21-"Debilidad"- Scott

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Me miró una vez más con la contrariedad escrita en su rostro redondeado y se encorvó mientras cruzaba lentamente la puerta. Me invadió una oleada de compasión. Sopesé el hecho de ver su rostro desencantado otra vez en el entrenamiento de Lacrosse.

-Genial -gemí.

-Puedo hacerme cargo de eso -no me había percatado de que Edward se había acercado, pero me habló al oído.

- Ve a sentarte e intenta parecer paliducho -murmuró. Esto no suponía un gran cambio. Hoy me encontraba pálido, y mi reciente desmayo había dejado una ligera capa de sudor sobre mi rostro, no entendía lo que me pasaba, era extraño. Me senté en una de las crujientes sillas plegables acolchadas y descansé la cabeza contra la pared con los ojos cerrados. Oí a Edward hablar en el mostrador.

- ¿Señora Ester? 

-¿Sí? No la había oído regresar a su mesa.

-Scott tiene entrenamiento de Lacrosse la próxima hora y creo que no se encuentra del todo bien. ¿Cree que podría faltar a esa clase? -su voz era aterciopelada. Pude imaginar lo convincentes que estaban resultando sus ojos.

-Edward -dijo la señora Ester sin dejar de ir y venir. 

-¿necesitas también que te dispense a ti?

-No. Tengo clase con la maestra Ana Rosa. A ella no le importará.

-De acuerdo, no te preocupes de nada. Que te mejores, Scott -me deseó en voz alta. Asentí débilmente con la cabeza, sobre actuando un poco.

-¿Puedes caminar o quieres que te lleve en brazos otra vez?- su expresión se tornó sarcástica.

-Caminaré. Me levanté con cuidado, seguía sintiéndome bien. Mantuvo la puerta abierta para mí, con la amabilidad en los labios y la burla en los ojos. Salí hacia la fría llovizna que empezaba a caer. Agradecí que se llevara el sudor pegajoso de mi rostro. Era la primera vez que disfrutaba de la perenne humedad que emanaba del cielo.

-Gracias -le dije cuando me siguió. Merecía la pena seguir enfermo para relajarme un rato.

-Sin duda. Me miró directamente, con los ojos entornados bajo la lluvia.

-De modo que vas a ir... Este sábado, quiero decir.

-¿A dónde van a ir exactamente? -seguía mirando al frente, inexpresivo.

-A La Push, al puerto. Estudié su rostro, intentando leer en el mismo. Sus ojos parecieron entrecerrarse un poco más. Me lanzó una mirada con el rabillo del ojo y sonrió secamente.

-En verdad, no creo que me hayan invitado. Suspiré.

-Acabo de invitarte. Sería divertido si vinieras con nosotros.

-Lo pensaré -dijo secamente.

Ahora estábamos cerca del estacionamiento. Me desvié a la izquierda, hacia la salida. Algo me agarró de mi hombro izquierdo y me hizo retroceder.

-¿A dónde crees que vas? -preguntó ofendido. Edward me agarraba con una sola mano. 

-Me voy a casa.

-¿Acaso no me has oído decir que te iba a dejar a salvo en casa? ¿Crees que te voy a dejar que te vayas solo en tu estado?

-¿En qué estado? -me quejé.

-Vamos, yo te llevo a tu casa. Me arrastró de la ropa hacia su coche. 

-¡Déjame! -insistí. Me ignoró. Caminé por las banquetas empapadas hasta llegar a su auto. Entonces, me soltó al fin.

Conquistaste mi corazón  [Sciam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora