El horizonte se tiñó de rojo y después apareció el sol. Scott recordó la conversación con su madre antes de dejar Beacon Hills, y se sintió alegre; ya había conocido muchos lugares, pero ninguno como este.
El muchacho decidió ir caminando a la escuela, quería conocer de cerca el pueblo. El paisaje era hermoso, por supuesto, no podía negarlo. Todo era color verde: los árboles, los troncos cubiertos de musgo, el dosel de ramas que colgaba de los mismos, el suelo cubierto de helechos. Incluso el aíre que se filtraba entre la hojas tenía un matriz de verdor. Era demasiado verde, un planeta alienígena, pensó Scott.
El latino no quería llegar demasiado pronto a la escuela, pero no podía permanecer en la calle por más tiempo, estaba comenzando a llover. El simple hecho de llegar a la escuela lo aterraba, estaba muy nervioso.
-¡Rayos! Nunca pensé sentir tantos nervios. Pensé.
No resultaba obvio que fuera una escuela, parecía más bien a un conjunto de esas casas de intercambio en época de vacaciones construidas con ladrillas de color granate. Había tantos árboles y arbustos que a primera vista no podía ver la escuela en su totalidad. ¿Dónde estaba aquel ambiente de preparatoria? me pregunté con nostalgia.
Caminé de mala gana y recorrí un sendero con piedras blancas y fondo negro. Respiré hondo antes de abrir la puerta. El interior estaba muy iluminado, estaba cálido, más de lo que esperaba. La oficina era un tanto pequeña: una sala de espera con sillas plegables, noticias y premios pegados sin orden alguno en las paredes. Había muchas plantas dentro en macetas de plástico -Fantástico, como si no hubiera suficientes plantas afuera- Había un mostrador alargado que dividía la oficina en dos, con cestas metálicas llenas de papeles. Detrás del mostrador había dos escritorios. Una mujer muy atractiva con piel tan blanca como la nieve y con cabello negro tan largo que llegaba hasta sus caderas, se sentaba en uno de los dos escritorios.
La atractiva mujer alzó su vista.
-¿Te puedo ayudar en algo?
-Am, sí, soy Scott McCall- Le informé.
-Por supuesto- dijo.
Buscó entre los documentos desordenados y apilados hasta encontrar los que buscaba.
-Precisamente aquí tengo el horario de tus clases, y también tu comprobante de asistencia- dijo.
Me dedicó una sonrisa, y me dijo: Espero que te guste Forks. Le agradecí lo más amable posible.
Salí de la oficina, y me dije a mí mismo: Puedo hacerlo. Nadie sabrá mi secreto. Al final, suspiré y tapé mi cabeza con el gorro de mi sudadera y caminé por un largo pasillo abarrotado de chicos y chicas, el bullicio que allí había, me hizo sentir en el ambiente de preparatoria, que minutos atrás quería sentir. Después de pasar la cafetería pude ver el Aula 4, resultó muy fácil de localizar, ya que había un gran número 4 pintado en la puerta del salón, además había una hoja pegada en la puerta que decía: 5-B debajo del gran número cuatro. Mi respiración se aceleró al aproximarme a la puerta. Contuve el aliento para tranquilizarme y entré detrás de dos personas que llevaban impermeables de color amarillo.
El salón era pequeño. Entregué el comprobante a la maestra, una mujer de 1.60 de estatura, delgada con pelo negro y corto. Había una placa que estaba sobre su escritorio y la identificaba como: Ing. Química Verónica Segovia Rivera. Se quedó mirándome al ver mi nombre -Bienvenido Scott, seré tu maestra en las áreas de Física y Química- Me envió a una banca vacía al fondo del salón sin presentarme al resto de los compañeros. A éstos les resultaba difícil verme al estar sentado en la última fila, pero eso no les impidió, pues se la arreglaron para conseguirlo. Mantuve la vista clavada en el temario del libro de física que la maestra me había dado. Era bastante complicado:
ESTÁS LEYENDO
Conquistaste mi corazón [Sciam]
RomanceScott McCall se muda junto con su madre Melisa McCall a una nueva ciudad, para tratar de vivir como personas normales dejando la vida sobrenatural en Beacon Hills, o eso pensaron. Scott se enamora de un chico misterioso, lo cual nunca se imaginó que...