Y a estas horas de la madrugada es cuando siento a mi corazón salirse de mi pecho. Latir con tanta intensidad que se siente desde afuera. Hace todo vibrar. Como cuando nos paramos al lado de un parlante con música a todo volumen. Y así me siento. Todo está a todo volumen. Y me aturde. Hace que el corazón en medio de mi pecho quiera escaparse, quiera librarse de este traje de carne que lo aprisiona y esta mente que lo hace doler pero al mismo tiempo se me hunde bien profundo en las entrañas. Buscando esconderse del mundo. Huyendo del próximo asesino. Y derrama sangre que brota a mares de mi pecho. Y se vacía. Porque está lleno de nada. Está lleno de furia, de envidia, de errores, de cargas, de responsabilidades, de decisiones, de debilidad. Está lleno de debilidad porque los parches con los años se despegan y las paredes se cayeron hace un tiempo. Y no se cayeron despacito, ladrillo por ladrillo, se cayeron explotando en mil pedazos y lanzaron revoque por los aires chocando contra todo a su paso. Destruyendo mis pulmones que ahora se vacían con los gritos que no salen porque destruyeron mi garganta y ya no tengo voz para decir lo que mi mente ya no piensa porque le pegaron muy duro y no puede decirle a mis piernas que caminen porque ya no funcionan porque se rompieron en mil pedazos, pero mis brazos ya no pueden reacomodarlas porque se salieron de mi cuerpo y ya no tienen fuerzas para abrazar; y mi estómago, que estaba lleno de alegres mariposas, ahora está podrido y no hace más que vomitar.
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Cómo mirar atrás y revivir en el intento
PoesíaLa escritura del disfrute y no del deber. Todos mis poemas están en crudo. Porque me gusta el arte de lo puro del momento, de decir cómo y cuándo lo siento.