Capítulo 22

510 64 43
                                    

Perdón por no haber publicado ayer como correspondía, estamos llenas de exámenes y lo olvidamos. 

Las Mestizas💙

Al día siguiente me desperté con los rayos de luz que entraban por la ventana. Abrí los ojos y miré mi habitación, tan azul como siempre. Sonreí inconscientemente, adoro el azul. Puede que suene extraño, pero siempre sonrío cuando me observo el color de mi habitación, puede que no sea muy grande, pero vaya que es acogedora.

Me vestí aún contento y fui a la cocina, mi madre estaba ahí preparando el desayuno.

-Buenos días, hermosa mujer.- Ella sonrió divertida.

-¿Qué pasó para que estuvieras tan feliz?-

-Nada, sólo tuve un buen despertar.-

-Si claro, y yo tengo el cabello azul.- ¿Es necesario decir que el tono de sarcasmo era evidente en su voz?

-Es verdad.- Traté de defenderme.

-Dejémoslo así querido, después de todo, me gusta el efecto de Annabeth sobre ti.- Sentí mis mejillas arder y no pude hacer nada para evitarlo.

-¡Pero mamá, de verdad desperté feliz!-

-Okey.- Soltó una carcajada. -¿Qué quieres de comer?-

-Algo azul.- Escuché otra carcajada en respuesta. -¿Desperté con cara de payaso que te ríes tanto de mi?- Ella no respondió, pero reprimia otra carcajada. -Esto ya se volvió aburrido.-

-Lo siento hijo, ya no pasará.-

-Okey.- Fue en ese momento en que noté la ausencia de alguien. -¿Y Paul?-

-Se tuvo que ir temprano por asuntos de la escuela, lo siento, tendrás que tomar el autobús.-

Me encongi de hombros. -No importa.- Comí un poco más deprisa que normalmente, porque corría el riesgo de que no alcanzara a tomar el autobús, y sólo pasa uno cerca de aquí. Es frustrante, pero ¿que te puedo hacer? No me puedo molestar con Paul o con mi madre, y si veo por ahí a cierta rubia, no sería el fin del mundo.

Cuando terminé de comer, prácticamente corrí a cepillarme los dientes y a tomar mis cosas para salir lo antes posible de casa.

Obviamente antes de salir me despedí de mamá, como dije, no me gusta verla preocupada por nimiedades.

La parada del autobús estaba sólo a una cuadra de mi casa, por lo que al salir del edificio, me relaje un poco al ver que aún habían chicos de mi escuela esperando.

Antes de llegar, vi una cabellera rubia que llamó mi atención, me acerqué a él sólo para no esperar más solitario que un... algo que este muy sólo.

-¡Vaya! ¡El gran Percy Jackson toma el autobús! Eso si que es novedad.-

-Ja, ja, ja, muy divertido Jason.- Dije con tono sarcástico, él soltó una carcajada.

-No es en serio, ¿qué haces aquí?-

-Paul se tuvo que ir temprano a la escuela.-

-Paul, ¿tú padrastro?- Asenti. -¿El profesor de historia?- Volví a asentir. -¿Por qué?-

-Asuntos de la escuela, supongo.- Me encongi de hombros, la verdad jamás he sabido lo que hace cuando debe irse temprano a la escuela.

-Excelente, así tendré a alguien a mi lado cuando llegue tu rubia, que por cierto, ya está retrasada.-

-¿Annabeth?-

-Sip.- Dijo remarcando la p.

-¿Por qué todo el mundo piensa que es "mi" rubia?- Digo, no es que me queje, pero ya es mucho considerando que no es mi novia... aún.

-¿No lo es?- Preguntó haciéndose el inocente. Lo fulmine con la mirada, levantó las manos en señal de rendición. -Es que siempre los veo juntos, y parece que hay algo que no parece amistad entre ustedes.-

-¿Y qué parece según tú?- Puso una cara pervertida, le golpee el hombro con un poco más de fuerza de la que se considera amistosa.

-Lo siento, pero si no quieres que digan que es tu chica, deberías tener más cuidado.-

-¿Con qué? No hay mucho que yo pueda hacer si ella no me apoya.-

-¿Hiciste algo para que piense que te gusta?-

-Si.- Respondí instantáneamente.

-¿Cómo qué?- Me lo pensé un instante, la verdad es que no encontraba nada suficientemente romántico que diga "te quiero" o por lo menos "Me importas". Si, la he besado, pero no es lo mismo que hacerle sentir querida por mi. Decidí evadir el tema.

-¿De verdad estamos hablando de chicas, como las chicas hablan de nosotros?- Ahora el lo pensó un poco.

-Un poco.- Hizo con las manos un gesto con el que decía "poco". Rodé los ojos. -Hablando de ella, ¿sabes dónde está? Siempre llega temprano a la parada.-

-¿O sea que viene todos los días? ¿Y esperan juntos el autobús?- Sentí una punzada de celos crecer en mi interior.

-Si, pero tú tranquilo, no me habla si no estás cerca, lo que me da otro motivo para sospechar que están juntos, o que por lo menos es tu chica.- Rodé los ojos.

-Un consejo, que no te escuche decirle rubia, que es mi chica, o que ella y yo somos algo más que amigos, o te despellejara vivo.-

-¿La rubia?- Soltó una carcajada. -No podría golpearme ni en un millón de años.-

-Dices eso porque no te has enfrentado a ella como yo.-

-Pues esa chica no me da miedo, te apostaría a que si luchamos hoy en el entrenamiento y logra vencerme yo... me teñire de negro el cabello.-

-Pero odias como se te ve el cabello negro.- No pregunten como lo se, es una larga historia.

-Por eso mismo, ella jamás me vencerá y yo jamás me teñire de negro, ¿trato?-

-No, porque eres mi amigo y no te queiro volver a ver con el cabello negro.-

-Cobarde.-

-Al contrario, creo que estas siendo demasiado valiente y te salvare de una humillación.-

-Eso quisieras Jackson, primero ella, luego tú.-

Iba a responderle, pero en ese momento llegaron los autobuses, el de su escuela y el de la mía, algo muy extraño considerando que eso jamás en la vida me había pasado.

Me despedí de mi amigo con la mano, y fui rápidamente a subirme al autobús, estos señores no son muy pacientes que digamos, es más, siempre van apurados, supongo que para terminar antes su trabajo e irse a casa temprano... o tener más tiempo para descansar en las mañanas... si ese es el caso, me encantaría ser conductor de autobús. Sin poder evitarlo solté una carcajada por el pensamiento, atrayendo la mirada extrañada de los chicos a mi alrededor. Soy un desastre, lo se.

Cuando llegamos a la escuela, me dio el timpo justo de ir a mi casillero por mis libros y entrar a clase, a Annabeth no se le vía por ningún lado. Lástima, pero la buscaré luego, tengo mucha curiosidad por saber a qué se debían esos gritos de ayer en su casa cuando me fui.

Quite esos pensamientos de mi cabeza y traté de prestarle atención al profesor.

Nuestra RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora