✔ 30 DAYS OF SPRIWNTRAP ✔ #FNAFHS

✔ Day 15 ✔

Aniversario:

Era una fecha importante, bastante de hecho. Pero la verdad era que para Springtrap y Towntrap era casi como un día cualquiera normal. Ellos  no necesitaban un día específico en el cual declararse su amor eterno y llenarse de besos por la mañana, tarde o noche. No requerían de un día de todos los 365 días para asegurarse de que esa persona especial para ellos le correspondía sus sentimientos como él los contrarios. Si estaban juntos hasta para ese entonces y después de tanto tiempo, era por una razón clara, ¿no es así?

Así que el día de su aniversario fue únicamente especial porque marcaba sólo uno de los muchos que les esperaba juntos, esperando que para siempre. Ambos despertaron temprano por la mañana y no pudieron evitar sonreírse mutuamente cuando notaron que despertaron a la vez. Y lo que era mejor, uno al lado del otro. Towntrap se acurrucó ligeramente más cerca de su novio, aspirando su siempre atrayente aroma mañanero que desprendía todo su cuerpo en general. Springtrap aspiró el perfume que el champú dejaba sobre los cabellos naranjos del menor entre sus brazos. Era una mañana algo fría ya que era otoño, pero contando con el calor de su contrario, nunca se sentían fríos en sí.

—Feliz aniversario, Spring —rió Towntrap ligeramente al sentir los labios del mayor sobre su cabeza. El rubio cenizo acompañó sus risas.

—Feliz aniversario, Town. Te juro que no pensé que este día llegaría tan rápido, es maravilloso, ¿no crees? —le abrazó más fuerte como si así pudiese expresarle todo el amor que sentía por él. Pero no era suficiente para él, creía que jamás sería suficiente tratándose de una persona tan perfecta y asombrosa como lo era Towntrap—. El tiempo parece sólo cosa de mi imaginación, cuando estoy contigo es como si me desubicara completamente y conociese siquiera la fecha, el año o el siglo en el que nos encontramos. Es perfecto.

—... Springtrap —susurró Towntrap, el susodicho le soltó un pequeño y suave "Dime", mientras repartía aún más besos sobre su cabeza—. Eres tan cursi.

Ambos soltaron algunas risas con las palabras del ojinaranja que eran obvias que hacían gracia, los dos sabían que siempre podían dar un ataque intenso de diabetes y ternura a quien se les cruzara por el camino. Debido al bullicio que hacían recostados todavía en la comodidad de su lecho, Bestia saltó hacia la cama bastante animado debido a que creía que sus dueños jugaban con estusiasmo. Springtrap y Towntrap continuaron con risas más fuertes al ver que el perrito les lamía los rostros con cariño y que saltaba de un lado a otro, tratando de escabullirse entre las mantas para acostarse con ellos. Al final, terminó por sentarse en la patera de la cama, bajo la mirada enternecida de los adultos, que ahora estaban sentados. Una genuina sonrisa alegre apareció en los labios del menor de los dos mientras que acariciaba la cabeza del animal.

Springtrap lo miró con atención y lo único en lo que podía pensar era en lo mucho que iba a amar despertar cada año de su vida y poder contemplar la misma escena una y otra vez. Porque sí, no planeaba aburrirse de esta, jamás. Se acercó un poco más a la mejilla del pelinaranja y le besó con sumo cariño. Towntrap rió tiernamente y a ese volumen bajo que el rubio adoraba poder lograr tan fácilmente en su fantástico y bellísimo novio.

Lo que restó de la mañana, se la pasaron en la cama, comentándose una que otra cosa o haciéndose cosquillas para supuestamente despertarse del todo porque si bien ambos eran bastantes empeñosos y trabajadores, podían permanecer durmiendo hasta horas muy altas si es que despertaban de una sola vez. La compañía de Bestia solo hizo de la experiencia mucho más memorable pues no dejaba de ladrar y saltar entusiasta al creer que todo se trataba de un juego entre sus dueños.

Y tal vez porque eso era, uno de los miles de juguetes matutinos que Springtrap y Towntrap estaban acostumbrados a realizar. No exclusivamente en su aniversario sino que en su día a día.

Tras tanto juego, ambos decidieron que lo más adecuado era el que uno se levantase para darse una ducha y el otro se dirigiese a la cocina para preparar el desayuno, como era que habían acordado desde que se mudaron juntos incluso antes de ser novios.

Y aunque Springtrap estuvo muy cerca de convencer a Towntrap para ducharse juntos y bueno... Cosas. No le quedó más que resignarse cuando el oji-naranja negó firmemente y tras darle un último beso algo divertido por la expresión de ligera decepción y molestia fingida en su novio, se  encaminó a darse su respectivo baño. Y luego el otro a preparar el desayuno.

Lo primero que Springtrap hizo al llegar, fue prender la radio que se encontraba a un lado suyo para oír la programación matutina. Esa radio tenía un significado aún más grande de lo que se podría imaginar. Fue el primer regalo genuino que Springtrap le hizo a Towntrap. El leoncito casi llora de felicidad todo entusiasmado por el gesto tan lindo de su, en ese entonces, aún no enamorado sino amigo. Porque conoció de sus limitaciones económicas y verlo esforzándose lo darle algo así lo alegraba. Prometió siempre cuidarlo y pues, ahí estaba. Haciéndoles recordar cada que la veían lo mucho por lo que habían pasado desde esa vez hace muchos años, cuando recién andaban en el instituto.

Para cuando Towntrap salió de la ducha, se deleitó con el aroma de pancakes de la cocina. Lo siguiente que supo fue que se vistió a la velocidad de la luz y pronto se encontraba en la cocina disfrutando de su desayuno, de la compañía y de la maravillosa canción que se oía por la radio.

Admitía que para el poco tiempo que Springtrap llegaba cocinando, no lo hacía nada mal. Tras molestarle con amor por este hecho y escuchar los reclamos de su novio, ambos decidieron darse de día libre para disfrutar la compañía mutua.

Limpiando el apartamento.

Viendo películas.

Saliendo a pasear a Bestia.

Haciendo su mini-karaoke.

Tantas actividades que amaría realizar con el otro. Porque siempre lo harían. Porque era su primer aniversario.

Y porque sabían, por sobretodo, que no sería el último.