El timbre volvió a sonar, haciendo que me sobresalte y tire el papel. Lo tome del suelo, y lo coloque en el bolsillo trasero de mis tejanos. Me senté rápido en mi asiento, pero sentí esos dedos nuevamente en mi espalda. Esta vez no dude, y me di la vuelta, sosteniéndome del respaldo de la silla. Él estaba allí.
—Shad. —susurre. Al ver sus ojos, esos ojos negros, lo primero que pensé fue en ese papel del mismo color.
Él sonrió como si fuese a soltar una pequeña carcajada, pero en sonrisa. Como si algo le agradará. Me di vuelta mirando al frente.
Esta vez sentí como si todo estuviera frío; muerto. Sacudí la cabeza, librándome de algunos pensamientos, y me puse a pensar sobre el papel ese que cayó directo hacia mí. Lo saqué del bolsillo, mientras todos entraban a la sala.
Las letras eran muy distintas, pero estaba escrito de una forma poco singular. La “S” era como si por encima estuviera en un gancho cerrado, y por debajo fuera una ancha “u”; la “H” eran dos líneas que tenían una fina línea entremedio trazada vagamente; la “A” era la H, solo que con las puntas juntas, y, por último, la “D” era como una O, pero alargada, y con un pequeño gancho que unía para formar la letra. Todo era inexplicable. Nunca en mi vida había visto esa letra.
—Shad—musite. —. ¿Qué es eso? —me pregunté a mi misma en voz alta, que sonó más que un susurro.
Sentía mi palma sudar. Estaba nerviosa. Esto era extraño. Más extraño de lo que pensaba.
No sé qué estaba ocurriendo.
— ¿Pasa algo?
Mi cabeza se giró a la mirada de Cindy, y negué, escondiendo el papel.
Las luces se apagaron. Entre en pánico. La respiración se me entrecorto. No es que le temía a la oscuridad, solo que era claustrofóbica, y estar en la oscuridad me sofocaba. Gritos de parte de las chicas se escucharon.
—Tranquilícense —esta vez fue la voz del profesor —. Solo es un apagón.
— ¿El primer día? —susurro mi compañera de pupitre.
—Tomen sus cosas y diríjanse al pasillo.
Tome la mochila, y fui hacía la puerta a grandes zancadas, ¿Y si me salgo? Pensé. De todos modos no continuarían las clases ¿no?
Ya afuera de la sala mire hacía mis costados, pensé que Cindy me llamaría, pero no lo hizo, creo. El pasillo estaba lleno de chicos, y chicas. Todo era un estruendo. Hablaban, pero parecía que gritaban. Me afirme la mochila al hombro, y me dispuse a salir de allí.
En la puerta de entrada no se encontraba nadie, así que me fui.
—Así que te sales de clase. —una voz ronca sonó en mi oído izquierdo, la cual me hizo estremecer.
—No. —me di vuelta. El chico “funerico” estaba allí. No creo que esa palabra exista, pero pareciera que se hubiese vestido para ir a un funeral, o algo así.
— ¿A no? —arqueó su ceja oscura.
—No, solo… quería tomar un poco de aire… eso es todo. —mentí.
—Aire fresco. —respiró hondo.
—De todos modos… ¿Qué te tengo que dar explicaciones a ti? Ni siquiera se tu nombre.
—Me llamo Shad. —sonrió ampliamente.
Su sonrisa no era normal, era… diferente. Era única. Era una sonrisa grande, me refiero… a que, cuando sonreía, se formaban las líneas de sus labios, hasta por debajo de su nariz. Sus dientes eran perfectos, sus labios eran carnosos, de un tono rosado, pero oscuro, y… No sé qué hago pensando en eso.
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Just Secrets
Teen Fiction¿Qué pasaría si un día normal una chica se encuentra con un chico peculiar que tiene los más oscuros secretos que ella nunca en su vida se hubiera imaginado? Los libros de adolescentes y/o ficción que Claire Bratcher leyó no la ayudarán en nada en e...