lo he dicho -susurró Hoon, en un tono muy bajo.
Al cabo de dos horas, tras un interminable tira y afloja, decidieron que Sid se ocuparía de Ares y Artemisa, Hoon, de la introducción y de Atenea, y que Luce se concentraría en Afrodita y en la conclusión del trabajo. Acordaron que cada una de ellas expondría oralmente su parte, y que intercambiarían todo el material que fuesen encontrando.
Por fin, Sid se levantó. Luce la acompañó a la puerta mientras hablaba con Hoon de la fiesta de cumpleaños.
Naturalmente, sin invitar a Sid.
-¡Este 23 de noviembre tiene que ser el mejor de nuestra vida! -le dijo Luce a Hoon.
Sid palideció. El 23 de noviembre también era su cumpleaños.********
Siguiente capítulo: Cena Familiar¡Ala! Ya está, otro capítulo terminado, ya me falta poco para llegar a la mitad del libro, y escribo siempre que tengo un rato libre. bueno, espero que os guste.
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chicas del olimpo 1. lágrimas de cristal
FantasíaTIENEN PODERES. NO SON HADAS. NI BRUJAS. SON DIOSAS. Y VIVEN AQUÍ, EN NUESTRO MUNDO. Sid, Luce y Hoon son compañeras de instituto. Sid es campeona de esgrima, Luce sabe cómo conquistar a un chico, y Hoon es un genio. Tienen poco en común, salvo una...