✔ 30 DAYS OF SPRIWNTRAP ✔ #FNAFHS

✔ Day 2 ✔

Acurrucándose en alguna parte:

Había pasado no más de un par de semanas desde que ambos chicos habían empezado a establecer una agradable relación amistosa

Y ya para ese momento, era un tanto común verlos juntos en prácticamente cualquier lugar. Eran ya tan cercanos que hasta podías verlos a ambos en la casa del uno u del otro, usualmente en los fines de semana, cuando Towntrap no tenía clases en su instituto y Springtrap no tenía que trabajar. Esos días por obviedad, eran los favoritos de los recientes amigos

Sin embargo, ese día en específico no fue uno de los mejores que digamos. Puesto que cuando se dirigían a la casa del menor, empezó una algo fuerte lluvia. El hogar del pelinaranja aún les quedaba un tanto lejos por lo que vieron obligados a ir a la de Springtrap, la cual era la más cercana de donde se encontraban cuando la llovizna comenzó

—Que mala suerte, tío —suspiró Towntrap, mientras que a la par, se quitaba su abrigo por completo empapado y se sentaba en esa vieja y malgastada hamaca, al ya encontrarse dentro del lugar mencionado. Springtrap no se encontraba en mejores condiciones que digamos pero aún hacía denotar su lado optimista

—Hey, anímate, pudo ser mucho peor —le trató de consolar, sin éxito como hubiera deseado. El de ojinaranja sólo asintió, disgustado

A los pocos segundos de que el rubio cenizo terminase decir su frase, un relámpago resonó a sus espaldas, a la vez que se pudo divisar la caída de un rayo a través de su ventana. Springtrap suspiró, igual de resignado que su acompañante

Se giró a ver a su amigo nuevamente y pudo notar, con algo de dificultad, como por un segundo, temblaba. Hizo una mueca, no podía dejar que se enfermase, igual había sido culpa de su demora para ir en marcha a su casa

Caminó hacia él y se sentó a su lado, provocando así que este se voltease a verle. Le sonrió para posteriormente quitarse de a poco su capucha verde oliva de conejo. Towntrap se limitó a observarlo expectante y con duda, estaba un tanto confundido respecto al por qué de su acción, fácilmente se enfermaría. Pero su confusión aumentó en grado cuando Springtrap se la extendió con su suave y amable sonrisa aún plasmada sobre sus labios

—Ten —dijo entonces, depositando la prenda en sus frías manos, con las que anteriormente se abrazaba a sí mismo utilizando una cantidad de fuerza significativa— no quiero que te enfermes, menos si fue por mi culpa. Además, creo que tus tíos se molestarían conmigo por permitirlo, ¿no lo crees? —rió, tranquilo. El otro vio hacia la capucha y posteriormente a su amigo. Luego a ella, y por última vez, al de ojos grises brillantes. En un acto involuntario, empezó a negar con su cabeza viendo

—Pero tú te vas a resfriar, tampoco quiero eso —se excusó. No quería ser descortés, para nada. Springtrap siempre había parecido y, de igual forma, sido muy considerado con él

—Oye, confía en mí, he sobrevivido peores. Estaré bien, no te debes preocupar —agregó su contrario, divertido, provocándole una sonrisa entristecida

Conocer sobre la infancia y pasado de Springtrap siempre le hacía sentir terrible. Tal vez su propia vida como infante nunca fue tan mala como creía, él la había pasado peor. Mucho peor. Con todo ello en mente, Towntrap se vio obligado por sí mismo y por su conciencia en aceptar lo que se le ofrecía con toda la amabilidad posible. Un tanto nervioso e inseguro aún, prosiguió a colocarse el ligero abrigo de capucha con forma de animal que si bien le quedaba un tanto grande, no lo era lo suficiente para que se le viera cual niño pequeño

Al terminar de vestirse con la prenda, giró ligeramente su cuerpo para ver cara a cara a su compañero. Este le devolvió la mirada y por unos segundos se dedicó a analizarlo con paciencia haciendo una pose concentrada, y exagerada, que obviamente hacía de broma, por lo que Towntrap no puedo evitar reír

—Uhm... —el ojigris esbozó otra amplia sonrisa, para levantar ambos pulgares en señal de aprobación a su apariencia con la vestimenta— sí, lo apruebo, te queda más que bien —le dio un corto y bien merecido cumplido a lo que el otro rió, no le iban tanto los halagos, sentía que eran sólo por pena o por cosas parecidas. Debido, seguramente, a su oculta (bajo una personalidad optimista y extrovertida) inseguridad

—Tú sólo dices —replicó, manteniéndose entre risas y acomodando un poco la capucha sobre sus húmedos cabellos naranjas

—Oye, te estoy siendo sincero, es más, te ves lindo -aclaró, aunque con lo último dicho vio al entusiasta chico sonrojarse y ponerse algo incómodo. A lo que se decidió autocorregirse— ah no, no, no me refiero en ese sentido, es sólo un cumplido. Lo siento

—A-Ah, sí, vale. No pasa nada

—Aunque ¿sabes algo? —preguntó, a lo que Towntrap negó rápidamente— a ti te iría mejor una capucha de otro animal

—¡Eh!, de hecho, tenía uno parecido cuando era más pequeño —sonrió, haciendo memoria de su pequeña prenda de vestir de cuerpo completo que usaba de infante— tal vez no era una capucha, pero mi mamá solía decir que me quedaba muy bien ya que era de león. Mi animal favorito

—Estoy seguro de que no lo decía por nada —alagó el mayor nuevamente, obteniendo otro ligero rubor de parte del más bajo. Pero esa vez no hubo ninguna incomodidad de parte de Towntrap, al contrario, recibió el cumplido de forma plena

Así pasaron su tarde como cada sábado, animados. Siempre era así cuando estaban juntos, les era divertido pasar tiempo entre ellos. A los minutos de aquella pequeña escena, Bestia hizo presencia en el hogar de su dueño. Towntrap, como ya estaba acostumbrado, no dudo en ningún momento en mimar a la encantadora mascota de su nuevo amigo

Y aunque la lluvia de ese día hubiera arruinado sus planes no todo fue tan malo. Cuando iba anocheciendo y el frío era más intenso por aquella zona, se quedaron levemente dormidos abrazados para compartir su calor, claro, sin olvidar al pequeño perrito que cayó dormido en las piernas del nuevo chico que acababa de conocer hace poco tiempo

Acurrucarse entre ellos para sentir el calor ajeno era de lo más reconfortable para ambos