Capítulo Cinco

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—Hola.

Su voz ronca, hacía que me estremezca y quede muda. No era de hablar con chicos, por lo cual me pasaba eso, supongo yo. El único chico que conocía más que nada era mi hermano, patético.

—Por cierto —puso su mochila por delante de él, y saco unos lentes—. Cuando te levantaste de la moto se te cayeron, me di cuenta justo cuando entraste, y no creía que querías que te pusiera más incómoda. —rodó los ojos, y yo aguante una risa.

—No molestas, para nada.

Extendí mi mano para tomar mis gafas, rozando mis dedos con su mano. Era caliente. Su mano era demasiado caliente, parecía que tenía fiebre, o algo.

En ese momento paso Michael y me chocó el hombro, se notaba perfectamente que lo hice apropósito. Sonó su estúpida risita de fondo, junto las de los otros a la par. Shad solo lo  miró impasible, pero con un brillo en los ojos.

Mis labios se entreabrieron, y, por una extraña razón, me abalancé para abrazarlo.

Sentí una mano que se colocaba sobre mi cintura, tirándome un poco de mi playera hacia arriba, y unos dedos tras mi nuca, donde mi piel estaba descubierta. Ese tacto recorrió todo mi cuerpo. Luego un delicado y largo beso en mi frente. Las risas cesaron, pero no me centre especialmente en eso, sino en las manos de Shad, en su abrazo. Era como si sus brazos, al rodearme, pareciesen fuego; un fuego que me recorre por todo el cuerpo. Era extremadamente ilógico, pero se sentía realmente agradable. Aspire su aroma, era como una mezcla de carbón, verde árbol, y colonia, pero lo hacía impresionante. Era una combinación de intensidad y satisfacción; podría estar así todo el día.

Al tratar de separarme, él me atrajo a sí mismo, pero esta vez acercándome aún más, colocando su rostro en mi cuello. Podía sentir su respiración en él, haciendo que me estremezca. Su labio superior rozó el extremo de mi oreja, haciendo que mis rodillas se junten.

—Aún no se ha ido.

Mis labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Mis brazos estaban en su cuello, y mi rostro enterrado en su cuello, llenándome por completo de su aroma.

—Listo…

Su voz resonó por toda mi cabeza. Los agarres de sus brazos se aflojaron. Me separé lentamente de él a regañadientes, haciendo que su aroma fuera disminuyendo, al igual que disminuía el calor corporal excesivo que me daba.

—G-gracias. —tartamudeé, ya mirándolo a los ojos. Ese brillo aún seguía.

Acomodé mi flequillo para que tapara mi ojo, mirando la taquilla que tenía al lado.

—No hay de qué.

Froto su mano contra mi brazo, para reconfortarme. Subió hasta mi cara, pasando sus dedos por mi mejilla, hasta llegar al flequillo, y correrlo para que se me viera el rostro. Levante mi vista y lo vi; amaba ese lunar que tenía debajo de la comisura de sus labios.

El timbre sonó.

Él aparto su mano, y su mirada estaba vacía.

—Me saltaré esta clase y fumaré marihuana —no pude evitar soltar un risa—. Matemáticas, ¿y tú?

—Biología.

Asintió, para luego preguntar:

— ¿Harás algo después de clases?

Mojé mis labios, y abrí la boca para responder pero recordé que hace escasos segundos le dije algo a Cindy.

—Yo… Tengo…

— ¿Planes con otro chico? —pregunto, metiendo sus manos en los bolsillos de sus jeans.

— ¡No! —Respondí, lo más rápido, y alto posible—Es decir, no.

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