Capítulo Once.

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No me atreví a darme vuelta para mirarlo al rostro, solo escuché un:

—Me gustaría saber quién es ese chico.

—No lo conocen. —dije rápidamente.

Al verlo a la cara, pude ver una pequeña mueca en sus labios, pero decidí no decir nada más.

Luego de haber estado junto con Greg un tiempo más, y disfrutar de, aunque sea, un pequeño tiempo de hermanos, fui hacía mi habitación.

Al llegar a esta me lleve la sorpresa de que mi ventana estaba completamente abierta. No es que sea para tanto, pero podía haber jurado que la había dejado cerrada. De tantas cosas que pasaron no puedo esperarme nada más, pensé y cerré la ventana.

Me tiré sobre mi cama, para quedarme al instante dormida.

Se me era imposible escapar. Esas garras de nuevo. No sé qué producía que tuviese esos sueños, tal vez todo esto me hacía entrar en pánico, o algo por el estilo, y esos sueños se originaban inconscientemente. Se sentían tan reales que cada vez me levantaba más sobresaltada que las otras veces, a consecuencia del susto. Era como si esos sueños no me dejaran dormir, como si me dijeran que me tendría que mantener despierta todo el tiempo.

Me levante y fui a mojarme la cara al baño, no sin antes ver el reloj. Vi que se estaba por hacer mediodía, y suspire frustrada. Al mirarme al espejo pude notar que mis ojeras eran aún más grandes de lo normal.

La garganta me dolía cada vez que tragaba, así que decidí ir abajo a beber un poco de agua.

— ¡Ahí estas! —exclamó Elena al verme.

Le dedique una diminuta sonrisa.

—Hoy no dormiré aquí, Cordial. Lo siento, pero con las chicas haremos un viaje de dos días. —hizo énfasis en chicas. Me guiñó un ojo, y añadió. —Greg me llevará hoy por la tarde, y…

Miré más haya de ella. Para ser sincera, no tenía ganas de escucharla y que me diera explicaciones; No estaría en casa por dos o tres días, listo. Al mirar vi que las cortinas estaban un poco desgastadas, y detrás de eso que las ventanas estaban escasamente empañadas, con pequeñas gotitas de agua. Eso me hizo sonreír. No sabía porque, pero sí.

Escuché que Elena suspiró, entonces le eche una mirada arrepentida.

—Lo siento. —hice una mueca extraña, junto con una sonrisa en ella.

Las puertas se abrieron, y la figura de mi hermano apareció tras ella. Inclinó su barbilla en forma de saludo. Elena lo regaño por eso.

—En mi país se saluda con un “Hola” o un beso en la mejilla, si es mejor.

Él suspiro divertido.

—Estoy sudando.

—Bien. —negó lentamente.

Estás conversaciones, por así decir, me frustraban, porque eran típicas de mi rutina. La cual quería dejar atrás. Me tenía que acostumbrar a este mundo nuevo; este mundo de secretos. Pude crear algo de fuego, pensé. Sé lo tendría que mostrar a Shad, de seguro estaría orgulloso de mí; de lo que puedo hacer. Pero por otra parte… Michael me dijo que tendría que matarlo. La garganta se me seco, y eso me hizo recordar por qué había bajado.

Luego de tomar unos cuantos vasos de agua, haber ido a buscar el diario y bajarlo a la sala, ya que Elena se fue con Greg, decidí sentarme y seguir leyendo.

Di un largo suspiro, y me decidí a seguir leyendo el diario.

—Ven. Levántate.

Extendió su mano. La tomé vacilante. Su mirada estaba fija en mí. Yo había pensado que pondría su vista en el diario; tal vez lo conocía.

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