Lucy.
-No estás concentrada - repitió el tutor privado de Lucy por enésima vez en la clase.
-Lo estoy- respondió la chica, entrecerrando los ojos para leer la partitura y esforzándose por reproducirla en el piano. Y aunque se le estaba yendo la vida en hacerlo, sentía como si estuviese fuera de su cuerpo, como si otra persona fuera quien controlaba sus acciones porque ella no se sentía dueña de ninguna.
"Tu triunfo siempre será más alto porque tú siempre serás mejor que yo." Las palabras se repetían una y otra vez dentro de su cabeza sin dejarla en paz ni un solo segundo. Y la exasperaba. ¡Sus pensamientos deberían ser suyos y de nadie más!
Golpeó el piano al fallar de nuevo. Hace años no fallaba, por el amor del cielo, ¿por qué tenía que llegar aquel chico con aspecto de vagabundo a desordenar su vida? Ella en serio no podía estar comparándolo con un vagabundo, ¿tan bajo había caído?
-Me parece mejor que continuemos mañana- dijo el tutor. Ella agarró su manga por acto reflejo, con Burgeois simplemente podía dejar de lado su compostura por un momento, el hombre la había educado musicalmente desde pequeña y ella le quería más que a su propio padre; y, aunque él jamás lo admitiría por tener esa tonta regla de no favoritismos, sabía que era su alumna estrella -¿Pasa algo, mon chérie?
-No es nada- suspiró- ya sabes, la nueva academia, los nuevos amigos, un nuevo tutor que debe tener la mitad de años que tú pero que no sabe un tercio de lo que conoces. Es extraño.
-¿Es por eso que hoy estás desconcentrada?
-Es un porcentaje, sí- respondió la chica con total sinceridad.
-¿Y el resto del entero? ¿qué otra cosa te molesta?- preguntó el viejo con amabilidad.
-Tal vez te lo cuente en algún momento, porque ahora ni siquiera yo estoy segura de cuál es mi problema- el hombre sonrió con amabilidad y conocimiento.
-Entiendo. Yo también tuve tu edad- ella sonrió y asintió, pero no fue lo suficientemente rápida para volver a detenerlo, y cuando se percató, él ya había salido de su habitación.
Tragó en seco, su garganta hecha un nudo, volteó e intentó tocar de nuevo aquella melodía, pero no podía concentrarse. Sabía que dentro de poco ella estaría allí, sería demasiada suerte que Burgeois pasara desapercibido, y ella no solía tener buena suerte. Ni siquiera sabía lo que era eso.
-Cariño- cerró los ojos fuertemente y se obligó a permanecer firme al escuchar la dulce voz de su madre- ¿Por qué tu tutor se ha ido antes de tiempo?
-Me dijo que estaba muy bien, que no tenía sentido seguir practicando por hoy- mintió Lucy con un susurro trémulo. Escuchó los tacones aguja de la mujer repiquetear hasta su lado, incapaz de levantar la mirada, hasta que ella se sentó a su lado.
Se mordió el labio, pero no pudo evitar un ligero temblor en su espalda. "Mantén la compostura." se repetía una y otra vez.
-¿De verdad?- preguntó su madre con suavidad- ¿Esa es la razón?
-Sí- respondió la muchacha, clavando sus uñas en la orilla del taburete.
-Eso no es lo que me dijo el señor Burgeois- dijo ella y puso una mano en el hombro de su hija- dijo que estabas un poco... distraída.
-No, yo... es sólo que...- la chica sentía su corazón desbocado, su cabeza daba vueltas. ¿El piso realmente era estable en ese momento?
-Querida, mírame- exigió Larissa con cariño. Ella levantó su mirada, sólo un poco, lo suficiente para ver la maternal sonrisa en su rostro.
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Piano piano
Romance«Ella leyendo las partituras de Beethoven de principio a fin y él aprendiéndose a Yann Tiersen por partes.» Lucy es la definición de rectitud; estudiosa, compuesta, siempre seria y esforzada. Practicando siempre hasta que todo sea perfecto. La espal...